Jack Reacher en pequeñas dosis


Noche caliente
Por Lee Child
Blatt & Ríos. 216 páginas

Este volumen editado en nuestro país reúne dos novelas cortas de Lee Child, el exitoso autor inglés y creador del investigador Jack Reacher. La publicación, que incluye un prólogo entusiasta de Elvio Gandolfo, tiene el interés adicional de que ninguna de esas dos historias breves había sido traducida antes al español.

En Noche caliente, el primero de los títulos, vemos a un Jack Reacher adolescente (está por cumplir 17 años) que viaja a Nueva York el miércoles 13 de julio de 1977, día del gran apagón que sumió a la megalópolis en el caos y el vandalismo.

La novela comienza con la pelea entre un hombre y una mujer en una esquina horas antes de que se corte la electricidad. Reacher, quien ya exhibe la agudeza mental y la fuerza física que demostrará en el resto de su carrera, interviene en defensa de la mujer, que resulta ser una agente suspendida del FBI y se apellida Hemingway.

La paliza que el muchacho propina al agresor, un mafioso local a quien deja escapar, convertirá a Reacher en blanco de la venganza inevitable. Pasará de perseguido a perseguidor, enfrentado a una trama delictiva de prostitución y drogas. Por el camino, justo cuando se corten las luces, vivirá su primer romance neoyorquino (una escena de crudo erotismo adolescente) y se cruzará con el Hijo de Sam, el asesino serial que por esa fecha tenía en vilo a la población norteamericana.

Guerras pequeñas, la segunda de las novelas, transcurre en 1989. Reacher es ya un mayor de la Policía Militar, ascenso insólito si se coteja la cronología con el título anterior. Por casualidad debe investigar el asesinato en Georgia de una ambiciosa teniente coronel del Pentágono abocada a planificar conflictos futuros en países de Medio Oriente. En Irak, para más datos. La intriga aquí no consiste en averiguar quién la mató (eso el lector lo sabe de entrada y lo avisa la contratapa), sino la forma en que Reacher llega a comprobarlo valiéndose de su poder de observación, su capacidad deductiva y su inteligencia sobradora. En el desenlace el duelo es verbal, no físico.

Child (seudónimo de Jim Grant) luce en estas obritas todos los rasgos narrativos que sostienen el resto de sus libros. Descripciones mínimas, diálogos inteligentes que hacen avanzar el relato, formidables escenas de peleas y la construcción creíble del protagonista absoluto. Ese gigante tan ágil con sus golpes como con su intelecto. Un Sherlock Holmes cruzado con cowboy y caballero andante, implacable y despiadado.