"Habrá medidas de fondo después de octubre"

Ramiro Castiñeira, elegido el mejor pronosticador del 2016, proyecta un año positivo para la economía. La consultora española Focus Economics lo galardonó el mes pasado entre 40 economistas. En 2017 la inflación será del 22%, el PBI crecerá 2,3% y el dólar cerrará a $ 17,60, augura. Después de las elecciones se acelerará el recorte del déficit fiscal, asegura el especialista de Econométrica.

El último 25 de mayo no fue un feriado más para Ramiro Castiñeira. Cuando se despertó y encendió su teléfono celular, una avalancha de mensajes lo arrebataron de la modorra anunciándole que la consultora española Focus Economics lo había elegido como el mejor pronosticador económico argentino del año 2016. Sus predicciones, basadas en rigurosos estudios, habían sido las más certeras de la nómina de 40 colegas entrevistados.

"Siempre es gratificante que nos reconozcan nuestro trabajo", comenta el economista jefe de Econométrica, la consultora que lidera Mario Brodersohn. La tarea no es sencilla y revalidar su cinturón le demandará esfuerzo. Por lo pronto el especialista, como un prestidigitador, arroja los números del 2017 sobre el paño: el año cerrará con un dólar a $ 17,60; el PBI crecerá 2,3% y la inflación redondeará un 22%.

Pero estas son apenas cifras. Lo que más le preocupa a Castiñeira es que este proceso de endeudamiento en el que se ha embarcado el gobierno para que el ajuste sea gradual, no termine siendo ni chicha, ni limonada. Es decir, que al final nos quedemos con los dos problemas: el enorme déficit fiscal y un nivel de deuda difícil de manejar. "Este Gobierno dio el timonazo y cambió el rumbo del barco, pero la realidad es que ahora hay que remar antes de que llegue la noche", comenta.

-¿Cuál es el panorama de la economía argentina?

-En lo general este gobierno abortó un proceso que ya estaba encaminado hacia el socialismo. Lo que afirma esto es que la economía ya estaba cerrada comercial y financieramente. Comercial por las DJAI y el cepo cambiario, y financieramente por el default. Y, además, dejaban ya de operar las señales de precios en el mercado. La situación energética es un buen ejemplo. La energía directamente se regalaba. Una economía cerrada y sin señales de precios ya no es una economía de mercado.

-¿Había ingresado en otra etapa?

-Hablamos de otra cosa. Si bien es muy prematuro empezar a hablar del socialismo del siglo XXI, sin dudas ya no era una economía de mercado y ni siquiera era emergente. De hecho los propios mercados la llamaban economía de Frontera. A ese contexto hay que sumarle el aislamiento político del mundo, relacionándose sólo con Venezuela, Irán y algo más. Ya no había relación con los organismos internacionales y se mentía absurdamente en todas las estadísticas. Estábamos en algo sumamente peligroso. Obviamente faltaba mucho para llegar a la situación penosa de Venezuela.

-¿Fue vital el cambio de rumbo?

-Este gobierno dio un timonazo. El cambio en general es bueno. Argentina se aisló sola y ahora está a los gritos diciendo que quiere volver. Por eso se lo ve al presidente Macri recorriendo el mundo. Por suerte hay una gran aceptación desde los principales líderes. Se ha reunido con las principales potencias y esta semana vino Angela Merkel.

GRADUALISMO

-¿El endeudamiento es clave para poder implementar la política del gradualismo fiscal y evitar un ajuste severo?

-Este Gobierno dio el timonazo y cambió el rumbo del barco, pero la realidad es que ahora hay que remar antes de que llegue la noche. Con sólo girar el barco no alcanza.

-¿La noche es que se acabe el financiamiento externo y no se hayan hecho las correcciones en la economía?

-Exactamente. La noche es que se acabe el crédito.

-¿Alcanza sólo con el crecimiento de la economía o hay que cambiar también la conducta fiscal?

-Argentina fue agotando todos sus excedentes macroeconómicos. En el 2009 perdimos el superávit fiscal con la crisis subprime; en el 2012 pierde el superávit energético; en el 2014 comienza a perder el saldo comercial; y en el 2015 entregó el Gobierno sin reservas. Se comieron todos los colchones y entregaron la economía con déficit. Ahora al sincerar los precios emerge la realidad.

-¿Por dónde hay que recortar para achicar el déficit fiscal?

-El gradualismo tal cual se presentó el primer día de la mano de Prat Gay era un gradualismo que en cuatro años de gobierno llevaba el déficit primario a cero. Ese gradualismo sí lo compro. Rápidamente se equilibraban las cuentas públicas.

-¿Eso se distorsionó?

-Claro. Con el tiempo el gradualismo se fue desdibujando y de hecho el gasto público en estos dos años se mantiene estable. La diferencia es que antes se monetizaba y ahora se toma deuda. Los dos caminos terminan mal. La primera termina en inflación y la segunda termina en el default.

-¿El flanco más sencillo para el recorte es el de los subsidios? 

-El desmanejo de las cuentas públicas en el último tramo del gobierno anterior ya era un despilfarro de gasto público. Me parece que hay margen para cortar por todos lados. Aquí no sólo tiene responsabilidad el gobierno nacional, sino también las provincias. Pasamos de 30 puntos del PBI de gasto público a 45 puntos, y ambos son responsables. El Estado nacional se pasó de mambo con los subsidios y las provincias con el empleo público. Ocultaron el deterioro macroeconómico y la respuesta del demagogo fue dar más subsidios y tapar la desocupación con puestos públicos.

DESACOPLE

-¿Hay un desacople entre la rígida política monetaria del Banco Central y la línea fiscal del Ministerio de Hacienda a la hora de bajar la inflación?

-Hay un desacople. El programa monetario tal cual se presentó exigía un gradualismo diferente al que estamos observando. El gradualismo en lo fiscal se desdibujó, pero el programa monetario sigue siendo el mismo desde el primer día. De hecho, para poder cumplir esto se mantienen altas las tasas de interés, y aún así si cumplen la meta será con la cota máxima. No le quita cucardas al Banco Central si la inflación es del 20%, porque volvió a tener institucionalidad. Apagó el incendio del dólar futuro y del cepo cambiario. Por ahora está arriba de la meta porque el programa fiscal es más laxo de lo esperado. Esa descoordinación se puede apreciar y en el momento electoral decidieron aflojar.

-¿Se cuestiona la labor del BCRA?

-No se lo cuestiona. Un dato no menor es que todo esto se está haciendo con un dólar libre. En Argentina, desde que se creó el Banco Central, casi que no se habla de dólar libre. Siempre se estuvo regulando el dólar. El mundo ya aprendió que la cotización debe ser libre, nosotros lo aprendimos en el 2016. Ni siquiera lo tuvimos en la Convertibilidad, cuando lo intentamos fijar por ley.

-¿Qué números manejan para este año desde Econométrica?

-Estamos trabajando con una inflación del 22% para este año. Levemente por arriba de la meta del Banco Central. Un crecimiento del 2,3% del PBI, donde el segundo semestre todas las variables se ponen en terreno positivo, incluido el empleo y el salario real. Y el dólar lo vemos a $ 17,60.

-El clima ideal para las elecciones.

-El clima ideal que permite un segundo semestre bueno, con un año de demora, pero que finalmente llega.

-¿Será una mejora palpable para la gente?

-El que notó la caída del 2016 va a notar el rebote del 2017. Principalmente el sector de la construcción, porque cayó con fuerza la obra pública y la construcción privada el año pasado. Y este año rebotaron los dos. Ambos son muy demandantes de empleo no calificado. La reactivación pega de lleno en los sectores más bajos de la sociedad.

-¿Se tomarán medidas de fondo luego de las elecciones para corregir el déficit?

-Después de las elecciones me huele que se retomará el camino del primer gradualismo, aquel presentado por Prat Gay. Habrá medidas de fondo. Este gobierno lo que hizo hasta el momento fue apagar los incendios y tomarse un respiro antes de las elecciones. Después de las elecciones se retomará el camino.

Si no lo hace no se despejará la idea de que no es sostenible la macroeconomía argentina. Se necesitan más medidas de fondo y encausar las cuestiones fiscales. Eso le dará más tranquilidad al sector privado, y si tiene tranquilidad se animará a invertir. El peor error sería que llegue la noche y hayamos agotado el crédito externo. Ese es el gran riesgo: no desarmar el Estado bobo del kirchnerismo y, además, quedarnos con un alto endeudamiento. Quedarnos con los dos problemas. Ahí sí tardaríamos una década en salir.

CHINA

-Pese a la retórica del regreso al mundo, China sigue siendo el único país que invierte de manera concreta en obras de infraestructura en la Argentina, tal como ocurría con el kirchnerismo. ¿Cuál es su visión?

-Argentina estaba aislada del mundo, tenía cupos para exportar e impuestos como las retenciones al agro. El camino es venderle a todo el mundo, tener relaciones comerciales con todos. El mundo mostró que ese es el camino que permite lograr el crecimiento.

-Macri fue visto en Beijing más como el representante de una región que como el mandatario de un solo país. ¿Deberíamos negociar en bloque?

-El Mercosur fue un gran primer escalón para comenzar a abrir las relaciones comerciales de Argentina y Brasil, pero la realidad es que se terminaron encerrando. Lamentablemente hicimos un gran corralito mientras el mundo aumentó la interrelación comercial de manera significativa, bajando todas las reglas arancelarias. Ahora nos encontramos con una situación en la cual no cuaja nuestro nivel de costos con los del resto del mundo. Estamos más de una década atrasados en comercio exterior. Creo que negociando en bloque lograríamos una mejor tajada.

-Hay que golpear puertas y abrir mercados.

-Hay que buscar nuevos mercados y recorrer el camino que el mundo ya recorrió hace una década. Igualmente, para poder insertarnos bien en el mundo tenemos que resolver muchos problemas macroeconómicos. Así no le podemos vender nada al mundo, porque ellos tienen precios mucho más bajos.