Malvinas: La vocación y el mandato de un piloto

El brigadier (R) Gustavo Piuma Justo integró una cuadrilla de Mirage. En un enfrentamiento con aviones británicos fue alcanzado por un misil y debió eyectarse. Herido y sin poder caminar estuvo 28 horas intentando sobrevivir hasta que fue rescatado.

El 2 de abril de 1982, en la VI Brigada de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), de Tandil, se vivió con mucha euforia. El entonces mayor Gustavo Piuma Justo, tenía 38 años, contaba con una amplia experiencia en los aviones A-4 Skyhawk y estaba en plena tarea de rehabilitación en el nuevo sistema que eran los Mirage.

Mientras en la base se debatía de que manera deberían ser los ataques contra la flota británica, una gran desilusión lo invadió cuando no fue incluido en ninguno de los escuadrones de Mirage que partirían rumbo al sur. Sus superiores se lo impedían, según recuerda el hoy brigadier (R) Piuma en diálogo con La Prensa, porque decían que aún no estaba habilitado para volar Mirage. Pero su fuerza de voluntad y decisión de ir a las Malvinas fue más fuerte y tras lograr convencer a sus superiores, finalmente fue autorizado a integrar un escuadrón de Mirage con la misión de reforzar la dotación en San Julián.


- ¿Cuándo se enteró que tenía que partir hacia Malvinas?
- Mi primera misión fue el 21 de mayo al integrar la tercera oleada que salió de San Julian rumbo a las Malvinas. El día anterior aparecieron en la pizarra las escuadrillas que iban a salir al ataque, con el horario y la misión. Mi escuadrilla era "La Ratón" compuesta por el capitán Donadille, el teniente Senn y yo.
- ¿Pudo contactarse con su familia?
- Trate de desconectarme. Me había despedido días antes por teléfono de mi señora. Ella me dijo: "Me parece bien, es tu deber, yo voy a cuidar a nuestros cuatro hijos", el mayor tenía 14 y el más chico 4. Yo escribí una o dos cartas y ella también. Y si bien tenía posibilidad de hablar por teléfono no lo hice porque anímicamente me hacía mal, no quería hablarle porque la debilitaba a ella y a mí.
- ¿Cómo fue la noche previa a la misión?
- Sensación de miedo, porque en las primeras misiones el 30% de los pilotos no habían regresado, la posibilidad de morirse era alta pero dormí bien. Uno empieza a pensar más en lo de "arriba" (Dios) que en lo terrenal. El mismo 21 de Mayo me confesé y comulgué. Quería evitar todo lo que me sujetara a lo terrenal. A las 14, en la pista nos miramos con mis compañeros con el pulgar levantado y despegamos. Fueron 50 minutos de vuelo, durante los cuales pensaba en la misión, miraba los controles, los repetía. Y le pedí a Dios que me diera la posibilidad de hundir un buque. Nuestro objetivo era atacar a la flota británica que estaba en San Carlos.
- ¿Qué ocurrió cuando llegaron a destino?
- Serían las 14.50 cuando entramos en vuelo rasante a Malvinas y a menos de tres minutos del ataque, Senn gritó: "!Guarda un Sea Harrier a la una!". Yo miro y contesto: "!Guarda que pueden ser más de dos!". Entonces cuando vemos que se lanzan hacia nosotros eyectamos bombas y los enfrentamos. El combate para nosotros fue en condiciones pésimas porque ellos, entre otras cosas, tenían misiles. En ese momento entramos en lo que se conoce como "pelea de perros", porque cada avión busca la cola del otra para hacer blanco.
- ¿Cómo fue el combate?
- Uno se cruza con los aviones enemigos a muchísima velocidad, 900 km por hora. Durante el combate, que duró unos tres minutos, yo estuve muy concentrado, la adrenalina a mil, no tuve sensación de miedo, si que iba a derribar a un inglés. En cierto momento busco tener contacto con Donadille, no me contesta y asumí que lo habían derribado. Sí pude ver el cruce de Senn con un Harrier el cual se frena y le tira un misil... y veo como corre el misil, como un lápiz. Llego a transmitir por radio: "!!Cierre Cierre Carajo!!" (una maniobra para evitar el misil)...pero explota el misil en la cola, comienza a incendiarse y se mete en las nubes...
- ¿...Y qué decisión tomó?
- Voy contra uno de los Sea Harrier y veo el casco del piloto que miraba a los costados. Cuando llego a la distancia justa, 650 mts., le tiro una ráfaga corta de los cañones 30 mm, y el se mete detrás de un cerro. En ese momento estaríamos a unas 60 mts de altura, y planeo engancharlo a la salida. En esos segundos, cuando está por salir creo ver a Seen colgado del paracaídas que había logrado eyectarse y es ahí cuando me alcanza un misil y siento una tremenda explosión. El avión se desintegra, intento un giro pero pierdo el control de la nave y me eyecto.
- ¿Cómo son esos segundos?
- Instintivamente uno se da cuenta que se muere, además yo me eyecté fuera de los límites permitidos. Por el impacto con el aire me desmayé y caí en una pequeña loma. Después me enteré que me había fracturado la cuarta y quinta vértebra lumbar, se me hundió el esternón, y al volarse el casco y la máscara me produce una profunda herida sangrante en el paladar. Habré estado unos 15 minutos inconsciente y cuando abro los ojos recuerdo que dije: "!Dios mío que me pasó!" y me veo las manos llenas de sangre. Me doy cuenta que estoy en Malvinas, y de todo lo que me había pasado.
- ¿Recuerda lo que pensó?
- Primero besé la tierra, empecé a hablar con Dios y le decía que no tenía derecho a que yo me muriera. En eso veo mi avión, un arroyo y me da una desesperación tremenda por tomar agua. Trato de incorporarme y me doy cuenta que también tenía fracturado el tobillo derecho -por el impacto en tierra- siento un calor terrible en la espalda, la cara hinchada y me desbarranco cayendo cerca del lago. Luego de tomar mucha agua inflé el bote, tomé algunos elementos de supervivencia y empecé a rezar. Me acuerdo que le decía a Dios que sabía que esto iba a ser un calvario, pero que no quería morir. Empiezo a arrastrarme, porque no podía incorporarme, con dirección a una loma elevada y poder ubicarme. Se hacía de noche, estaba muy agotado y no había llegado a ningún lado. En cierto momento veo una casa de kelpers, una tapera pero que para llegar había que bajar por una hondonada y subir otra más elevada. Encima había empezado a llover, había una oscuridad total, y tenía miedo a perderme. Fue entonces que decidí pasar la noche a la intemperie adentro del bote. Me cubrí con el paracaídas, saqué un revolver y un cuchillo porque había visto en los cerros cercanos comunicarse con el código morse mediante lámparas.
- ¿Pudo dormir?
- Esa noche creo que ni dormí. Me acuerdo haber escuchado ruidos de motos y ahí pensé, por primera vez, que no quería caer prisionero. Además, estaba convencido que iba a morir porque sangraba mucho de la boca y pensaba que tenía una hemorragia interna. Paradojicamente nunca vi una noche tan estrellada. En las manos y en la cara sentí los tres grados bajo cero. Al amanecer, lluvioso, entre ansiedad y agotamiento recé un rosario. Luego, segui arrastrándome y en total recorrí unos 2 km. hasta llegar -a eso de las 14- al alambrado, caí del otro lado como pude, saco el arma y digo: "¿Vive alguien?!!". Todo era silencio, viento, lluvia. Llego a la casa, abro y tenía la mitad ocupada por lana. La muevo y me tiro a dormir. Habrán pasado unos 20 minutos y cuando me desperté corté unas barras de chocolate que tenía, comí un caramelo de supervivencia que tiene proteínas y me inyecté morfina. De un ojo veía nublado, tenía un hematoma.
- ¿Cuánto tiempo pasó hasta el rescate?
- Pasaron aproximadamente una 28 horas. Cuando estaba intentando entablillarme el tobillo siento el ruido de un helicóptero y veo que era argentino. Me vino una emoción que creo que escuchaba el ruido del corazón y vi la película de toda mi vida desde mi niñez y pensé en mi mujer y mis 4 hijos, fue la primera vez que quise volver a la tierra. Ahí tiro la bengala -serían las 17 horas- y el helicóptero desciende. Veo que baja un suboficial del Ejército, se acerca, me toma de los hombros y me dice: - ¿What problem?. -!!Qué what problem pelotudo!!, le contesto, soy el mayor Piuma de la Fuerza Aérea...- Uhuuuu... disculpe mi mayor", me dijo. Me había confundido con un piloto británico que estaban buscando y que había sido derribado el día anterior en San Carlos.

LA VOCACION
Tras ser rescatado, Piuma fue internado en Darwin y luego trasladado a Puerto Argentino donde tuvo contacto con otros heridos y mutilados en el hospital. Ya en el continente, a principios de junio, apenas llegó a Comodoro Rivadavia su siguiente misión fue volar a San Julián para hablarles a los pilotos que estaban prestos a salir en diferentes misiones. "Lo más importante es que estoy vivo...el misil no mata, existe posibilidad de salvarse", les dijo a sus compañeros. Después regresó a la base de Tandil, se reencontró con su familia y estuvo más de 40 días en recuperación.
Hoy, 35 años después, Piuma muestra con orgullo la emotiva y elogiosa carta que le envió el héroe francés de la Segunda Guerra, Pierre Clostermann, y afirma que "si el país y la Fuerza Aérea nos había dado la oportunidad de cumplir con nuestra vocación y el mandato de luchar con la bandera hasta perder la vida era más fuerte que cualquier otra cuestión". Y así lo demostró.