Fátima, un mensaje para nuestro tiempo

A cien años de la primera aparición de la virgen en Portugal, su misión profética aún esta por completarse. Nuestra Señora del Rosario advirtió sobre los errores que se difundirían en el mundo, recordó a los hombres sus postrimerías y pidió conversión y penitencia. Nunca antes hubo tantos testigos ni milagros que refrendaran a los videntes.

Algo que después describirían "como un rayo en medio de un cielo azul" sobresaltó a los tres niños que jugaban en la pradera mientras sus ovejas pastoreaban. Era el mediodía. Acababan de almorzar y rezar el Rosario. Temiendo que una tormenta se avecinara, decidieron volver a casa.

Los tres niños eran Lucía dos Santos, de 10 años, y sus primos, Francisco y Jacinta Marto, de 9 y 7, respectivamente. Esa mañana habían llevado las ovejas fuera de su natal Aljustrel (Portugal), un caserío de pocas decenas de habitantes, hasta unas tierras que pertenecían al padre de Lucía en una colina situada en la Cova da Iria (Ensenada de Irene). Para eso habían pasado Fátima y proseguido un kilómetro hacia el norte. Ahora deberían desandar ese camino.

Cuando iban ya cuesta abajo con las ovejas vieron otro rayo y después, en un árbol de roble, a "una señora vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol, irradiando unos rayos de luz clara e intensa", y que les dijo: "Por favor, no teman. No les voy a hacer daño", como contaría después Lucía.

Era el 13 de mayo de 1917 y comenzaba así el fascinante misterio de Fátima. La más profética de las apariciones modernas. La más excepcional de toda la historia de la humanidad. Ocurrida mientras el mundo se desangraba en la gran guerra.

Seis veces se aparecería a los niños la Señora "venida del cielo", entre mayo y octubre, siempre en día 13, salvo en agosto, para recordar a los hombres sus postrimerías y advertir sobre los errores que se difundirán en el mundo.

Los niños habían sido preparados sin saberlo para lo que iban a presenciar. Tres veces durante el año anterior un ángel los visitó y, entre otras cosas, les enseñó a orar.

Yves Chiron, especialista en la historia del papado y autor de obras de referencia sobre las apariciones marianas, ve en esto una de las "muchas particularidades" de Fátima. Estas apariciones "son por así decir progresivas", comentó en una entrevista por email con La Prensa.

"A diferencia de las grandes apariciones del siglo XIX (La Salette y Lourdes), no hay unidad de tiempo ni de lugar. Ellas se desarrollan en varias locaciones y se extienden por varios años", afirma. De hecho, después "hubo tres apariciones más que beneficiaron a Lucía, devenida en religiosa: en Pontevedra (en 1925 y 1926) y en Tuy (en 1929)", recuerda el autor de Fatima. Vérités et légendes (2017).

EL CIELO

Lucía fue la que siempre habló por los tres con "la Señora". Jacinta también podía verla y oírla, pero Francisco sólo la veía, otra de las particularidades en las que repara Chiron.

En esa primera visita, la Santísima Virgen María les confirmó que los tres irían al cielo y les pidió que rezaran el Rosario cada día. También les preguntó si se ofrecerían a Dios y aceptarían todos los sufrimientos que El les enviara, en reparación por todos los pecados que Lo ofenden y por la conversión de los pecadores.

Ellos aceptaron. Y entonces, "la Señora", que tiempo después revelaría ser Nuestra Señora del Rosario, abrió sus manos y emanó de ellas una luz celestial que los bañó. Lucía dice que esa luz, que de alguna forma supieron que era Dios, "penetró nuestros corazones y nuestras almas".

El papa Benedicto XVI, con su habitual sensibilidad, comentaría que esa luz llevó a los niños a "saborear al mismo Dios como el hecho más hermoso de la existencia humana".

En la siguiente cita, la Virgen volvió a concederles esa misma luz intensa que los llenó de gozo. Les confirmó que llevaría pronto a Francisco y a Jacinta (morirían en 1919 y 1920), y que Lucía debería quedarse para dar a conocer la devoción a su Inmaculado Corazón. Luego, como sucedió todas las veces, la Señora se elevó hacia el cielo hasta desaparecer.

En la tercera aparición fue cuando les confió el famoso secreto en tres partes que los niños guardaron. La primera era una horrorosa visión del infierno y de los padecimientos que esperan a los pecadores. La segunda era la profecía de que Rusia se alejaría del cristianismo y esparciría sus errores por todo el mundo, trayendo guerras y persecución a la Iglesia, el martirio de los buenos y la aniquilación de varias naciones, a menos que se atendieran los pedidos de la Virgen: la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. La Virgen, sin embargo, prometía que al fin su Inmaculado Corazón triunfará y habrá algún tiempo de paz.

Ambas profecías no fueron comunicadas por Lucía sino hasta 1941. La tercera, que sólo se divulgaría en el 2000, fue una visión simbólica que, según el Vaticano, representa el inmenso sufrimiento de las víctimas de la fe en el siglo XX.

Con cada aparición, más fieles acudían al lugar. La Señora insistía: "Oren, oren mucho. Hagan sacrificios por los pecadores. Muchas almas se van al infierno porque nadie está dispuesto a ayudarlas con sacrificios", les explicó. Una frase que, se dice, impactó mucho a Pío XII.

Para octubre, la última aparición, una multitud se acercó en carros y a pie. La Señora recordó que las personas deben rehacer sus vidas y pedir perdón por sus pecados. Y mientras se elevaba al cielo se produjo el famoso milagro conocido como "la danza del sol", que fue visto por unas 70.000 personas.

Yves de Lassus, autor de Mystres et vérités cachées du troisime secret de Fatima bajo el seudónimo de Joseph de Belfont, que acaba de ser reeditado en Francia, considera que "hay numerosos elementos que le dan a las apariciones de Fátima un carácter excepcional entre otras apariciones marianas".

"El milagro del sol es el más conocido, pero no es el único. Están la cantidad de testigos (un número nunca igualado), los fenómenos exteriores que acompañaron las apariciones (los relámpagos y truenos que precedieron cada aparición, la pequeña nube sobre el roble, los cambios de temperatura), la cantidad de profecías, totalmente infrecuentes, y sobre todo la extraordinaria riqueza del mensaje. Es por eso que estas apariciones son las más excepcionales de toda la historia de la humanidad", responde por escrito a este diario.

En su opinión, "ninguna aparición, ni siquiera Lourdes o Guadalupe, fue autenticada de una manera tan espectacular, ni benefició a tantos testigos exteriores".

Nueve son las profecías de Fátima: los días en que la Madre de Dios aparecería, la muerte próxima de Francisco y Jacinta, la larga vida que tendría Lucía, la elección del papa Pio XI, el milagro del sol, el anticipo de que vendría otra guerra peor y que un signo en el cielo la preanunciaría (una gran aurora boreal iluminó el cielo la noche del 25 de enero de 1938), y por último los errores que esparciría Rusia por el mundo entero.

De Lassus, que prepara en estos días una conferencia sobre la condena inapelable de la Virgen al comunismo, resalta "la riqueza de la enseñanza entregada" a los niños. "Más de una quincena de puntos de doctrina", entre ellos "la existencia de los ángeles, la necesidad de rezar por los pecadores, la utilidad de los sacrificios, los méritos del sufrimiento, el carácter propiciatorio de la Misa y los últimos tiempos".

El fin último del hombre, en particular, fue recordado de modo insistente por Nuestra Señora del Rosario en Fátima. Ella explicó el camino para alcanzar el Cielo y el sufrimiento que espera a las almas en el Infierno. Pero también habló del Purgatorio: respondió a Lucía, por ejemplo, que su amiga Amelia estaría allí hasta el fin del mundo, una confirmación que llenó los ojos de lágrimas a la niña.

CONVERSION

Es por eso que el Vaticano presenta a estas apariciones de la Virgen como un angustioso llamado a la conversión.

Chiron destaca la vigencia del mensaje de Fátima. "Incluso la visión del 13 de julio de 1917 (el famoso tercer secreto) mantiene su actualidad. Cierto, la imagen de un papa sufriente se relaciona con Juan Pablo II y el atentado de 1981, pero también los sufrimientos de la Iglesia entera son mostrados en esa visión. Sus sufrimientos no terminaron. La Iglesia es todavía perseguida y tiene mártires en varios continentes", dice. Y añade: "Sor Lucía resumía el mensaje de Fátima en dos palabras: oración y sacrificio. Este mensaje se mantiene como verdadero para todos los tiempos".

Para De Lassus, "las palabras de Nuestra Señora son de una actualidad excepcional. Se aplican de maravilla a nuestros tiempos y son para nosotros una fuente de esperanza, de fuerza y de alegría". En su opinión, "el mensaje para nuestro tiempo está en los frutos de las cinco prácticas de devoción al Inmaculado Corazón de María". Chiron también sostiene que esa devoción está en el mismo corazón del mensaje de la Virgen.

En su visita al santuario portugués en 2010, Benedicto XVI advirtió: "Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada".

"En la Sagrada Escritura -dijo el Santo Padre- se muestra a menudo que Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres y lo mismo hace aquí, en Fátima".

"Nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo. Al principio fueron sólo tres, pero el ejemplo de sus vidas se difundió y multiplicó en numerosos grupos por toda la faz de la tierra", destacó. El deseo expresado entonces por el pontífice alemán de que este centenario de las Apariciones impulse el anunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María permanece vigente.