MALVINAS Una gesta en el corazón de los argentinos

La Operación Rosario en primera persona

En 2 de abril de 1982 por medio de una operativo militar la Argentina recuperó las Islas Malvinas. Tres décadas y media después, el recuerdo de un infante de marina protagonista de aquel histórico acontecimiento.

El Capitán de Navío IM (R) Hugo Jorge Santillán, a principios de 1982, estaba destinado en la Base de Infantería de Marina Baterías de Puerto Belgrano, con 35 años y recién ascendido a Capitán de Corbeta se desempeñaba como 2º Comandante del Batallón de Infantería de Marina Nº 2. Tuvo "la fortuna", como él mismo asegura, de participar de la acción militar bautizada "Operación Rosario" que el 2 de abril de 1982 recuperó las Islas Malvinas.

Tres décadas y media después recuerda con La Prensa como se gestó y como se llevó a cabo aquella histórica operación anfibia:

- ¿Cómo era el clima que se vivía en marzo de 1982 en Puerto Belgrano?
- Se vivía un clima de completa normalidad. Recién cuando yo vuelvo de mi licencia, el 3 de marzo, me informan de la realización de una operación anfibia en caso de que fracasen las negociaciones con Gran Bretaña por Malvinas y que de ejecutaría en la primavera. Pero no dejaba de ser una hipótesis de trabajo como muchas veces tuvimos en otras circunstancias.

- ¿Cuándo tuvo la certeza de que estaba pasando algo fuera de la rutina?
- El 19 de marzo cuando se desató el episodio Davidoff (el empresario argentino que llegó a las islas Georgias e izó la bandera argentina). Ahí se disparó la crisis. Cuando el 24 los ingleses mandan el primer submarino nuclear, se termina el trabajo de gabinete y comenzamos con el planeamiento en serio. Mi función en la operación era comandante de una unidad de tareas y mi batallón fue el elegido para ser el núcleo de las fuerzas de desembarco.

- ¿Cuándo embarcaron?
- El 28 nos embarcarnos en el buque ARA Cabo San Antonio. En total fueron 750 hombres, más los vehículos anfibios, las municiones y las armas. La gente estaba mentalizada que salía para hacer un ejercicio. En la tripulación también había 25 hombres del Ejército a cargo del teniente coronel Mohamed Seineldin. El primer día de navegación se pasó en acomodar todo. Y el 30 a la tarde, quedó establecido que mi primera ola de desembarco estaba constituida por cuatro vehículos, tres de Infantería de Marina y el cuarto con Seineldin y su gente. Entonces nos reunimos, despliego el mapa, explico la situación y Seineldin me dice: "Mire Santillán, yo sé que soy más antiguo que Usted pero esto es una operación de la Infantería de Marina y está muy bien hecho, así que mande sin inconvenientes, haga de cuenta que soy su subordinado".

- ¿Cuándo se oficializa la misión?
Hasta último momento, hubo llamadas de Reagan a Galtieri, y pedidos de Haig para que se parara la operación. Fue el 1 de abril a las 18, cuando se recibe el despacho naval en los buques desde la Presidencia de la Nación ordenando: "Ejecuten la operación anfibia". Y, una hora después, es la arenga del Almirante Busser (Comandante de la Fuerza de Desembarco) donde comunica que nuestra tarea era la de desembarcar en las Islas Malvinas y desalojar a las fuerzas y autoridades británicas.

- ¿Cómo recuerda ese momento histórico?
- Cuando terminó de hablar Busser los conscriptos comenzaron a saltar y gritar: ¡Viva la Patria Carajo! !Si estuviera mi vieja! !No me van a creer!. Se abrazaban, fue una explosión!! Fue un sentimiento difícil de describir. Irrepetible. Nos abrazamos todos. Después fuimos a misa, luego comimos, se distribuyó la munición, la ración de combate y a las 21 estaba todo el mundo durmiendo. Esa noche, surgió el miedo. A mí me costó dormirme. Yo tengo mujer y tres hijos... entonces usted le promete a Stella Maris un millón de cosas y le pide un millón más.

- ¿Qué sensación tuvo?
- Si bien todos teníamos la certeza de que la operación se iba a hacer, en el momento es una sensación rara. Nunca habíamos hecho una operación anfibia real. Era una mezcla de ansiedad, preocupación, gran excitación y entusiasmo. Imagínese, a nosotros nos tocó el destino de ser aquellos que íbamos a ver el sueño de la República de recuperar las islas Malvinas. Y además estábamos bien preparados, nos sentíamos capacitados para hacerlo. Ellos eran a lo sumo 90 hombres, nosotros más de 1000. No había posibilidad de que la operación saliera mal. En aquella época estábamos en el pico de la capacidad operacional histórica de la Armada Argentina.

-...Y llegó el 2 de abril
- Si...diana a las 4 y media de la mañana. Antes de desayunar fui al puente del buque y con sorpresa veo las luces de Puerto Argentino prendidas como si fuera la calle Corrientes. De todas maneras nuestro desembarco fue en la playa más lejana del aeropuerto. 5.40, nos metimos en los vehículos anfibios que estaban en la bodega del buque. 6.10 se apagaron las luces, se cerraron los compartimentos de los vehículos, se prendió la luz roja y se pusieron en marcha los motores. Cuando se abren las puertas del buque se podían ver las luces del pueblo. Exactamente cuando a las 6.20 se prende la luz de verde del semásforo salgo con el primer vehículo al agua -con 25 hombres- ,luego los otros tres y, entre los cuatro, formamos un rombo y fuimos navegando hacia la playa. Sólo tenía una luz que me guiaba que había sido puesta la noche anterior por los buzos tácticos que habían desembarcado del submarino Santa Fe. Usted ve todo negro y sólo esa lucecita. 6.30, tocamos la playa, por suerte no había nadie, el vehículo apaga el hidrojets y empieza con las orugas, y cuando se abren las tapas del vehículo... otra vez los soldados comenzaron a gritar igual que la noche anterior y tuve que hacerlos callar.

- ¿Cómo fue el avance hasta Puerto Argentino?
- A unos 600 metros del destino veo una maquina vial amarilla en el medio que estimo como un punto de referencia de blanco. Entonces ordeno a mi gente: "Ninguno pase a menos de 200 mts cerca de esa máquina". No termino de decir eso ...!Pum! la primera explosión de un cohete antitanque que le pega a 400 mts. del vehículo que iba a mi derecha. Otro pega delante de mí...entonces ordeno buscar refugio detrás de una altura.

- ¿Qué reacción tuvo?
- La primera reacción que uno tiene es que se trata de un ejercicio más. Porque usted no ve al enemigo. Cuando detuvimos los vehículos, salimos, pusimos en posición ametralladoras, cañones y morteros y empecé a tratar de ver que se trataba, porque no se olvide que la orden que teníamos era no matar a nadie ni romper nada. Identificamos el lanzacohetes y justo empieza a hacer otros tiros, pero muy ineficaces. Con gran velocidad el cañón sin retroceso que manejaba el suboficial Di Filippo le pega el cañonazo arriba y cae en la cumbrera. Dejó de tirar el lanzacohetes. Pero en ese momento una ametralladora a la derecha le entra a tirar al vehículo del suboficial Quiroga. Y le deja 97 tiros. Ahí fue otra cosa. Porque estábamos recibiendo impacto del enemigo. Y ahí uno se empieza a preocupar. Y además algunos fusileros de los Royal Marines comienzan a tirar tiros con buena puntería y pasaban bastante cerca. Entonces le ordenó al suboficial Quiroga usar los morteros para neutralizarlos. El tercer tiro cae sobre la cumbrera, luego humo y deja de disparar. Ahí terminó el combate y todos los ingleses se replegaron a la casa del gobernador.

- ¿Cuándo y cómo ocurrió la muerte del capitán Giachino, el primer caído en la guerra?
- Desde nuestra posición escuchábamos el tiroteo de Giachino, de quien era compañero de promoción, en la casa del gobernador tratando que se rinda, que era su misión para que nosotros pudiéramos entrar al pueblo y evitar una masacre. El sabía que no nosotros ya habíamos entrado entonces avanza, le tiran con la ametralladora y muere. Ahí el gobernador pide parlamentar. Serían las 8 de la mañana. Una hora después la localidad estaba ocupada y patrullada.

EL CUARTEL VACIO Y EL APOSTADERO
Una vez que se rinde el gobernador británico Rex Hunt, la misión de Santillán fue reunirse con los comandos anfibios para tomar prisioneros a los Royal Marines en su cuartel, pero ya no estaban porque se encontraban todos en la casa del gobernador. Luego fue la toma el apostadero de la Royal Navy en el puerto. Al ingresar fue recibido a tiros por un soldado británico y al salir corriendo se engancha el pie en una piedra sufriéndo un esguince grave.
Los recuerdos de Santillán siguen aflorando, de manera descontracturada, con humor al revivir la "excitación terrible" de aquella noche que pasó en Malvinas con sus camaradas y en la que apenas pudo dormir, el guiso de lentejas, la recepción triunfal en Río Gallegos al día siguiente (el 3 de abril), la algarabía en Baterías, y también con lágrimas en los ojos cuando le viene a la mente la imagen de su esposa y sus tres pequeños hijos esperándolo, cerca de la medianoche, en la entrada de su casa.
"Sé que es políticamente incorrecto decir esto -reflexiona- pero como oficial de marina yo hice aquello para lo cual me formé. Cumplir lo que se me ordena. Fue el episodio en que tuve la fortuna de participar pero nada más que eso. No me cambió la vida, no me siento iluminado por nada, si me siento distinguido por haber participado de una operación exitosa y haber servido a la Nación. Así piensa todo aquel que hace su tarea de acuerdo a su profesión.

- ¿Le molesta si lo llaman héroe?
- Me llena de embarazo porque no lo soy. Un héroe es Giachino. La verdadera gesta fue la defensa de las islas, donde hubo esfuerzo personal, riesgo de vida, privaciones, arrojo, combate en condiciones desfavorables. Nosotros teníamos garantizado el éxito en un 99%....sólo fue una operación exitosa.

 

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