Siete días de política

El efecto de las redes sociales sobre la realidad presidencial

Las perspectivas de un menú más ajustado a lo cotidiano para el presidente Macri, parecen diluirse ante las redes sociales luego de una semana de marchas, piquetes y conflictos en alza.

En vísperas de su partida a Holanda, el presidente Mauricio Macri, constató a lo largo de la semana, las diferencias sustanciales entre los avatares cotidianos y el escenario virtual que suele cargar en su agenda positiva el asesor estrella Jaime Durán Barba, y sus adláteres en la comunicación oficial, donde se prioriza a los fabricantes de helicópteros de Saladillo, o vendedores de facturas en Rosario, nobles trabajadores sin duda, pero que más allá de sus simpatías por el mandatario, no reflejan el sentimiento general de la población ante el estilo de gestión.

En tal sentido, la visita de Mirtha Legrand a la Quinta de Olivos para iniciar su nuevo ciclo de condumios televisados, resultó un duro e inesperado traspié para el matrimonio presidencial, que puede equipararse a la recordada ronda de preguntas estudiantiles a la ex presidente Cristina Kirchner en la universidad estadounidense de Harvard, cinco años atrás.

Luego de esa ingesta dominical poco provechosa, las usinas oficiales comenzaron a buscar nuevas alternativas a través de Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat y otras redes sociales, para alimentar el espíritu del ingeniero que estoicamente había digerido el inquisidor tono de la "diva'", a quien considera su seguidora fiel luego de manifestarse públicamente en su favor antes de las elecciones. No es tarea sencilla.

La continuidad inclemente del conflicto docente, quedó plasmada en una marcha multitudinaria más allá  de los discursos de la titular de Ctera, Sonia Alesso, y del representante de Suteba, Roberto Baradel, y los exabruptos de Carlos De Feo, de la Conadu, muestra el descontento existente por la ausencia de respuestas para superar una instancia crítica, donde la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, está dejando un margen crítico de apoyos que hasta ahora la habían encumbrado en el horizonte político.

Ya no se trata sólo de una cuestión salarial o ideológica, como parece interpretar el ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich. En los mismos sindicatos docentes, crece la disconformidad por la ausencia de debate sobre una revisióin de las políticas inherentes al sector, como los subsidios a la educación privada, las evaluaciones pedagógicas, la renovación curricular, además de las reivindicaciones puntuales referidas a las remuneraciones.

Este podría ser un punto de confluencia para superar esta recurrente crisis, si los funcionarios advirtieran la posibilidad de elaborar una planificación conjunta. He ahí un punto de partida para quebrar la dicotomía entre educación pública y privada. Ambas son financiadas y supervisadas por el Estado. Y es allí donde la política debe jugar un rol clave para superar los intereses creados, y la pugna de facciones.

Sería bueno que mientras la coronada Máxima Zorreguieta y su consorte Guillermo de Orange, los aguardan en la bella Amsterdam, el presidente advierta la magnitud del desafío que afronta, no sólo en la educación, sino en otras facetas vitales de la vida nacional, se aleje del "ciberespacio'" y los mundos virtuales, para caminar junto a los ciudadanos en busca de reverdecer la esperanza de un país dispuesto a luchar por un futuro mejor.