LA NOSTALGIA POR LA PATRIA PERDIDA ES CLAVE EN LA OBRA DEL AUTOR FRANCES DE ORIGEN RUSO

Troyat, biografía de un biógrafo

A su pluma prolífica se deben más cien libros, algunos escritos al ritmo de cuatro por año. Desde sus primeros trabajos se percibe la melancolía que dejó el exilio forzado por el terror comunista.

POR SEBASTIAN SANCHEZ

 Para Nicolás Kasanzew, patriota de dos patrias

Al promediar las jornadas ominosas de Octubre de 1917 -cuando la turba militarizada de Trotski tomaba el Palacio de Invierno y la vida o la muerte dependían del arbitrio del soviet obrero más cercano- la familia Thorosián salía de Moscú para no volver jamás.

Acomodados comerciantes armenios instalados en Rusia, los Thorosián conocían el terror de primera mano pues poco antes su pueblo había sido arrasado por el Imperio de Kemal Ataturk. Por eso, una vez desvanecida la esperanza de la derrota comunista en manos del Ejército Blanco, la familia emigró a París, destino dilecto de muchos exiliados. El benjamín del hogar, Levón Aslani, que tenía apenas seis años, nunca olvidaría los aciagos días de su primera infancia signados por el terror revolucionario.
Al llegar a París, Levón fue enviado al Liceo Janson-de-Sailly y luego al Pasteur de Neully. Ya adolescente, y a poco de comenzar sus estudios de Derecho (oficio que jamás ejerció), comenzó a usar el nom de plume por el que sería conocido el resto de su vida: Henri Troyat.

Henri publicó su primer libro -Faux Jour- a los 24 años y no se detuvo hasta que cumplió los 93, con la edición de su última obra, la biografía de Alejandro Dumˆs.

Escribió más de cien libros -todos en su lengua adoptiva- y alguna vez se declaró "enfermo de escritura", lo que explicaría cómo llegó a escribir hasta cuatro libros en un año, incluso en tiempos de guerra. Es la suya una obra inmensa en extensión y profundidad a la que no le faltaron honores ni reconocimientos: en 1938, con sólo 27 años, recibió el Premio Goncourt y en 1959 obtuvo su sitial en la Academia Francesa, de la que más tarde fue Presidente. Fue por lo tanto un escritor francés, admirador fecundo de la cultura gala y sus más ilustres representantes y así lo demuestran -por ejemplo- sus biografías de Flaubert, Zola, Verlaine, Baudelaire y Balzac.

No obstante, Troyat fue un hombre de dos patrias que creció entre la nostalgia del Hogar y la esperanza de su liberación del yugo comunista. Esa melancolía del exilio se vislumbra ya en sus primeros libros; sin duda en su primera gran biografía -Dostoievski (1940)- pero también en su novelística con libros como Mientras la tierra dure, la historia de una familia rusa desde 1888 hasta 1939 o La luz de los justos, que narra la trayectoria de un joven oficial ruso en la primera mitad del siglo XIX.

Lo cierto es que, al igual que para Marechal, la patria fue para Troyat un "dolor que se lleva en el costado", una punzada lacerante por verla tiranizada y esquiva al destino universal iniciado en la Rus de Kiev y que profetizara Soloviev en su día. Se nota al leerle la angustia por la ruina espiritual que sigue al comunismo y a la que remite escribiendo que para la Revolución:

"Todo comienza y termina aquí abajo. El mundo se transforma en hormiguero, la vida íntima, los impulsos espirituales, las esperanzas superiores se aniquilan en esa marisma de la nulidad. El Estado se encarga de proporcionar pitanza, guarida y pequeñas alegrías cotidianas al rebaño lamentable. Y el hombre se cree feliz. Pero el hombre no sólo necesita ser feliz. El pan cotidiano no es el único alimento al que aspira. Tiene hambre de creer (...) tiene hambre de lo inconmensurable, de lo incomprensible, de lo infinito".

Quizás el origen de la vocación biográfica de Troyat haya sido una respuesta tenaz a la Revolución, dando a conocer a los hombres de carne, hueso y alma; describiendo por fuera y por dentro a los seres reales y concretos y no al individuo subsumido en la masa que anhela la ideología. Los grandes hombres sí, pero también el campesino, la matrona, el escribiente, el soldado o el pobre estudiante que componen el cuadro de la vida rusa antes del Cataclismo.

Un listado no exhaustivo de sus biografías incluye las de Tolstoi, Gogol, Catalina la Grande, Alejandro I, Iván el Terrible, Chejov, Turgueniev, Gorki, Alejandro II, el Zar liberador, Nicolás II, el último Zar, Rasputín, Las Zarinas, Nicolás I y Alejandro III. Pero puestos a recomendar alguno de sus libros principiaríamos por las biografías de Dostoievski y Tolstoi para seguir con La vida cotidiana en la Rusia del último Zar, obra pictóricamente literaria que con exquisitos trazos derriba la leyenda bolchevique del "feudalismo" zarista y esboza la Rusia que pronto dejaría de existir.

Troyat murió en París en 2007, aclamado como uno de los grandes biógrafos de la actualidad. Un repaso detenido de su obra permite comprender que cada libro suyo compone un collage, un deleitable entramado en que se verifica una única y colosal intención: traducir el misterio del alma de Rusia.