Un hombre afable y misterioso

La misma serie de preguntas repetidas acompañaron toda la vida y la obra de Xul Solar: ¿Sabio o farsante? ¿Visionario o embaucador? ¿Genio o delirante? En su biografía ahora reeditada del personaje, Alvaro Abós deja en claro que se inclina en todos los casos por el primero de los términos, como hace tiempo han hecho la crítica especializada y la industria cultural de nuestro país y de las principales capitales del mundo. Pero aun así las dudas persisten, envueltas en la personalidad enigmática del artista y en el misterioso origen de sus obras.

No en vano Abós eligió titular su biografía Xul Solar. Pintor del misterio (Sudamericana, 320 páginas), porque es en esa rara combinación de misticismo, esoterismo, religiosidad (Xul fue, entre muchas otras cosas, un católico devoto) y sabiduría ancestral donde radica la originalidad del artista multifacético nacido en 1887 como Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari.

Abós reconstruye ese extraño camino prestando especial atención al contexto nacional y al europeo, ya que los doce años que Alejandro Schulz Solari pasó en el Viejo Continente entre 1912 y 1924, tiempos de guerra mundial, fueron decisivos en la particular alquimia de su formación, uno de cuyos primeros frutos fue la adopción del nombre artístico Xul Solar. Se detiene además en la influencia que tuvieron la magia, el ocultismo (fue iniciado en París nada menos que por el infame Aleister Crowley, llamado "la bestia") y las logias masónicas o rosacruces sobre la mente de un artista que sembraría sus acuarelas de símbolos, claves, cifras y, tal vez, visiones.

Como Xul no era dado a las confesiones, recuperar su vida equivale a contarla a través de la impresión que dejó en quienes lo conocieron. Que en su caso fue casi siempre agradable, positiva pese a las excentricidades, o tal vez a causa de ellas. Y no resulta ocioso recordar que esos amigos y conocidos fueron Borges, Marechal, Macedonio Fernández, Pettoruti, Girondo, Bioy Casares y una larga lista de lo mejor de la cultura argentina de la primera mitad del siglo XX.

El misterioso Xul Solar era para ellos un amigo entrañable, un ser cordial, aniñado y juguetón que sin embargo inspiraba respeto y autoridad, un personaje que parecía creado para la literatura, y por eso Marechal lo transmutó en el astrólogo Schultze del Adán Buenosayres y Borges, según Abós, alude a él de manera constante en "Tlön Uqbar Orbis Tertius", amén de citarlo, evocarlo o parafrasearlo en distintos lugares de su obra.

La biografía de Abós, publicada originalmente en 2004, cumple con la tarea, que se antoja ardua, de recrear una vida atravesada por enigmas, muchos de los cuales no encuentran respuesta. Pero el autor no ha querido ensayar conjeturas disparatadas ni distraerse con anécdotas vulgares. Aclara que sólo le interesó indagar en una noción central: "Que Xul Solar fue un hombre singular desde muchos puntos de vista pero fue, sobre todo, dos cosas: un pintor y un aventurero espiritual".