Cuba, sufrida desde adentro

 
33 revoluciones
Por Canek Sánchez Guevara
Alfaguara. 245 páginas
 
Los textos de Canek Sánchez Guevara rezuman experiencia. Es desde allí que puede contar todo lo que cuenta sobre la vida en Cuba, aunque muchas veces sitúe sus historias en lugares similares, anónimos, ambientes tropicales, exóticos, con políticos tercermundistas y sociedades maltrechas. Pero siempre fue la isla, el Gran lagarto verde, la razón de ser de su literatura.
 
Le sobran las razones para esto. El autor es nieto del Che Guevara, hijo de Hilda, la primogénita del guerrillero. Pero a él la Revolución no le ha sentado bien. Y las diferencias políticas con el régimen de Fidel Castro terminaron por expulsarlo de La Habana, su lugar natal, y a montar todos sus relatos como una intentona por mostrar el lado B de un proceso político-social que ya lleva 58 años.
Sánchez Guevara falleció hace un par de años, cuando tenía 40, pero dejó una obra que se clava como un aguijón en el ser cubano. En este caso 33 revoluciones es un libro que compila múltiples relatos breves y una sola temática: la degradación de un pueblo que ya no cree en el Gobierno y se refugia, resignado, en la soledad de las drogas y el alcohol.
 
El mejor de todos, el más elaborado es el primero, que le da título al libro. Allí un gris empleado público lidia con la mediocridad oficial y a través de su vida cotidiana va develando el clima asfixiante del control político, la cartilla de racionamiento burlada por el mercado negro, y la urgencia por escapar de los balseros que se echan al mar apenas con lo puesto.
 
Los relatos luego se van desdibujando paulatinamente y por orden de aparición. Su sentir, sin embargo, se explica en una frase: "Vive inmerso en la épica de la dignidad pobre pero coherente, del sacrificio como modus vivendi y la resistencia como superación. Por el otro, no entiende porqué la pobreza es una obra de arte, o el máximo escalón de la evolución social".