"Reconstruir el sector energético lleva años"

En su último libro, Daniel Montamat propone dejar atrás el populismo y trazar una estrategia de largo plazo. La estabilidad macroeconómica es clave para desarrollar el mercado de la energía. Hace falta un dólar alto para exportar valor agregado. La amenaza del oportunismo político. Hay que volver a tomar los precios internacionales como referencia.

NOMBRE DEL ARCHIVO.: MONTA .GG ULTIMA MODIFICACION: 30-11-88 20:25                               Recomponer el sector energético demanda una inversión anual de 15.000 millones de dólares, aunque hay quienes sostienen que esa cifra puede ser aún mucho mayor. La pregunta surge inevitable: ¿quién va a poner ese dinero? No será el Estado, por razones de fuerza mayor, lo cual le abre al sector privado las puertas de un mercado con enorme potencial.

"Creo que ese es el camino que vamos a recorrer", opina Daniel Montamat, ex secretario de Energía de la Nación y autor del libro Energía, de rehén de corto plazo a estrategia de desarrollo, de reciente publicación.

-¿Estamos dejando atrás la mentalidad de corto plazo?

-Tenemos que dejarla atrás. El sector energético requiere de una estrategia de largo plazo que en Argentina no se ha dado todavía, es decir una estrategia económica y social. El capítulo energético debe ser una parte de esto. Si no lo fue hasta ahora es porque el país no se ha planteado un plan semejante de largo plazo. En la medida en que esta administración se lo plantee, ahí la energía debe ocupar un rol esencial. Tanto en el modelo de gestión pública, que pudo haber tenido su sentido, como en el esquema de gestión privada de los recursos energéticos, los tuvimos a ambos con una estrategia de desarrollo que no funcionó: la sustitución de importaciones. Después caímos en el desarrolló espontáneo, durante el modelo de gestión privada, y últimamente tuvimos el modelo de gestión populista donde la estrategia de desarrollo estuvo completamente ausente.

-Usted hace hincapié en su libro sobre la relevancia de la macroeconomía para desarrollar el sector energético. ¿Qué señales da la macro hoy en día?

-Cuando nos juntamos los que conocemos el tema energético, planteamos unos diez puntos para resolver el problema en la Argentina. En realidad esos diez puntos tienen que ser considerados dentro de un todo. Es decir, la energía va a tener largo plazo cuando la Argentina tenga largo plazo. Siempre destaco la faz política que define la estrategia, y lo macroeconómico, y la energía es parte de una microeconomía sectorial. Yo diría que el país en lo macroeconómico necesita ir hacia la estabilidad. Con inflación de dos dígitos no se desarrolla ningún país, hay que fijar un tiempo para bajarla. Y después darnos una estrategia de desarrollo que tiene que poner énfasis en el valor agregado exportable. El consumo doméstico nos da para reactivar la economía, pero para crecer de manera sostenida Argentina debe, a partir del mercado regional, proyectarse a los mercados internacionales.

-¿Cómo juega el tipo de cambio en todo esto?

-El valor agregado exportable implica un tipo de cambio competitivo. Argentina tiene que solucionar temas heredados muy de fondo para restablecer el equilibrio de las cuentas públicas y después crecer. Ahora estamos teniendo déficit de cuenta corriente. Es fundamental que repensemos el ciclo virtuoso que encadenan los superávit gemelos. Hoy eso parece muy distante, pero lo tenemos que plantear como un objetivo. 

-Realmente parece un escenario lejano.

-Al menos tenemos que plantearnos ese norte. Me parece que hay ciertos objetivos que ha explicitado el Gobierno que señalan ese norte. Ahora hay que empezar a navegar en pos de ese objetivo.

OPORTUNISMO

-¿Cómo se hace para evitar que la política y sus necesidades inmediatas condicione el largo plazo?

-Puedo hablar desde la experiencia. Escribí un libro cuestionando la política energética anterior desde su génesis, antes del 2003 cuando se produjo la transición encabezada por Duhalde (Eduardo). Había por delante una enorme recomposición de precios tras la devaluación y era necesario tomarse un tiempo para ver cómo sería esa recomposición en el sector energético. La ley de Emergencia originalmente planteaba seis meses, pero los seis meses se hicieron diez años. Yo dije que con esa distorisión de precios y tarifas la energía iba a quedar entrampada en el corto plazo y nos íbamos a comer el capital e íbamos a terminar en lo que pasó. Pero me dí cuenta de que estaba hablando en la soledad y de que había que hacer consciente de esto a la población. Entonces fue que conformamos el grupo de ex secretarios de Energía de distinto origen político. Con ellos acordamos que debíamos abandonar la mirada cortoplacista.

-Ahora fueron convocados por el Gobierno.

-Ese grupo generó la idea de que tiene que haber consensos básicos en energía si queremos una política de largo plazo. Por eso fuimos convocados por la actual administración como grupo consultivo. Tratamos de dialogar con el anterior Gobierno, pero no nos atendieron. Propusimos firmar un pacto de coincidencias básicas, que durante la campaña electoral lo firmaron el presidente Macri, Sergio Massa y Margarita Stolbizer, y antes lo habían firmado precandidatos como Binner, Sanz y Cobos, y los partidos Socialista y Radical. Esto se hizo para seguir trabajando un acuerdo federal energético, fundamental para que la energía supere el cortoplacismo.

-¿Es escenario de déficit energético es achacable solamente al kirchnerismo? En su libro explica que Duhalde pateó hacia adelante la necesidad de renegociar las tarifas.

-Duhalde puede afirmar que el suyo se trató sólo de un gobierno de transición. Igualmente intentó comenzar a recomponer los precios sobre el final, pero se lo pararon judicialmente. La que no tiene excusas es la gestión siguiente, que estuvo 12 años. Creo que la política energética del kirchnerismo es la responsable de que hayamos caído en este déficit energético. En la zona de Edesur los cortes promedio por cliente y por año eran de 2,7 horas, ahora son 32 horas. En Italia, ENEL, la controladora de Edesur reportó 40 minutos de cortes por año. La gente sufre esta insuficiencia energética.

-¿Si el kirchnerismo hubiera sido más prolijo en su política energética la economía podría haberse evitado los vaivenes vinculados a la escasez de divisas?

-Hubiera tenido menos problemas cambiarios e inflacionarios. Cuando empieza a entramparse en el corto plazo debe divorciar los precios internos de los internacionales. Cuando uno le cierra la puerta a los precios internacionales, se meten por la ventana. La diferencia entre esos precios hacen surgir los subsidios, que al principio se financiaban con impuestos, pero luego dieron paso a la emisión monetaria y la inflación. El monto de subsidios energéticos del año pasado ascendió a 15.700 millones de dólares, casi 3 puntos del Producto. La energía importada se paga en dólares. Hasta el 2011 la balanza energética era superavitaria, pero desde ahí comenzó a caer. Si uno toma el kirchnerismo de punta a punta, pasó de u$s 6.000 millones de superávit energético a u$s 6.000 millones de déficit. La vuelta es de un total de u$s 12.000 millones. Sin estos problemas de cuentas externas a lo mejor no hubiera existido el cepo. Con lo cual la energía pasó a ser un problema para la dinámica de la economía, y hoy sigue siendo un problema.

TARIFAS

-¿Qué habría que hacer con el precio sostén que se paga en el sector petrolero?

-Tenemos todavía en gas y electricidad precios que no responden al valor de mercado. Ahí hay subsidios que el Gobierno está tratando de reducir paulatinamente y transformarlos en subsidios focalizados mediante la tarifa social. En el petróleo y sus derivados, fruto de toda la política anterior, Argentina tiene un precio del barril de crudo superior al internacional. Creo que muy pronto tenemos que ir a precios de la energía que reflejen los costos. Petróleo y sus derivados van a tener que recuperar en algún momento las referencias internacionales. Y en gas y electricidad también debemos tener tarifas que recuperen el costo económico. Porque de lo contrario no van a venir las inversiones que pueden transformar el potencial que tenemos en producción. Destruimos casi todo. Reconstruir el capital energético lleva años.

-Precisamente, ¿no se apresuró el Gobierno con la actualización de las tarifas?

-El camino de la gradualidad hubiera tenido problemas en cualquier instancia porque las distorsiones son inmensas. Si uno toma 2001-2015, el salario promedio aumentó 1.648%; la inflación medida por el Indice General de Precios, 1.400%; el dólar se devaluó en ese período 1.045%; y la tarifa promedio de Metrogas para el sector que más consume, que es el R1, aumentó 175%. No estamos hablando de diferencias del 20%, por eso siempre va a impactar el incremento.

-¿Por qué dice en su libro que tiene miedo de que rifen Vaca Muerta?

-Yo le tengo miedo a los populismos, creo que tenemos que dar vuelta esa página. Esa es la gran misión de Cambiemos. El populismo por derecha o por izquierda nos ha venido destruyendo. Cuando hay precios y tarifas importantes, el populismo se lo apropia. Y eso hace que las empresas que están en petróleo y gas empiecen a poner varias bombillas en el mismo mate. Si cambian las reglas de juego, sobreexplotan lo que tenga explotación y no hacen inversión exploratoria. Entonces, cuando se nos terminan las reservas, el populismo ve con buenos ojos que venga el capital y le ofrece condiciones que después no son sostenibles.

-¿Tienen futuro los yacimientos de crudo y gas no convencionales con el actual precio internacional?

-Dar vuelta la página del populismo es fijar estrategias de largo plazo; crear institucionalidad que brinde confianza; y tener precios y tarifas que respondan a costos económicos. Cuando los precios bajan, son referencias internacionales que tenemos que seguir. Eso en economía se llama costo de oportunidad. Pero el gran drama de la Argentina es la dictadura del corto plazo.