Un pionero del tradicionalismo

En los albores de los años sesenta, cuando ya se percibía una creciente rebelión contra los valores de la generación anterior y la jerarquía católica se disponía a abrirse a la modernidad, el estadounidense John Senior tomaría un camino inverso al de sus contemporáneos: viajaría del mundo moderno al mundo cristiano. Una travesía que cambiaría la vida de este profesor, que sería desde entonces un apasionado tradicionalista católico.

Su evolución no podía ser más acentuada. Nacido en 1923 en Stamford, Connecticut, Senior tuvo un temprano encandilamiento con el marxismo. Fue recién a los treinta años, ya casado con Priscilla Wood, con quien tendría tres hijos, y antes de doctorarse en literatura comparada en la Universidad de Columbia (1957), cuando inició el camino de su conversión. Pero sólo, como él mismo admitió, tras ir del platonismo a las doctrinas orientales y llegar a enfrentarse cara a cara con la "Nada".

Recibido en la Iglesia católica en 1960, ese año emprendería también un viaje hacia el oeste del país del que nunca regresaría. En la Universidad de Kansas fundaría en 1971 el Programa Integral de Humanidades (IHP), que le dio renombre, junto sus colegas Dennis B. Quinn y Franklyn C. Nelick.

El programa buscaba un cambio de mentalidad en los jóvenes. Mediante un método socrático y la inmersión de los jóvenes en los clásicos del pensamiento occidental, en el arte y la literatura, pretendía convencerlos de que hay una verdad que vale la pena conocerse. Senior enseñaba a buscar a Dios, la Verdad y la Belleza de un modo que los demás llegaban a desearlo también.

Durante las clases, recuerda el escritor Philippe Maxence, los alumnos no debían tomar notas, sino escuchar, reeducarse en el uso de los sentidos, ver, imaginar, memorizar, entender, para así tener la oportunidad de encontrarse con "lo real". El lema del programa era Nascantur in admiratione (que nazcan desde el asombro).

Las clases podían partir de la Republica de Platón para luego establecer conexiones con otras obras clásicas de la literatura, la historia o la filosofía. Asistir a esas clases era -en palabras de sus antiguos alumnos- "un espectáculo fabuloso" que suscitaba en el aula el silencio, ocasionalmente interrumpido por las risas.

Senior, discípulo de Santo Tomás, considerado el Sócrates de Kansas o el maestro de almas, y pionero en reivindicar la tradición católica, inflamó el espíritu de sus alumnos, llevando a la conversión a más de doscientas personas y dando lugar además a numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas.

Desafortunadamente, el programa de humanidades fue víctima de su propio éxito. Suele decirse que despertó el rencor de profesores liberales que vieron en él una amenaza a su adoctrinamiento de los jóvenes, y hasta de obispos católicos por su prédica tradionalista. Pero las ideas que lo animaron, vertidas en las dos obras capitales de Senior, The Death of Christian Culture, y The Restoration of Christian Culture, se extenderían mucho tiempo después de su desaparición y llegaría a nuestros días.