Mirador político

El Carrió de Massa

Los piqueteros y el massismo son los dos únicos opositores de los que debe cuidarse Macri, porque el peronismo institucional colapsó bajo el peso del kirchnerismo. Ambos usan la misma lógica: dicen que el gobierno "ajusta", cuando en los hechos amplió el alcance y el monto de los planes y subsidios.

Roberto Lavagna está asumiendo el papel que Elisa Carrió dejó vacante en la oposición. Desde el massismo profetiza que el actual modelo económico terminará en un colapso. Opina, además, que es de "ajuste" y similar al de Menem y al de Martínez de Hoz.

Suelen decir los peronistas que los hechos son sagrados y las opiniones son libres. Los hechos dicen en este caso que no hay ajuste. El gasto público sigue por las nubes, lo que obliga al gobierno a endeudarse para pagarlo sin emitir o emitiendo menos. Es este endeudamiento el que hace que Lavagna profetice catástrofes con un razonamiento que elude la lógica. Si el gobierno se endeuda para pagar gasto público en lugar de cortarlo, ¿por qué es ajustador?

El silogismo de Lavagna no es rengo. Obedece a una lógica de excepción: la lógica electoral. En el mágico reino de las campañas alguien puede aparecer vestido de economista cuando en realidad está trabajando de político y colaborando con el principal candidato opositor: Sergio Massa.

El ex ministro actúa en perfecta sintonía con el "pensamiento" massista. Pide que el gobierno dé más fondos a las provincias, a los piqueteros, a los empleados públicos, a los jubilados, a los clubes de barrio o a quien sea. Que no aumente las tarifas energéticas o que haga miles de excepciones, pero al mismo tiempo le reclama que baje el impuesto a las ganancias. Colabora en el desfinanciamiento del Estado, esto es, contribuye indirectamente a que se endeude para cubrir el déficit. Y después preanuncia catástrofes.

Para que quede claro qué intereses hay de los dos lados del mostrador, el massismo actúa como vocero de la UIA y de la CGT. Lo hace cuando reclama una baja de las tasas de interés, es decir, dinero más barato, para empresarios que no invierten o cuando promueve el cierre de las importaciones, para empresarios que no paran de remarcar en un mercado cautivo.

Pretende representar a la CGT cuando promueve por ley la prohibición de los despidos, forzando a Mauricio Macri a vetar ese macondiano acto de voluntarismo. Pero los gremialistas son más exigentes que los capitalistas nativos. Prefieren alinearse con el que tiene el poder.

Hay algo respecto de lo que Massa se cuida: no quedar "pegado" con el piqueterismo. Quiere el voto de la clase media y sabe que el 70% de la sociedad detesta a los que hicieron del corte de calles una profesión lucrativa.

Los piqueteros y el massismo son los dos únicos opositores de los que debe cuidarse Macri, porque el peronismo institucional colapsó bajo el peso del kirchnerismo. Ambos usan la misma lógica: dicen que el gobierno "ajusta", cuando en los hechos amplió el alcance y el monto de los planes y subsidios. La diferencia principal entre ambos reside en que los piqueteros buscan visibilidad con marchas y cortes, mientras el massismo la consigue fácilmente de los medios.

Otra diferencia es que los piqueteros saben que no van a llegar al poder y presionan para conseguir un fin prioritario, financiar su aparato, mientras Massa ya está en campaña para 2017. En los dos casos usan a los pobres generados por el modelo kirchnerista para tirárselos por la cabeza al macrismo.