Siete días de política

Piqueteros y senadores del PJ, la más dura oposición a Macri

Actuaron coordinadamente para exigir más fondos y para abrir la puerta a otra protesta callejera. Los senadores bloquean además la boleta electrónica con la que se busca desterrar el fraude.

Las organizaciones piqueteras crecieron como actores políticos al calor de la crisis de 2001 y del "que se vayan todos". Curiosamente las mismas condiciones que hicieron posible el nacimiento del PRO y su rápido ascenso al poder. Hoy, bajo el eufemismo de "organizaciones sociales", son junto con la CGT las únicas fuerzas con capacidad de movilización y de control de la calle para hostigar al gobierno de Mauricio Macri.

Tienen una sorprendente relación de amigo-enemigo con Macri. Son amigas para recibir cada vez más fondos del presupuesto de Acción Social, pero son enemigas a la hora del ejercicio asiduo del "marchismo", práctica que las coloca en el centro del escenario mediático y constituye su principal razón de ser. Tan exitosas han sido con esa estrategia que arrastraron a la CGT.

En su última embestida contra el gobierno recibieron una inestimable ayuda del bloque kirchnerista que controla el Senado y navega a la deriva. Su piloto, Miguel Pichetto, que había colaborado con el Poder Ejecutivo en la aprobación de leyes fundamentales para la gobernabilidad ha decidido dar un paso al costado. Por lo tanto el portaaviones kirchnerista del Senado no sólo anda a la deriva; tiene también el timón roto.

Producto del descontrol y del girar en el vacío político fue la ley de emergencia social aprobada el miércoles en la Cámara alta. El proyecto "instruye" al Ejecutivo para que "cree" un millón de puestos de trabajo. Cómo será de bizarra la norma del senador Abal Medina, adscripto al Movimiento Evita, que su colega "camporista" Virginia García, cuñada de Máximo Kirchner, la consideró demasiado "voluntarista". La Cámpora no participó el viernes de la marcha en reclamo de su sanción definitiva.

Lo que piden piqueteros y senadores K son en realidad un millón de "planes" a repartir por los propios piqueteros con un costo fiscal que produce vértigo y eyectaría el déficit a la estratosfera. Pero el gobierno está en una encerrona porque la economía sigue sin arrancar. Salvo en el agro, la obra pública y actividades específicas como las fuentes alternativas de energía no hay inversión.

Los industriales no invierten, pero también reclaman. Como los piqueteros, pero por otras vías. Sus voceros en los medios son los principales propaldores de una presunta pelea entre Alfonso Prat Gay y el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, por las tasas de interés. Lo que reclaman esos voceros informales de la UIA es una baja de tasas, es decir, dinero más barato. En pocas palabras, los empresarios quieren devaluar para licuar los salarios y bajar costos, quieren mantener la economía cerrada para cobrar precios que duplican los internacionales, quieren también tarifas más bajas para pagar menos la energía y al mismo tiempo siguen remarcando. Pero a la hora de invertir, esperan.

Este panorama de depresión del consumo e inflación que no cede hace vulnerable al gobierno a las presiones. Hay un incipiente y peligroso fenómeno de recesión más inflación. Si para el primer trimestre del año próximo no consigue salir de este cuadro, su suerte electoral será dudosa. Este es el verdadero peligro. El "marchismo" es una escenificación sin consecuencias.

El peronismo del Senado bloquea, además, un proyecto que significaría un duro golpe para el "aparato" electoral pejotista sospechado de fraude en los distritos en los que los partidos más chicos no están en condiciones de controlar las urnas. Se trata de la boleta única electrónica ya usada en Salta y la ciudad de Buenos Aires. Su utilización el año próximo fue aprobada en la Cámara de Diputados por Cambiemos y el massismo, pero los kirchneristas tienen el proyecto bajo la suela en la Cámara alta.

Como explicó su inventor, un empresario que expuso ante la Comisión de Asuntos Constitucionales la semana última, el mayor peligro de fraude se da cuando se cierra el comicio. Entre las 18 y las 19 cuando los partidos que no tienen fiscales pueden sufrir el robo de votos, riesgo que reduce la boleta electrónica.

Para oponerse a este control el kircherismo montó una escenificación a la que convocó a "expertos" kirchneristas que alertaron sobre la presunta vulnerabilidad del sistema. El espectáculo fue penoso, pero sin la menor importancia. Los ultra "K" están dispuestos a resistir. Si el gobierno no hace una campaña urgente de esclarecimiento público para alertar de que la sombra del fraude está detrás de la oposición a la boleta electrónica, va a sufrir su peor derrota política antes de cumplir un año en el poder.