Mamás que lucharon contra la adversidad

Sea para terminar sus estudios, capacitarse o para ayudar a los más vulnerables, tres madres celebran su día con el compromiso de que se puede lograr un mejor futuro en la vida de los demás.

 

"Decidí volver a la escuela porque era algo que me había quedado pendiente. Al principio fui con miedo. Era retomar una parte de mi vida que dejé en la adolescencia y sentí que era volver casi a esa etapa. Lo mismo les pasó a mis compañeras que por tres años nos ayudamos a continuar y nos volvimos inseparables", explicó a La Prensa Griselda Quinteros, mamá de seis hijos y ama de casa, que con 41 años sostiene orgullosa su diploma del secundario.

Año tras año, Griselda acompañaba a su hijos en sus clases siempre diciéndoles que en algún momento retomaría los estudios secundario que había dejado cuando había quedado embarazada de su primera hija. Veía como cada uno de sus hijos avanzaba aprendiendo cosas que recordaba a veces vagamente.
Así, un día en que volvía a repetirse su promesa de regresar a la escuela se dio cuenta que ya no podía seguir posponiéndolo. Tuvo temor por el desafío que sería retomar sus estudios y los cambios que tendría que hacer con los horarios familiares. "Antes de anotarme lo consulté en mi casa. Como tengo un nene de 3 años y mis otros hijos van por la mañana al colegio y universidad tenían que modificar sus horarios", recordó Quinteros.

La rápida aceptación por parte de sus hijos motivó a Griselda a juntar el valor final para acercarse al programa "Ellas Hacen", una propuesta creada desde el Ministerio de Desarrollo Social destinado a que 100 mil jefas de familia que se encontraban en situación de vulnerabilidad, como madres de hogares numerosos, puedan finalizar sus estudios.

Más allá del cambio de la rutina familiar, la experiencia de Griselda la acercó mucho más a sus hijos y hasta de formas inesperadas. "Tener a mis hijos presentes en cada paso que di para terminar los estudios me provoco mucha emoción. Estuvieron conmigo apoyándome. Me ayudaban con la tarea. Fue un cambio en el rol que teníamos", recordó riéndose la madre de seis.

Pero también se generó un impacto en la vida de sus propios hijos que por esa época volvían a su casa con notas bajas. "Con el tiempo empezamos a hacer una competencia para ver quién conseguía mejores notas. Ellos estaban con notas bajas y eso los motivó a mejorar", destacó orgullosa Griselda.

Tres años de esfuerzo, con meses de estudio, completando tareas y reuniéndose con sus compañeras concluyeron un día cuando en un salón, lleno de familiares y amigos, dijeron su nombre y con muchos nervios y emoción se acercó al escenario para recibir su diploma.

Sin embargo, esa experiencia resultaría aún más enriquecedora en la vida de Griselda al plantarse la idea de continuar estudiando una carrera."Mis profesores me decían que notaban como avanzaba rápidamente y me incentivaron a continuar estudiando. Decidí que me gustaría ser instrumentadora porque ayudaría en los hospitales sobre todo en las operaciones. Yo a mis hijos les digo que se tienen que esforzar y estudiar. Siempre para buscar trabajo hay que tener los estudios completos. Te da una mejor oportunidad. Igual creo que si hay chicos y adolescentes que no terminan la escuela no es de ignorante sino que le falta más apoyo para estudiar", reflexionó la madre que celebra su día como una feliz egresada.


AYUDAR A LOS CHICOS
La falta de un apoyo escolar en la temprana edad provoca que muchos alumnos al ingresar al colegio secundario lleguen con grandes dificultades para comprender las asignaturas que se le plantean. Por lo general, esta dificultad en el aprendizaje son originadas en la escuela primaria donde quedan relegados detrás de los demás compañeros que sí alcanzan a completar su formación educativa. Ante esta realidad, muchos de estos adolescentes, en un contexto de vulnerabilidad, dejan sus estudios frente a la incapacidad de encontrar su espacio en el sistema educativo.

Para revertir esta situación se ideó una prueba piloto que uniría las propuesta de "Ellas Hacen" junto a "Dale!" (ver recuadro), una iniciativa pensada como una herramienta para enseñar a leer y a escribir a los niños en situación vulnerable.

"Entiendo mucho lo que viven por mi propia experiencia de vida. Viví en un lugar humilde. A mi hija mayor le diagnosticaron un síndrome y es muy caro el tratamiento. Hubo muchas puertas cerradas. Además de un día a otro la escuela privada a donde iba mi hija la cambió a un colegio especial sin una mediación de por medio", recordó a La Prensa Verónica Gómez que con sus 39 años y tres hijos decidió formarse para acompañante terapéutico para ayudar a su hija.

En 2014 Verónica ingresó a "Ellas Hacen" y, como tenía sus estudios secundarios completos, comenzó a brindar apoyo escolar a sus compañeras del programa que estaban volviendo a estudiar. Ahora continúa formándose para ayudar a los chicos de su barrio.

"Cuando comencé estaba en un pasantía. Me indicaron que fuera al colegio y lo llamaron la colmena. Al principio me extrañé por el nombre pero cuando vi el lugar entendí que los chicos están todos zumbando llenos de energía y son tan activos que el lugar parece una colmena. Siempre es algo nuevo, cada uno tiene una experiencia de vida. Todas las historias son distintas. Se aprende mucho de ellos que son muy afectuosos", destacó Verónica que pese al desafío inicial hoy se siente orgullosa de su trabajo.

La experiencia marcó tanto a esta madre de tres que, finalizada la pasantía, decidió continuar ayudando. Así, a todas sus tareas cotidianas y laborales le sumó dos veces por semana su visita a un colegio en Pilar para asistir a sus alumnos, que van desde el segundo al quinto grado.

"Mi hija más grande siempre me apoyó en ayudar a otras familias que tienen chicos con necesidades especiales. Les inculcamos a estos chicos que todos tienen un talento. Mediante la capacitación que tuvimos a través del programa Dale! buscamos estrategias para motivarlos. Yo les doy caritas en el cuaderno y a ellos les encanta. Es como un logro y ellos lo sienten como una superación", contó emocionada Gómez.

Como toda experiencia enriquecedora, las anécdotas surgen inmediatamente. Pero hubo una de ellas que ilumina más la cara de esta maestra integradora. "Tengo tres hermanitos como alumnos. El varón cuida de sus hermanas. Dice que es el mayor y que se va a hacer cargo de que hagan la tarea", recuerda riéndose Verónica.

El esfuerzo de cada semana, el cariño retribuido por sus alumnos y el orgullo que sienten sus propios hijos, que la acompañan en esta misión educativa, son sólo parte de los motivos que la sostienen en esta tarea. "Con esta ayuda buscamos que tengan las herramientas fundamentales para que de grandes conozcan sus derechos y salgan bien formados con una buena educación. Las personas tienen que comprender que ese alumno puede ser su hijo, un sobrino, etc, y que hay que darles una mano", concluyó la acompañante terapéutica y miembro de Dale!.

UNA LUZ
Cuando Gladis Ramón tuvo que salir a la calle para buscar trabajo se dio cuenta que tendría una difícil tarea. Recién separada, con tres hijas a quienes alimentar y sin un sostén familiar para ayudarla, la necesidad era urgente.

Por el aviso de una vecina se anotó en una cooperativa de Argentina Trabaja, del Ministerio de Desarrollo Social, donde aprendió sobre huerta y paisajismo. Más tarde fue traslada a Tecnópolis donde hoy se encarga de las plantas y flores que dan color a las áreas verdes de la muestra. Después de años de trabajar como empleada doméstica, carnicera y costurera, a través de las plantas empezó una etapa que le "cambió la vida".

"Este proyecto es un cable a tierra que me permite admirar como de una semilla surge un brote y luego una planta. Además se me suma que la gente pasa por el paseo verde donde tenemos una huerta y nos piden consejos. También pasa gente de campo que nos da tips sobre cómo mejorar un cultivo. Siento que además de mi trabajo estoy aprendiendo", destacó la madre de 51 años.

Durante el período en que la muestra recibe contingentes de alumnos de la Ciudad y Provincia de Buenos Aires, miles de anécdotas surgen en el recorrido.

"Una vez vinieron chicos de 6 o 7 años con maestras. Uno saltó diciendo que su mamá compraba la verdura en supermercado. Ellos le explicaron cómo se cultivaba, algo que muchos chicos desconocen, a lo que el chico terminó exclamando que le habían mentido y que le habían dicho que salía de una heladera", recordó Gladis que destacó las bondades de que se pudiera impartir clases de horticultura a los chicos en ese paseo verde.

Luego agregó que "De los errores siempre se aprenden. Siempre hay que luchar porque tenés una familia atrás tuyo que depende de vos. Hoy agradezco a la vida de tener esta oportunidad. En donde hay un rayito de sol hay que salir".          

Apostar a un círculo virtuoso que permite dar ayudar a los chicos

"El proyecto "Dale!" comenzó con un proceso de alfabetización en un contexto de pobreza. Siempre hay chicos que en sus estudios en clase terminan detrás de sus pares. Con "Dale!" creamos una metodología para trabajar con esos chicos", destacó a La Prensa la Licenciada en educación Beatriz Diuk, quien es directora de "Dale!", un programa pensado como una herramienta para enseñar a leer y a escribir a los niños en contextos de pobreza que no están avanzando al ritmo de sus pares.

Desde puesta en funcionamiento, en 2012, hubo ya más de 7 mil chicos que fueron tratados individualmente por un equipo conformado por docentes, investigadoras, especialistas en educación y en psicolingüística. Dale! acompaña a maestros y educadores comunitarios a lo largo del país.
"Cuando comenzamos notamos una enorme demanda y que había muchos chicos analfabetos o con problemas de lectura. El programa fue creciendo principalmente porque funcionaba y se recomendaba por el boca boca", recuerda Diuk que también se desempeña como profesora en la Universidad de San Martín.

Concientes que ir a la escuela pero no aprender a leer y a escribir es una experiencia dolorosa, que daña profundamente la autoestima de los niños, en el espacio Dale! cada niño es recibido, escuchado, atendido, reconocido y valorado.

"Nadie sabe la cantidad de chicos que hay con este tipo de necesidades. Pero en el conurbano de Buenos Aires hay mucha demanda. Y es un área con una situación más crítica que otras regiones. El programa "Dale!" en sí mismo plantea desde el principio desarrollar un vínculo con los chicos. Ellos sufren dentro de la institución educativa porque no pueden aprender en sus tiempos. Hay que mostrarles que nos interesa qué sienten, necesitan e importan. Se crea un vínculo inmediato que es muy precioso para los que participamos, nos llena", enfatizó la educadora.

PILOTO
Desde a comienzos de este año la propuesta empezó a trabajar con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en algunas escuelas. Así, comenzaron a acompañarlas en el tratamiento de los chicos con problemas de aprendizaje. Para ello surgió un programa piloto de integrar a mujeres del programa "Ellas Hacen" para que asistieran en este desafío escolar.

"Mujeres que participan en el programa se capacitaron como posibles alfabetizadoras. Hacen talleres para aprender la metodología de trabajo. Hoy trabajan con chicos y ponen mucho compromiso y entusiasmo. Ellas dan una enorme batalla para recibirse y hoy son educadoras comunitarias", resaltó Diuk orgullosa de los resultados obtenidos hasta el momento.

Luego agregó que "No es una cuestión de que hay un menor que tiene una dificultad familiar sino que el problema viene de la escuela que no está preparada para estos chicos. La escuela no está preparada para el contexto actual".

PAIS
"Trabajar en situación de pobreza es un desafío. En la escuela primaria hoy hay baja deserción, algo distinto con lo que ocurre en el secundario, pero lograr el aprendizaje sencillo es difícil porque algunas escuelas no tienen herramientas", se lamentó la especialista en educación.

Actualmente el programa Dale! se está desarrollando en las provincias de Buenos Aires, Mendoza y recientemente en Salta."Trabajar con personas no docentes fue un desafío. Este año trabajaron con 180 personas en en Salta y con 600 en Mendoza. En esta última provincia están más organizados y fue más fácil trabajar con ellos. Tienen un sistema educativo que funciona y hubo un proceso de replicar que fue muy importante", destacó la directora de Dale!.

Consultada sobre la posibilidad de expandir el programa a otras provincias Diuk dijo que "Estamos avanzando en distintas líneas. No surgió pensado para todo el país sino que creció según la demanda. Nos interesa crecer pero cuidando la calidad. Queremos que se mantenga equilibrado estos dos factores. Parte del readaptar "Dale!" al "Ellas Hacen" para que adquieran mayor escala. Hace poco hubo un encuentro entre estas mujeres que ayudan y le contaron a Carolina Stanley que sus hijos les decían que se sentían orgullosos de sus madres por hacer este tipo de trabajo. Muchos que están en el colegio o que dejaron sus estudios dicen que si ellas pudieron hacer el esfuerzo para terminar, ellos también. Es apostar a un circulo virtuoso".