Crítica: "El buen amigo gigante", dirigida por Steven Spielberg

Una bella historia de amistad

"El buen amigo gigante". ("The Big friendly Giant") Estados Unidos, 2016. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Melisa Mathison sobre la novela de Roald Dahl. Fotografía: Janusz Kaminsky. Música: John Williams. Actores: Mark Rylance, Ruby Barnhill, Penelope Wilton y Rebecca Hall. Presenta: Buena Vista. Duración: 107 minutos. Calificación: Apta para todo público.

Como Elliot y E.T, el delicioso extraterrestre de Steven Spielberg, Sophia y el amigo gigante establecen una particular relación. Ella es una pequeña y solitaria lectora de Nicolas Nickleby, el libro de Charles Dickens. Huérfana, vive en un asilo lúgubre intentando sobrevivir. Cuando descubre al gigantón que está tratando de mejorar los sueños de los niños, no se imagina que él la va a raptar y llevar a su comarca. 

Comarca de Gigantes caníbales que lo tienen casi como un servidor por su condición de vegetariano y excéntrico. Lo que se viene va a involucrar a los Gigantes enemigos y a la reina británica, convocada por la pequeña Sophia.

OBRA DE ROALD DAHL
La película está inspirada en una novela de Roald Dahl ("Matilda", "Charlie y la fábrica de chocolate"), uno de los mejores escritores infantiles, capaz de conciliar un pasado de piloto estrella en la Segunda Guerra Mundial, con su temperamento de Don Juan y su notable empatía con los pequeños lectores. Y Dahl por supuesto crea una heroína femenina, valiente, cuestionadora y rebosante de sentido común, magníficamente interpretada por la debutante Ruby Barnhill que forma dueto con Mark Rylance, el ex espia ruso de "Puente de espías", la última de Spielberg. 

El con su maravillosa bonhomía, el encanto de sus orejas móviles y su nariz privilegiada, se verá seducido por la pequeña curiosa. Notable desde el punto de vista formal, con un privilegiado manejo del stop motion, esos gigantes parecen haber salido de los viejos libros de cuentos en relieve para emprender imposibles luchas. La escena de la huida del buen amigo gigante con la pequeña Sophia al país de los Gigantes impresiona por las imágenes que se suceden en la carrera. Pasa exactamente igual con la llegada al Palacio de Buckingham, atendido por chambelanes y asesores. Ambas se convierten en las mejores del filme. 

PEPINASCO Y BARBUSITA
Que no hay tanta química entre el gigante y la niña como la había entre E.T. y Elliot, y que no hay sorprendentes aventuras puede aceptarse, pero es un hallazgo el manejo de esa suerte de gíglico cortazariano o jerigonza a lo Oliverio Girondo que maneja el gigantón, heredada del texto en que se inspira el filme y que inmortaliza entre grandes y chicos un léxico gastronómico en el que palabras como pepinasco y especialmente burbusita, esa bebida imposible y mágica se convierten en estrellas de la conversación.

Con cierta lentitud en el comienzo, mejor ritmo a partir de la aparición del Gigante, buen humor y la aparición de una profesional como Penélope Wilton ("Downton Abbey") en el papel de la Reina, completan un entretenimiento con ingenuidad y encanto.

Calificación: Buena.