Algunos datos sobre tiempos y distancias son elocuentes e impresionan

El Camino Real de Buenos Aires a Lima

El servicio de correos tuvo su prueba de fuego en 1816: su aceitado funcionamiento permitió que la noticia de la Declaración de la Independencia se conociera en Buenos Aires en apenas once días.

Por Alejandro Poli Gonzalvo

Especial para La Prensa

La Argentina se hizo a caballo. Repetida a menudo, esta frase cobra todo su significado cuando se abandonan las grandes páginas de la historia y se observa el transcurrir de la vida cotidiana a través de los caminos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Algunos datos sobre tiempos y distancias son elocuentes e impresionan por el desafío que planteaban a los viajeros. En la época de la Independencia las distancias se medían en leguas. Existían variantes sobre la extensión de una legua pero en general se considera que la legua de posta equivalía a 4 km. Según esta métrica, la distancia que separaba Buenos Aires de La Quiaca era de 475 leguas, aproximadamente 1.900 km. De la Quiaca a Lima el tramo a recorrer era de unas 530 leguas, aproximadamente 2.100 km.

¿En cuánto tiempo se podía recorrer ese larguísimo trayecto? Las cifras variaban de acuerdo con las condiciones climáticas y el medio de transporte. Marchando a caballo la distancia promedio que podía recorrer un jinete era de 8 leguas por día. En carreta el trayecto diario se acortaba a 4 leguas. Estos tiempos significan que para ir de Buenos Aires a Lima a caballo se necesitaban 4 meses. En carreta se llegaba a Jujuy y luego se continuaba sobra la base de recuas de mulas: el viaje duraba hasta 8 meses.
Sin embargo, en la práctica el viaje a Lima de un chasqui a caballo del servicio de correos se podía hacer en un plazo promedio de entre 30 y 40 días, a razón de 30 leguas diarias. Este tiempo extraordinario para la época sólo se pudo lograr por la existencia del Camino Real.

El Camino Real fue instituido en 1663 por el gobernador del Río de la Plata José Martínez de Salazar y tenía dos vías principales, el Camino Real del Perú que seguía en líneas generales el itinerario de la ruta 9 y el Camino Real del Oeste en dirección a Cuyo y que recorría un trazado similar a la ruta 7. Sin embargo, alcanzó toda su relevancia para el transporte en el futuro Virreinato del Río de la Plata al crearse en 1748 el servicio de Correos y Postas por iniciativa de Domingo de Basavilbaso, que por este motivo es reconocido como el padre del correo argentino. La clave del nuevo servicio era la cadena de postas que jalonaban el camino.

LA FUNCION DE LAS POSTAS

Las postas eran lugares de recambio de caballos que permitían que los viajeros pudieron continuar su camino utilizando caballo frescos, dispuestas a una distancia de entre 4 y 8 leguas. En general, eran construcciones austeras, con paredes de piedra y adobe, techos de paja y escaso mobiliario, que brindaban comida y alojamiento a viajeros y arrieros. A pesar que las ordenanzas sobre postas exigían una serie de comodidades, en muchas de ellas debía conseguirse hasta la leña para el fuego; en otras, era preferible dormir debajo de las carretas por el temor a los insectos.

En 1762 se dictó la "Ordenanza que deben observar los funcionarios de correos, caminos y postas". Esta ordenanza estableció oficialmente la localización y condiciones de las postas y los caminos que las comunicaban. Las primeras postas fueron establecidas a partir de 1771.

En 1791, Manuel de Basavilbaso, hijo de Domingo, y a la sazón Director de Correos de Buenos Aires, se encargó de redactar un pormenorizado "Reglamento de Postas", que debía ser cumplido por todas las postas establecidas en el territorio del Virreinato del Río de la Plata. El Reglamento estableció que cada posta debía estar regenteada por un "maestro de posta", que debía ser auxiliado por dos "postillones".

El cargo de maestro de postas era desempeñado por una persona con ciertos recursos, distinguida y representativa del lugar. Era necesario que supiera leer y escribir, ya que toda persona que quisiera viajar por las rutas del territorio estaba obligada a presentar su pasaporte ante el maestro de posta, expedido por la policía o autoridad militar, acompañado de una hoja de ruta expedida por el Director de Correos. Su nombramiento provenía del Director de Correos. Gozaba de ciertos privilegios, como el no poder ser convocado para el servicio de milicias, lo cual evidenciaba que era una profesión rodeada de cierta consideración, especialmente en la época de la Independencia.

Su obligación principal era la de disponer de un mínimo de 50 caballos, cuyo relevo debía realizarse en un tiempo que no fuera superior a cuatro minutos durante el día y a seis minutos por la noche.

LOS POSTILLONES Y CARGA

Por su parte, los postillones eran jóvenes que acompañaban a los viajeros hasta la próxima posta y luego regresaban con los caballos. Apenas mudados los caballos, emprendían un nuevo viaje. Los viajeros no podían llevar caballos propios, debiendo tomarlos en cada posta del camino y pagar los derechos según la tarifa establecida. Por eso, para establecer una posta era necesario contar con pastos y aguadas cercanos para alimentar a los caballos. Algunas postas llegaron a ser verdaderas posadas y contaban con una pulpería.

La capacidad de carga era limitada: una carreta tirada por bueyes podía acarrear 1500 kilogramos. Mientras que una mula transportaba 150 kilogramos. Una caravana promedio era de 40 mulas pero en ocasiones se realzaban viajes con centenares de mulas. El Ejército de los Andes utilizó 10.000 mulas para transportar todos sus enseres y armamentos.

CAMINO DE LA HISTORIA

El Camino Real al Alto Perú es conocido como el "Camino de la Historia" y hoy se lo puede transitar desde la ciudad de Córdoba hacia el norte. Fue el eje de la vida, el intercambio comercial y el desarrollo económico en tiempos de la Independencia.

En la posta cordobesa de Pozo del Tigre se redactó el parte que informaba que el virrey Santiago de Liniers y su comitiva habían sido detenidos al fracasar la contrarrevolución organizada en Córdoba. Liniers fue tomado prisionero en la vecina posta Las Piedritas, al sur de San Francisco del Chañar, y desde allí junto a sus compañeros de infortunio fueron conducidos rumbo a Buenos Aires, pero antes de arribar a destino, en Monte de los Papagayos o Cabeza de Tigre, fueron fusilados.

En la posta salteña de Yatasto tuvo lugar en enero de 1814 el célebre encuentro entre Belgrano y San Martín en el cual Belgrano traspasó a San Martín el mando de las tropas derrotadas en la segunda campaña al Alto Perú. 

Francisco Ramírez, el Supremo Entrerriano, encontró su muerte en el paraje cordobés de San Francisco Viejo, también cercano a la posta Las Piedritas. Y en el mismo territorio cordobés en 1835 fue asesinado Facundo Quiroga en Barranco Yaco (paraje cercano a la posta Los Talas), siendo sus restos velados en la posta de Sinsacate.

El servicio de correos tuvo su prueba de fuego en 1816: su aceitado funcionamiento permitió que la noticia de la Declaración de la Independencia se conociera en Buenos Aires en apenas once días. Las postas, los jinetes a caballo del correo y los arrieros de mulas y carretas eran al intercambio de información y mercaderías de aquella época lo que Internet y los camioneros a la actual: la red por la que fluían las noticias y el comercio.


EPígrafe foto: 1
Entrevista entre San Martín y Belgrano en 1814, atrás la posta de Yatasto. Oleo sobre tela de Manuel Francisco Yglesias (1901-1969).