El Libertador y una de las cuestiones más espinosas de nuestra historia

El Alto Perú o el dilema de San Martín

La estrategia fracasó en orden a incorporar las intendencias del Alto Perú al patrimonio territorial de las Provincias Unidas. El debate historiográfico ha sido incesante, aunque mayoritariamente inclinado hacia una evaluación positiva del plan sanmartiniano.

Por Alejandro Poli Gonzalvo

Especial para La Prensa

El Alto Perú, la actual Bolivia, es una de las contadas regiones de la Tierra que al momento de su emancipación debió elegir entre tres destinos posible: ser peruanos, ser argentinos o ser independientes. Pero lo cierto es que para llegar a esa encrucijada se partió de una decisión administrativa de la Corte de Madrid que bien pudo ser muy distinta: la inclusión de las intendencias altoperuanas en el Virreinato del Río de la Plata.

Si España no hubiera tomado esa decisión y las Intendencias altoperuanas hubiesen permanecido bajo el dominio de Lima o configurado una Capitanía General como Chile, seguramente los historiadores argentinos no hablarían de la pérdida de ese territorio sino de un proceso irreversible similar al de Paraguay.

De hecho, la Intendencia de Puno formó parte del Virreinato del Río de la Plata hasta que en 1796 fue reincorporada al Virreinato de Perú. Esta Intendencia incluía los distritos del lago Titicaca; sin embargo, no se conocen argentinos que piensen que perdimos esa hermosa región por la impericia de Buenos Aires.

Las Intendencias altoperuanas eran cuatro: La Paz, Potosí, Charcas y Cochabamba. Habían formado parte del Virreinato del Perú durante dos siglos y medio, cuya capital, Lima, era junto con México la ciudad más poderosa y rica de Hispanoamérica. De las Intendencias, Charcas fue la que mayores reparos ofreció a la nueva estructura virreinal. Era de esperar. Por el prestigio de su Audiencia y por la influencia de su Universidad, Charcas sentía que no podía ser gobernada desde la lejana Buenos Aires y así lo hizo saber en varias oportunidades.

En 1781, solicitó formalmente al Consejo de Indias que la capital del Virreinato se mudara a su ciudad, pero su pedido fue rechazado. No obstante, el Virrey del Perú, el caballero Teodoro de Croix, volverá a la carga en 1789 solicitando lisa y llanamente la supresión del Virreinato del Río de la Plata. El trámite del expediente, un perfecto exponente de la burocracia imperial española, se prolongó hasta 1802, año en que el Rey resolvió la permanencia del Virreinato.

CUESTION CONTROVERSIAL

Estos antecedentes demuestran que en el período colonial la incorporación del Alto Perú al dominio del Plata era una cuestión controversial en función de los antecedentes jurídicos e históricos.

Hasta la derrota de Sipe Sipe en 1815, tres ejércitos enviados por Buenos Aires fueron vencidos y obligados a rehacer el camino del Altiplano hacia las provincias interiores. Se podrá discutir la táctica seguida en cada batalla, así como criticar ciertas actitudes de los revolucionarios porteños que contrariaban las costumbres locales, pero la realidad enseñaba que pese al empeño de las tropas rioplatenses y al heroísmo de los criollos del Alto Perú, el camino a La Paz estaba plagado de peligro e incertidumbre.

Sin embargo, estos inconvenientes no eran insalvables; pero al aprobar Pueyrredón el plan del cruce de los Andes que le propuso San Martín, la suerte quedó echada.

En este punto, aparece una de las cuestiones más espinosas de nuestra historia: la estrategia libertadora del Gral. San Martín. Sobre ella, existen dos posiciones clásicas: la de Mitre a favor del cruce de los Andes y de la liberación de Chile y Perú y la ácida crítica de Alberdi: "ponerse a libertar a Chile, cuando había todavía cuatro provincias argentinas en poder de los españoles era una locura".

El debate historiográfico ha sido incesante, aunque mayoritariamente inclinado hacia una evaluación positiva del plan sanmartiniano. Es injusto criticar un plan basándose únicamente en los resultados. Pero dicho esto, la estrategia de San Martín fracasó en orden a incorporar las intendencias del Alto Perú al patrimonio territorial de las Provincias Unidas.

Pueyrredón creía que se debía contraatacar con el Ejército del Norte, reforzado por las tropas que preparaba San Martín en Cuyo, pero en la entrevista en Córdoba en julio de 1816 San Martín lo convence de las bondades de su plan y se dirige a Buenos Aires decidido a apoyarlo con todos los recursos posibles. Este cambio de opinión de Pueyrredón es decisivo para el curso de los acontecimientos.

¿Qué hubiera pasado si el Ejército de los Andes se unía al Ejército del Norte y San Martín y Belgrano, con la ayuda de las milicias de Güemes y de los caudillos altoperuanos, emprendían una campaña progresiva, conquistando una plaza militar y asegurándola con firmeza antes de proseguir el avance?.

¿Hubiera progresado un plan de esta naturaleza? Es difícil afirmarlo pero a todas luces el camino hacia el Desaguadero desde Jujuy era más accesible a condición de contar con tropas disciplinadas y generales competentes, condiciones ambas que reunían las tropas combinadas de San Martín y Belgrano. 

GANAR TERRENO

De lo que se trataba era de desarrollar una estrategia colmada de paciencia y gradualismo. No se necesitaba llegar a La Paz con un impulso único y extremo; se trataba de ir ganando terreno y consolidar la posición, dando garantías a las poblaciones que los realistas no volverían a masacrarlos.

Con tropas de línea en las cercanías, los patriotas de Tarija, Potosí, Charcas, Cochabamba, hubieran sido capaces de defender sus territorios como Güemes lo hizo en Humahuaca y Salta. El ejemplo de la campaña de Lamadrid en Tarija y Chuquisaca en 1817 avala esta hipótesis: si el temerario comandante comprometió a la región sur del Alto Perú con su pequeño contingente, ¿no se habrían obtenido resultados decisivos con un ataque masivo y bien planificado?.

El historiador boliviano Jorge Siles Salinas evalúa las consecuencias de las acciones de San Martín sobre su patria: "La expedición de San Martín a Chile y Perú tuvo efectos decisivos para el territorio de Charcas. De hecho, Buenos Aires renunciaba a intentar la liberación del Alto Perú. Y esta decisión la había tomado San Martín al desviar hacia el occidente andino sus planes estratégicos".

En los duros años de las luchas de la Independencia, el Alto Perú se habituó a su aislamiento y renació la llama nunca extinguida de su identidad local, en una circunstancia histórica en que las Provincias Unidas no contaban con un poder central y el conflicto con Brasil por la posesión de la Banda Oriental concentraba las preocupaciones de los rioplatenses.

El 9 de mayo de 1825, el Congreso Constituyente convocado por Buenos Aires en 1824 dictó una ley que declaraba "la libertad de las provincias altoperuanas para disponer su suerte". La osada pretensión de mantener la integridad territorial del Alto Perú, que había costado el sacrificio de miles de argentinos, concluyó con una lacónica declaración de un renglón.