"Es negocio para Argentina la fabricación de satélites"

Héctor Otheguy, CEO de INVAP, destaca el impacto económico y estratégico del Arsat-2. Será lanzado a fin de mes desde Guyana. Cubrirá todo el continente y venderá servicios de telecomunicaciones. El costo total es de u$s 250 millones. El rol de los proveedores locales.

A fines de este mes, desde la Guyana francesa, será lanzado el Arsat-2, el segundo satélite argentino de telecomunicaciones, versión similar al Arsat-1, pero que por su posicionamiento podrá vender servicios al resto del continente, convirtiéndose en una fuente de divisas. El proyecto sobresale por el desarrollo de la tecnología nacional, pero tiene también una lógica económica que vale la pena abordar.

"Creo que es negocio hacer satélites, tener la capacidad de hacer satélites. Eso tiene varias ventajas, una de ellas es independizarse de un proveedor que llegado el caso en algún momento puede cerrar la llave del servicio", explica Héctor Otheguy, licenciado en Física y CEO del Invap (Investigación Aplicada), la empresa constructora de los dos satélites.

Y agrega: "Es fundamental destacar que hay muchas empresas que se dedican a esto vendiendo los servicios. En este caso sería Arsat, una empresa estatal, que estudia qué es lo que necesita el país en esta materia y qué servicios se pueden vender al exterior. Entonces ellos definen qué tipo de satélite hay que hacer. Más que el satélite, que es la nave, el equipo electrónico que va adentro y es el que sirve para recibir la señal y después a través de una antena compleja iluminar diversas partes del país".

-¿Qué áreas de cobertura tienen el Arsat 1 y 2?

-El Arsat 1 ilumina todo el país y algo de los países limítrofes. El Arsat 2 está pensado para complementar en parte al primero y también tiene antenas que iluminan hasta el norte de América. Argentina con el segundo satélite ya puede vender servicios afuera por la forma en que fue diseñado.

-¿Qué tipo de servicios pueden comercializarse?

-El satélite fundamentalmente brinda servicios en todo lo que es comunicaciones, transferencia de datos entre organismos federales o empresas que tienen sucursales en otros puntos. También sirve para brindar internet en lugares adonde no hay acceso por fibra óptica, televisión digital y sobre todo lo relevante es el hecho de diseñar el satélite que uno quiere. Esa es una característica especial con la cual Invap ha ido logrando oportunidades de mercado internacional y nacional.

-¿El satélite complementa el servicio a la actividad privada y también a los intereses del Estado?

-Sí, las dos cosas. Por tener una mirada amplia, estratégica del país, no se guía por el frío número económico. Arsat brinda el servicio, ellos especifican el satélite. Hay un ida y vuelta con Invap, si agrego más cosas, si aumento el peso del satélite. En el caso nuestro, Invap es el contratista principal, el que tiene la responsabilidad de hacer el satélite con un determinado costo establecido en un contrato y en un determinado plazo.

LARGA VIDA

-¿Qué vida útil tiene un satélite de estas características?

-Alrededor de 15 años. La operadora de Arsat está en Benavídez, ellos serán los encargados de ir midiendo al satélite y el combustible. El satélite está girando alrededor del planeta, a la misma velocidad, a 36.000 kilómetros de la tierra. Está en una órbita en el plano ecuatorial. El satélite, Arsat en este caso, estará fijo, pero hay un área de aproximadamente 50 kilómetros dentro de la cual hay que mantenerlo. Cada tanto, el aparato tiende a moverse. Entonces los controladores desde Benavídez le prenden los motorcitos y lo vuelven a colocar donde debe estar con un leve impulso.

-¿El satélite tiene motores propios?

-Cuando se pone un satélite en el espacio, no lo dejan en la órbita en la cual finalmente operará, sino en una órbita elíptica a más de 200 kilómetros de la tierra. Una vez que el cohete lo larga, tras una hora de vuelo, ahí el satélite está por las suyas. Es el momento en que empiezan a encenderse todas las cosas, los motores, el sistema de transmisión, actúan las computadoras. Todo eso lo manejamos en conjunto con Arsat durante algunas órbitas. El 80% del combustible que lleva se gasta en esa maniobra, y ahí se lo posiciona en la órbita elegida. Si el cohete lo dejó bien posicionado, se gasta menos combustible en el viaje y al satélite le queda más vida útil.

-¿Cuándo y cómo se decide descontinuar el servicio?

-Uno de los temas que puede disparar el parar un satélite tiene que ver con cuánto combustible le quedó. En el caso del Arsat 1, como el lanzamiento fue muy bueno, se calcula que durará más de 15 años. Cuando queda muy poco combustible se prenden los motores y se lo desorbita, es decir se lo sube más para que no moleste y se lo saca de la órbita. Entonces queda dando vuelta por ahí en una zona donde hay muchos satélites en desuso.

ALTOS COSTOS

-¿Cuánto costó construir el Arsat 2?

-La operación tiene varias partes. El satélite en sí, que es de lo que nos ocupamos nosotros, y después hay que pagar el servicio de lanzamiento, que se hace desde Guyana a través de la empresa francesa Arianespace. Si incluimos el lanzamiento, que es caro, más la póliza de seguros que servirá para cubrirse en caso de que se destruya el satélite, todo ese paquete ronda los u$s 250 millones.

-¿Cuál es el costo del mantenimiento del satélite?

-No hay. Esa es la confiabilidad, uno tiene que hacer un equipo que es único. Todos los controles necesarios se realizan antes como para garantizar que el satélite funcionará.

-¿Cómo es la relación entre Arsat e Invap?

-Arsat es una compañía estatal cuyas acciones están en el ámbito de la autoridad Federal de Tecnología de Información y Comunicaciones. Eso incluye a la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, la Secretaría de Telecomunicaciones. Es una empresa 100% estatal que contrata los servicios de Invap para la fabricación del satélite.

-¿Cuál es la composición accionaria de Invap?

-Invap es una sociedad del Estado y el año que viene cumplimos 40 años. Es 100% de la provincia de Río Negro. El Invap es una iniciativa de la Comisión Nacional de Energía Atómica en el Centro Atómico Bariloche. Los que estuvimos en ese grupo éramos liderados por el responsable máximo del tema en la Argentina, el doctor Conrado Barotto. Casi todos somos egresados del Instituto Balseiro. Barotto tenía en mente hacer una empresa, porque una empresa vive de lo que vende. Las empresas como Invap, que vivimos de esto, no tenemos subsidios ni partidas del presupuesto nacional. La provincia puso en el inicio un capital muy bajo y adoptó una política de reinversión total de las utilidades. En 2007 facturamos u$s 35 millones y teníamos una dotación de 340 personas. Este año, con 1.360 empleados, facturaremos más de u$s 200 millones.

-¿El Estado nacional es el principal cliente de Invap?

-Hoy el cliente principal es el Estado Nacional. En números redondos aproximadamente el 80% de nuestra facturación proviene del Estado. Pero en estos momentos también estamos haciendo el primer reactor de investigación que va a tener Arabia Saudita, que tiene mucho petróleo pero ya está pensando qué va a hacer cuando se le termine. También estamos trabajando con Brasil en dos reactores de investigación casi mellizos -uno es para Argentina-. Un tercio de la facturación nuestra son trabajos de exportación.

CADENA DE VALOR

-¿Estos proyectos mueven la cadena de valor local? ¿Impulsa la economía doméstica?

-Maximizamos todo lo que se puede hacer a nivel local. Primero, teniendo en cuenta a la gente de Bariloche. Luego con empresas de Río Negro y el resto del país. En total tenemos 140 proveedores, de los cuales apenas 10 o 12 son extranjeros. El resto son empresas u organismos del sistema nacional de ciencia y tecnología. Algunas de esas empresas no tenían el nivel adecuado para la confiabilidad que necesitábamos y ahí es donde los ayudamos a crecer. Después esa capacidad incrementada les queda y les da potencialmente acceso a otro tipo de clientes, no sólo Invap. Por ejemplo, empresas que se dedican a la soldadura de reactores nucleares. Ese es otro efecto de la política de desarrollar las cosas en Argentina. Se produce un efecto derrame. La decisión de hacer un satélite se toma por dar un paso más en la carrera aeroespacial, que es un mercado en crecimiento, pero no es algo puntual, en el proceso también se eleva el nivel de las empresas proveedoras.

-¿Han tenido dificultades para importar insumos? ¿También tienen que presentar las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones?

-Nosotros planificamos y mandamos la información de las necesidades que tenemos. Tenemos que hacer todos los permisos ante la Secretaría de Comercio. Pero además todo lo espacial pasa por un comité especial que autoriza que se pueda importar ese material, formado por la Cancillería, el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Economía. Uno tiene que tener la autonomía de poder definir qué voy a importar y qué tiene sentido desarrollar para reemplazar las importaciones. Esa es una decisión estratégica.

-¿La participación de China y Rusia en la construcción de centrales nucleares como Atucha III desplaza a Invap?

-El Gobierno ha estado negociando dentro de lo que se puede, y a veces cuando uno decide entre un proveedor y otro lo que más pesa es la financiación que se brinda. Hoy el costo de una central nuclear de esas características oscila entre los u$s 5.000 y los u$s 10.000 millones.