Siete días de política

CFK no sólo armó la sucesión; también irrumpió en la campaña

Después de elegir a Daniel Scioli como su candidato y anular a Randazzo utilizó la cadena nacional para criticar a opositores. El problema bonaerense. El peronismo comienza a reagruparse

La retirada de la presidenta Cristina Fernández se desarrolla en varios frentes. El primero es la organización de "bolsones" de poder que -al menos teóricamente- seguirán respondiéndole después del desalojo de la Quinta de Olivos. El objetivo de estos bolsones es menos la "preservación del modelo K" que el armado de una red de protección de quienes ya no dispondrán de la que le dan sus cargos actuales.

Con ese propósito sembró candidatos de "la Cámpora" y funcionarios las listas de diputados y senadores nacionales, aunque en el más optimista de los cálculos el cristinismo residual podría controlar entre el 10 y el 15% de las bancas de cada una de las Cámaras. Ese número dista de ser decisivo para la construcción de mayorías parlamentarias, pero cubre con fueros a los que puedan necesitarlos. ¿Es necesario hacer nombres?

Al cálculo numérico hay que agregar un factor más difícil de ponderar, pero no menos importante: cuántos de esos legisladores electos seguirán respondiendo las órdenes de CFK sin chistar en el futuro más o menos cercano.

Otro frente en el que se está desarrollando la retirada es el judicial. Ahí las operaciones son múltiples. Desde la eliminación de jueces adversos -por ejemplo en la Cámara de Casación- hasta el nombramiento de jueces y fiscales alineados con la Casa Rosada. De la primera tarea se encarga la mayoría oficialista del Consejo de la Magistratura, de la segunda la mayoría oficialista del Senado.

Hay por otra parte un bolsón de poder decisivo: el Banco Central. Allí el gobierno no sólo puso a Alejandro Vanoli con el que deberá convivir el futuro presidente, sino que este miércoles va a poner tres directores que le responden, entre ellos, una joven "militante" que todavía no tiene título universitario.

El control del Congreso es menos importante que el Banco Central para la próxima administración, en particular, si se tiene en cuenta que deberá hacer reformas clave como la eliminación del "cepo" cambiario.

Recuérdese, asimismo, los episodios protagonizados por otros presidentes residuales del Central como Pedro Pou o Martín Redrado, separados de sus cargos en forma traumática.

El amplio operativo de protección pos 10 de diciembre tuvo un notorio excluido: Amado Boudou. El vicepresidente vuelve al llano y nada puede ya detener la apertura de su juicio por el escándalo Ciccone. Es el kirchnerista que se avizora como chivo expiatorio por la corrupción de la "década ganada".

La presidenta tampoco será candidata, una decisión que causó sorpresa, pero que obedece a la lógica de no exponerse a una derrota. En uso de esa lógica pactó con Scioli que iba camino a vencerla si seguía apoyando a Randazzo.

La presidenta se sumó a la campaña y se atribuirá un eventual éxito oficialista. Una eventual derrota, en cambio, quedaría como patrimonio exclusivo de Scioli. Quiere retirarse con una imagen alta, pero no arriegarse a participar de una competencia de pronóstico reservado. Además, imagen alta no es igual que alta intención de voto.

Hay por otra parte cuestiones clave por resolver como la candidatura a gobernador bonaerense. En este punto la negativa de Randazzo sumió en la impotencia a la presidenta. Ahora tiene dos candidatos -Aníbal Fernández y Julián Domínguez- que están lejos de asegurarle la victoria.

Por eso la polémica pública está subiendo de tono. Mientras Fernández acusa a Domínguez y a los intendentes del conrubano de hacerle trampa, Domínguez le responde que a él no le han encontrado "nada sucio, nada poco transparente".

El riesgo de ir a las PASO con dos candidatos que miden poco, en particular Domínguez, consiste en que mejoran las chances de la candidata del PRO, María Eugenia Vidal. Por eso presionan a Fernández para que renuncie a su candidatura y sume sus votos a los del escasamente prometedor Domíguez. Pero para conseguir eso no sirve dar órdenes, sino ser persuasivo. A la presidenta le sobra aquí un "comisario" (Zannini) y le falta un "tejedor", al estilo de Juan Carlos "el chueco" Mazzón.

Al que eso no le ocurre es a Scioli. El gobernador está empezando a diseñar una maniobra de reanimación del peronismo para asegurar la gobernabilidad. Su estrategia excluye a la Cámpora e incluye a los gobernadores con quienes toma contacto el salteño Juan Manuel Urtubey.

En la campaña Scioli se presenta como kirchnerista, pero si llega a la presidencia gobernará como peronista, es decir, sin otra ideología que el pragmatismo ni otra meta que la preservación del poder.