Un hombre común en medio del delirio

Pequeña flor

Por Iosi Havilio
Literatura Random House. 122 páginas

Sin punto y aparte. Así, de corrido y sin pausa, está escrita Pequeña Flor, la última novela del argentino Iosi Havilio (Opendoor, Estocolmo, La Serenidad). Con un texto pleno de ocurrencias, Havilio utiliza una primera persona rabiosa, el antihéroe José, quien desgrana ideas, estratagemas o maquinaciones, una tras otra, sin dejar respiro al lector. Pasa que José no la tiene nada fácil. Se quedó sin trabajo y debe afrontar las tareas hogareñas que incluyen hacer deliciosas -y ocurrentes- comidas, pero sobre todo cuidar de su beba Antonia y contentar a su por momentos exasperante mujer Laura, la que "para la olla".

En las primeras páginas encontramos a nuestro antihéroe en la necesidad de conseguir una pala para sus trabajos de jardinería. No se le ocurre mejor idea que ir a pedírsela prestada a su vecino Guillermo, una especie de bon vivant que será clave en la historia.

A partir de ese hecho fortuito, se desencadena toda la novela. José descubre que tiene un extraño don, que no conviene adelantar, y que lo mantendrá en cierta forma alocado durante bastante tiempo. Por momentos apabullante y extralimitada, pero también moderna y ágil, Pequeña Flor busca conquistar al lector con esa idea de lo que puede pasarle a un "pobre tipo" de clase media un poco acomodada, quien debe vivir en un pueblo donde suceden cosas extrañas, con habitantes y modos más parecidos al porteño Palermo que a otra cosa. Escrita febrilmente, invita a ser disfrutada de un tirón.

A quien le interese este particular mundo que propone sumergirse en un misterio que raya en el delirio, Pequeña Flor le garantizará varias horas de entretenimiento y disfrute. Quien busque un estilo más reposado y sutil, con menos detalles y no tantas palabras, seguramente Pequeña Flor le puede parecer sencillamente insufrible.