Se abre una fuga de información que perjudica al kirchnerismo

Las relaciones peligrosas

Si a la presidenta Cristina Fernández le faltaba recibir alguna mala noticia en relación con la muerte de Alberto Nisman, la tuvo ayer temprano con la aparición en los medios de Fernando Esteche, líder de la agrupación Quebracho e involucrado por el extinto fiscal en la causa del encubrimiento de los iraníes.

Si a la presidenta Cristina Fernández le faltaba recibir alguna mala noticia en relación con la muerte de Alberto Nisman, la tuvo ayer temprano con la aparición en los medios de Fernando Esteche, líder de la agrupación Quebracho e involucrado por el extinto fiscal en la causa del encubrimiento de los iraníes.

La presión de Esteche al Gobierno fue directa, hasta podría decirse que brutal. Le pidió a la Presidenta que hable, "que nos defienda de este ataque que estamos sufiendo todos" y se autocalificó de "perejil", es decir, de personaje menor, de reparto. En ese sentido, pidió que den la cara los que considera protagonistas, Oscar Parrilli, actual jefe de la SI, y el ex director Antonio "Jaime" Stiusso.

Estas exigencias son la respuesta directa a la carta difundida por Facebook en la que la Presidenta lo había calificado sin nombrarlo de "personaje" simpatizante público de Irán y al que no había que espiar para conocer sus opiniones. En otras palabras, tomó distancia de los imputados por Nisman, desentendiéndose de ellos.

Pero el jefe piquetero no se quedó en el reclamo de que lo defiendan; dejó una muestra de lo que puede decir, si no lo hacen. En primer lugar, confirmó su conocimiento y trato con los otros imputados, ratificando en parte las sospechas del fiscal. Dijo, además, que con uno de los principales sospechosos, Ramón Allan Héctor Bogado, "discutió la condena que se me planteaba" por el violento ataque a la casa de Neuquén en Buenos Aires. Aseguró que Bogado actuó en esas circunstancias como representante de la jefatura de Gabinete. Cabe recordar que, pocas horas antes, Parrilli había dicho que Bogado no pertenecía a la SI. De la jefatura de Gabinete, no habló.

La irrupción de Esteche no podía ser más inoportuna. Abre una fuga de información que perjudica claramente al Gobierno. El reclutamiento de marginales para uso político no podía terminar de otra manera. El kirchnerismo, por mala praxis, vocación o necesidad, usó a las fuerzas de choque piqueteras durante años, alimentándolas con fondos públicos. Debilitó, así, las protestas y ganó la "guerra por la calle", pero ahora empieza a pagar el precio de esa jugada.