Fue por la celebración solemne por el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina.

Músicos argentinos ofrecieron la "Misa Criolla" ante el Papa Francisco

"La fe cristiana comenzó a convertirse en el más rico tesoro del alma de los pueblos americanos, cuya perla preciosa es Jesucristo: un patrimonio que se transmite y se manifiesta hasta la fecha", afirmó Francisco.

Roma - Los músicos argentinos Patricia Sosa,, Facundo Ramírez, el charanguista Rodolfo Ruíz; el vientista Tukuta Gordillo y Claudio Sosa participaron junto al coro romano Música Nuova de la presentación de La Misa Criolla en la Basílica de de San Pedro en el Vaticano, ante el Papa Francisco por la celebración solemne por el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina. 

La misa fue concelebrada por 750 sacerdotes, en su mayoría latinoamericanos que viven o estudian en Roma, y cinco cardenales del continente americano: el mexicano Norberto Rivera Carrera; el brasileño Raymundo Damasceno Assis, el chileno Francisco Errázuriz, el candiense Marc Ouellet y el estadounidense Sean O'Malley.

También asistieron el flamante embajador argentino ante la Santa Sede, Eduardo Valdés, recién llegado a Roma; la ministra de Cultura, Teresa Parodi, y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, que viajaron especialmente junto a una importante delegación de artistas, entre los que se encontraba Jaime Torres, uno de los interpretes originarios de la ´Misa´.

Un rato antes de la ceremonia religiosa, el Papa Bergoglio recibio a los músicos argentinos, y le dijo a Facundo Ramírez, hijo del célebre Ariel Ramírez, "tu padre era un grande y un místico".

Si bien no es la primera vez que la Misa Criolla es interpretada en la Santa Sede, la de hoy fue una presentación de inmensa trascendencia porque fue la primera ocasión ante el primer pontífice latinoamericano. Antes había sido ofrecida al Papa Paulo VI.

"La Misa Criolla" fue compuesta y grabada en 1964 y lanzada como álbum un año después, con Los Fronterizos, la Cantoría de la Basílica del Socorro y una orquesta integrada por instrumentos regionales, bajo la dirección de Ariel Ramírez.

A las 14:05, hora argentina, comenzaron a sonar el piano, el bombo y los primeros cánticos el coro, mientras Patricia Sosa emocionaba con su interpretación del "Gloria", la pieza más célebre de la Misa Criolla en la Basílica de San Pedro, ante el Papa Franciso. 

La composición de Ariel Ramírez, que cumple justamente 50 años, es un himno folclórico y religioso, que hoy se ejecutó en la celebración de la Virgen de Guadalupe, en una celebración profundamente latinoamericana, acompañada por la bandera de los pueblos originarios.

"Señor ten piedad de nosotros", arrancó la cantante argentina, con su voz firme, poderosa, y enfundada en un vestido azul a tono con el coro y con el protocolo. 

"La fe cristiana comenzó a convertirse en el más rico tesoro del alma de los pueblos americanos, cuya perla preciosa es Jesucristo: un patrimonio que se transmite y se manifiesta hasta la fecha", afirmó el papa Francisco.

"El futuro de América Latina está forjado por los pobres y por los que sufren, por los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia", afirmó el papa argentino durante la homilía en español.

"De ellos será el reino de los cielos", añadió, antes de referirse a América Latina como "la Patria Grande".
"América Latina es el continente de esperanza" porque allí se está a la espera "de nuevos modelos de desarrollo que combinen la tradición cristiana y el progreso civil, la Justicia y equidad con la reconciliación, el desarrollo científico y tecnológico con la sabiduría humana. Sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora", subrayó Francisco.

"Son los pueblos y naciones de nuestra patria grande latinoamericana, los que hoy conmemoran la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe", dijo el Papa, luego de haber escuchado el charango y el grito de "gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres". Y La Misa Criolla se fue intercalando con las oraciones de la ceremonia, en español, portugués e inglés.

La guía de la celebración fue en su mayor parte en castellano, con momentos en portugués y una oración en nahuátl, la lengua del indio San Juan Diego, a quien María se apareció en el monte Tepeyac, en las afueras de la actual ciudad de México.