El obispo de Iguazú negó la posible intervención del Vaticano en su diócesis

"Ayer justamente hablé con el Nuncio Apostólico y él no tiene ninguna notificación y no está al tanto de ninguna intervención" que podría ordenar el Papa, sostuvo el prelado Marcelo Martorell.

Posadas - El obispo de Puerto Iguazú, Marcelo Martorell, rechazó hoy la posibilidad de que el papa Francisco ordene la "intervención" de su diócesis y dijo que tiene "identificadas" a las "cuatro o cinco" personas que habrían difundido esa versión.

Fuentes eclesiásticas consultadas días pasados dijeron que sería inminente una "auditoría pastoral" a ese distrito eclesiástico del norte misionero, aunque no mencionaron una eventual intervención papal.

Los voceros explicaron que los cuestionamientos a Martorell tendrían que ver con "el perfil" de algunos seminaristas y sacerdotes ordenados por el prelado. 

"Ayer justamente hablé con el Nuncio Apostólico y él no tiene ninguna notificación y no está al tanto de ninguna intervención" que podría ordenar el Papa, sostuvo el prelado.

Además, Martorell restó entidad a las acusaciones en su contra: "Viene de parte de un grupo de cuatro o cinco (personas) que quieren que yo me vaya y están identificados", sostuvo, aunque no dio más detalles al respecto.

Asimismo, expresó su "sorpresa" por la difusión de problemas referidos a la jurisdicción a su cargo.

"Cuando fue cardenal (Jorge Bergoglio) realizó un gran esfuerzo para que yo sea obispo de Iguazú", sostuvo, al tiempo que reiteró su desconocimiento acerca del inicio de acciones en torno de su diócesis que habría ordenado el pontífice.

En mayo pasado, Francisco dispuso la salida del cargo como obispo de Rosario de monseñor José Luis Mollaghan tras las quejas formales que se presentaron sobre desmanejos financieros y maltrato, aunque sin disponer una intervención previa.

Ahora el Papa tiene bajo la lupa a otras dos jurisdicciones eclesiásticas con denuncias de irregularidades "graves" tanto económicas como reñidas con la moral cristiana: Puerto Iguazú, en Misiones, y Zárate-Campana, en el norte bonaerense.

El prelado de Iguazú, sedicente "amigo" del extinto empresario telepostal Alfredo Yabrán, sucedió en 2006 en el gobierno pastoral a Joaquín Piña, el obispo jesuita que como convencional constituyente le infligió la primera derrota electoral al kirchnerismo al frenar la reelección indefinida del ex gobernador Carlos Rovira.

Fuentes eclesiásticas confirmaron que en este caso, como en Zárate-Campana, el problema no es económico sino que radica en "errores y desviaciones doctrinales internas", sobre todo en las ordenaciones sacerdotes.

Aunque sin dar demasiadas precisiones, las fuentes aseguraron que "el perfil" de algunos seminaristas y sacerdotes ordenados por Martorell no responde al de "pastor con olor a oveja" que pregona Francisco.