"Organizar el Mundial fue un buen negocio para Brasil"

El sector turístico fue el gran ganador pero sufieron la industria y el comercio. La calidez de los anfitriones hizo que los errores quedaran en un segundo plano, asegura Gustavo Segré. El superávit sería de 2.200 millones de dólares. Un test aprobado de cara a los Juegos Olímpicos de Río 2016.

El Mundial fue un fogonazo de fútbol. Treinta días de transmisiones ininterrumpidas y pasión a flor de piel que alternaron alegría con tristeza. Ahora que es tiempo de telón bajo y conclusiones, queda por ver si finalmente organizar la Copa del Mundo fue un buen negocio para Brasil. Gustavo Segre, director de la consultora Center Group, con sede en San Pablo, narra la trastienda de un evento que cobijó a miles y cosechó millones.

-¿Qué impacto económico tuvo el Mundial en Mundial?

-Desde el punto económico fue muy bueno para el sector turístico. Inclusive nos sorprendimos todos por la organización, porque imaginamos que tal vez podía haber problemas en temas como los aeropuertos, y no ocurrió. Esto en función de la cantidad de gente del exterior que vino, que se calcula en alrededor de un millón. Hubieron 600 argentinos que fueron robados, pero por la cantidad de gente, la cifra es casi normal, lógica.

-¿Cómo fue la experiencia de otros sectores de la economía?

-Desde el punto de vista de la industria y el comercio, diría que la mayoría no veía la hora de que la Copa se termine. El país se paró por el Mundial. Fue terrible. No se compraban insumos, la venta de autos se detuvo, todo lo que tuviera crédito se paró, la compra de máquinas...

-¿Hay cifras finales sobre lo que dejó el torneo?

-Desde el punto de vista de la plata hay una previsión del Instituto de Pesquisas Económicas, que es bastante serio, que menciona que la organización del Mundial habría inyectado en la economía brasileña 30.000 millones de reales. Si se calcula que la inversión que tuvo el Gobierno y que por otro lado es financiera, porque en teoría le será devuelto el dinero por las empresas y por los clubes que han tomado a su cargo la construcción de los estadios, entonces se está hablando de un superávit de 5.000 millones de reales, u$s 2.200 millones. Es decir, el hecho de no haber colocado dinero en la suma y resta, es un buen número. Pero, sin ninguna duda el mejor resultado ha sido para el turismo, bares, restaurantes y empresas de transporte aéreo y terrestre.

CALIDEZ

-Pese a las dudas iniciales, terminó siendo negocio la organización del Mundial.

-Sí, terminó siendo negocio. Y además, algo muy importante, diría que la mayoría de los turistas que han venido a Brasil se encontraron con un pueblo totalmente gentil, muy simpático como es característica del brasileño, y esto genera que la gente quiera volver. Y ahora en 2016 está la organización de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Ha sido productivo, mucho más de lo que cualquiera podía esperar.

-¿La sorpresa entonces fue la eficiencia en la organización?

-No diría que fue eficiente, porque no lo fue. Se murieron diez personas, la mayoría de las obras se terminaron muy justas en el tiempo o no se terminaron. Me da la sensación de que decir eficiencia sería muy ambicioso. Creo que la benevolencia, la buena atención, la simpatía, la hospitalidad, la buena educación de la gente de Brasil opacó cualquier otro problema que pudo tener el turista que padeció una demora en un aeropuerto o algo similar. El capital humano fue fundamental.

-En este contexto, ¿la proyección hacia los Juegos Olímpicos de Río 2016 son auspiciosas?

-Son positivas y se reduce el riesgo de error al no haber tanta gente y realizarse en una sola ciudad. Además, las expectativas que muchos tenían de que hubieran manifestaciones en contra de la organización, conforme fueron pasando los partidos y estas manifestaciones no se hacían, fue un respiro para el Gobierno también. Eso podía llegar a generar problemas y una mala repercusión en la prensa internacional. El saldo fue positivo, no fue mejor porque Argentina no ganó.

INFRAESTRUCTURA

-¿Qué ocurrirá con las obras que no fueron finalizadas?

-Hubieron once obras que no se terminaron, sobre 167 de la matriz de responsabilidad. Y todo va a quedar así porque algunas directamente ni se empezaron a construir. Una de las obras era una tercera pista en el aeropuerto internacional de Río de Janeiro, donde no se hizo nada. La previsión era que se empezara, aunque fuera tarde, para utilizarla en los Juegos Olímpicos. Pero tampoco ocurrió.

-¿El Mundial deja un legado en materia de infraestructura que pueda ser utilizado ahora por el aparato productivo?

-En rutas se trabajó independientemente del Mundial, sino en general porque Brasil está proyectando una matriz de 20 años para mejorar la logística. Lo mismo ocurrió en puertos y aeropuertos. Brasil está invirtiendo mucho en esto y a largo plazo. Esta es una de las diferencias con Argentina. Brasil trabaja con políticas de Estado. ¿Quién va a ser el presidente de acá a 20 años? Nadie lo sabe. Sí saben que trabajando en esto, el costo de producción será disminuido. No veo grandes cosas que puedan manchar la organización del Mundial.

-¿Hubo denuncias de corrupción en torno a la organización del Mundial?

-Hay presas once personas que fueron capturadas revendiendo entradas. Y están presas. Algunas son del exterior, incluido un director de la empresa Match, que está vinculada a la FIFA para la venta vip.

-¿El empleo que se generó fue mayormente temporario?

-Mucho empleo temporario, con buen resultado, sobre todo para los lugares que no son de visita tradicional. A pesar de que fue muy criticado y yo me había sumado a eso, hacer una de las sedes en Manaos fue un acierto, pese a que está muy lejos de todo. La gente no hubiese ido a Manaos si no hubiera sido por la subsede de la Copa del Mundo. Fue uno de los pocos estadios que tuvo muchos lugares vacíos a lo largo del torneo porque es lejísimo. Cuiabá era otro, donde está el turismo del Pantanal, muy divulgado en Europa. En esos lugares, adonde no se acostumbra a recibir tanto turismo masivo, les generó ingresos importantes.