Ofreció en el teatro Colón una versión antológica de la sonata "Hammerklavier" de Beethoven

Goerner y su arte superlativo

Ahora, y después de cumplir una actuación estelar en Tucumán, el pianista sampedrino, de notable carrera internacional, se presentó en Buenos Aires y su labor en el Colón, en tercera función de abono del Mozarteum Argentino, adquirió niveles decididamente superlativos.

Nelson Goerner, piano. Programa: Brahms: Variaciones en re mayor, opus 21 Nº 1, y Fantasía, opus 116; Beethoven: Sonata Nº 29, en si bemol mayor, opus 106, "Hammerklavier". Colón (Libertad 621), lunes 12.


Cuando en la última semana de abril la Asociación de Críticos Musicales le entregó la distinción correspondiente al mejor instrumentista argentino de la última temporada, sorprendió verdaderamente la humildad de las palabras de agradecimiento que pronunció Nelson Goerner. Fue, realmente, la sencillez de los grandes artistas, elegidos para irradiar un mensaje permanente de humanismo y belleza. 

Ahora, y después de cumplir una actuación estelar en Tucumán, el pianista sampedrino, de notable carrera internacional, se presentó en Buenos Aires y su labor en el Colón, en tercera función de abono del Mozarteum Argentino, adquirió niveles decididamente superlativos.

BRAHMS INFRECUENTE

Fuertemente atractivo debido a la elusión de piezas de mayor difusión y popularidad, el programa de esta función exhibió un cariz por cierto algo abstruso a través de la exposición de trabajos de denso contenido. 

Ya desde el comienzo, Goerner tradujo la primera parte de las Variaciones opus 21 con un discurso impecable, a través del cual consiguió convertir con naturalidad la trabazón del entramado brahmsiano en un lenguaje de levedad casi adolescente, ligero aún en su sólida complexión.

Luego, y pasando a la última etapa del compositor alemán, su Fantasía opus 116 fue vertida a partir de un bagaje técnico-expresivo de superior categoría y cálida plasticidad. En efecto; dueño de un toque de exquisita maleabilidad y de una musicalidad innata, sensible en los diferentes meandros de esta pieza plena de poesía y de pasión, Goerner desplegó refinado juego dialéctico, lucido cromatismo y mágica articulación interior en todo el desarrollo de esta "mélange" colectiva de "intermedios" y "caprichos", sin perjuicio de su agilidad virtuosística en el número final.

MODELICO BEETHOVEN

Vale la pena detenerse a esta altura en las cualidades del discípulo de Juan Carlos Arabian y Carmen Scalcione, que vive desde hace tanto en Ginebra con su esposa y su hijo (quienes no pudieron acompañarlo en este viaje). Lo esencial que cabe destacar en Nelson Goerner es sin duda su extraordinario dominio del arte de la pulsación, lo que le permite modelar todas las intensidades insertas en un arco de armoniosa claridad. Ese manejo tan fluido de las diferentes gamas sonoras (con magistrales "apagamientos"), posibilita además que pueda construir un relato conceptualmente muy bien definido, de distinguida paleta y limpieza comunicativa.

En la segunda sección del recital Goerner abordó la Sonata "Hammerklavier", uno de los trabajos de mayor complejidad y dificultades del repertorio pianístico de todos los tiempos.

La traducción de esta composición perteneciente a la postrera etapa creativa de Beethoven, alcanzó decididamente rango de modelo. Infalible en la digitación (no equivocó una sola nota en medio de un universo poblado de sones, en el que se orientó sin partitura), contundente y arrollador en el entramado impetuoso del "allegro" y la fuga, en un contexto que nunca perdió el control, Goerner desenvolvió además el extenso "adagio" de manera antológica.

Reconcentrado, enhebrado con hilván casi mágico en sus "rallentandi" y "diminuendi", la serena ejecución de este movimiento palpitante de sentimiento fue el testimonio cabal de una personalidad que está en paz consigo misma.