Crítica: en "El ojo del tiburón" Alejo Hoijman documentó el camino de la niñez a la adultez

Doble futuro en Centroamérica

"El ojo del tiburón". Coproducida entre España, Costa Rica y Argentina, 2012. Documental. Dirección y guión: Alejo Hoijman. Fotografía: Gastón Girod. Presenta: Gema Films. Duración: 93 minutos. Calificación: Para todo público.

Un interesante retrato de dos niños nicaraguenses es el que ofrece el director Alejo Hoijman.
Maicol y Bryan son amigos, y viven en Greytown, un pueblo de pescadores sobre el Caribe nicaragüense. La cámara registra a los amigos que reciben "lecciones" para aprender a cazar tiburones en el mar caribeño.

El padre de Bryan, que ha sido pescador toda su vida, es el que enseña los secretos del oficio a su hijo y a Maicol. La duda que pasará a formar parte de la vida de Bryan, más tarde, es si al llegar a su adolescencia, deberá permanecer en el pueblo de casas de puertas abiertas, o emigrar, junto a su amigo en busca de nuevos horizontes.

LA INCERTIDUMBRE

Un diálogo entre los dos niños parece algo esclarecedor. Un día Maicol le cuenta a Bryan, que su maestra le preguntó a todos que querían ser cuando fueran grandes y el muchacho le dijo que quería ser abogado, para ayudar a lavar dinero a la gente del narcotráfico.

"El ojo del tiburón" es un documental, tan bien elaborado que pareciera que sus dos protagonistas principales fueran actores, por su espontaneidad para moverse delante de la cámara, por esa simpatía, que derrochan esos dos niños que se van haciendo adultos y comienzan a despertar a otras necesidades.

El cazar de noche con tan sólo una luz que proviene de las linternas individuales de cada uno, el despertar del amor, el aprender a hacerse adulto y asumir nuevos riesgos, las decisiones que a veces hay que tomar en situaciones difíciles de supervivencia, son parte de la vida de estos dos jóvenes, en una Centroamérica que no parece ofrecer demasiados horizontes.

Una cierta poética que se mezcla con la acuciante realidad que rodea a esos dos niños, es la que despliega Alejo Hoijman en este documental estupendamente filmado, que en algunos de sus aspectos narrativos despierta el interés de una novela de aventuras, al estilo de la legendaria "Las aventuras de Hucleberry Finn", de Mark Twain, o de un texto de Charles Dickens.

Calificación: Buena