Según analiza la socióloga Alina Ríos

Es un sistema que aún está lejos de la resocialización

Para la socióloga Alina Ríos, docente de la cátedra Delito y Sociedad de la facultad de sociología de la UBA la fuga de presos "siempre se relaciona de una manera u otra con ciertos condicionamientos estructurales del Sistema Penitenciario".

La investigadora enumera entre los problemas la falta de profesionalización de los funcionarios penitenciarios, dificultades para organizar racionalmente los recursos con los que cuenta el Sistema.
Entre estas cuestiones, la investigadora del Instituto Gino Germani, hace hincapié en lo que tiene que ver con los recursos humanos.

"Según datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución Penal nuestro país no estaría mal posicionado en comparación con países más avanzados en política penitenciaria si se considera el número de funcionarios policiales en relación a la población de personas privadas de su libertad; pero si se considera el número de agentes que efectivamente cumple funciones de vigilancia en contacto con esta población, la realidad es bien diferente".

Ríos también menciona "el problema de la connivencia de los funcionarios, la mercantilización de un "servicio" que pueden prestar quienes por su profesión u ocupación tienen una posición estratégica para decidir quién está afuera y quien está adentro".

"La realidad penitenciaria -continúa la socióloga- viene siendo una de las más refractarias al cambio. Y esto tenemos que pensarlo en relación a las concepciones sociales que giran en torno al problema del delito, el castigo y el encierro".

Según la profesional "el tono de la época está dado por discursos sumamente estigmatizantes, que refuerzan la selectividad del sistema penal. Se identifica claramente la figura de otro peligroso que se señala como amenaza y encarnación de la (in)seguridad".

En este contexto, expresa la investigadora "el preso, el señalado, la causa, no es nadie, no merece ser nadie, no merece nada, más que la anulación, la neutralización. Esa visión convierte a la cárcel en un hueco húmedo y oscuro que poco tiene que ver con los ideales de la "resocialización" o la "rehabilitación" y mucho más con el profusamente proferido deseo de "que se pudra en la cárcel".

Algo positivo que observa la investigadora en estos años, "es la tendencia a diferenciar al Servicio Penitenciario, de las fuerzas de seguridad, para restituir una especificidad del primero".

"Explica esto -agrega- que el Sistema penitenciario se mantenga en la órbita del Ministerio de Justicia y no haya pasado al Ministerio de Seguridad (como si lo hicieron las fuerzas de seguridad nacionales). La diferenciación tiene que ver con la especialización y la profesionalización en la que se trabaja. Se han iniciado cambios en este sentido, el desafío ahora es poder darles continuidad a los procesos encarados".

Por último, Ríos revaloriza "el trabajo de profesionales, grupos de profesionales, que desde organismos gubernamentales, no gubernamentales o universitarios vienen trabajando por la introducción de nuevas prácticas en el espacio carcelario para construir un espacio más digno".