Crítica: "Algunas horas de primavera", una madre, su hijo y la realidad de la eutanasia

La muerte, compleja elección

El filme guarda cierta herencia con la recordada "Amour", de Michael Haneke, que protagonizaron Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant. Stéphane Brizé consigue un drama conmovedor a través de las exquisitas actuaciones de Vincent Lindon y Hélne Vincent, dos actores que saben conectarse a partir de la sutileza y expresar una constante sensación de pérdida, que despierta un inusitado interés en el espectador.

"Algunas horas de primavera" (Quelques heures de printemps). Francia, 2012. Dirección: Stéphane Brizé. Guión: Florence Vignon y Stéphane Brizé. Fotografía: Anotine Héberlé. Música: Nick Cave y Warren Ellis. Actores: Vincen Lindon, Hélne Vincent, Emmanuelle Seigner y Olivier Perrier. Presenta: CDI Films. Duración: 108 minutos. Calificación: Para mayores de 16 años.

El silencioso drama de una mujer que sabe le queda poco tiempo de vida, a quien acompaña su hijo, que acaba de salir de la cárcel, es el tema que aborda el francés Stéphane Brizé en este drama, que es contado a través de un ritmo pausado y de una intensa melancolía.

"Algunas horas de primavera" guarda cierta herencia con la recordada "Amour", de Michael Haneke, que protagonizaron Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant.

En este caso no se trata de una pareja de ancianos, sino de un vínculo madre-hijo, que se ha ido desgastando a través del tiempo y a partir de que el hijo es condenado, se presume que por contrabando de drogas.
Cuando Alain (Vincent Lindon) sale en libertad y regresa al hogar, descubre que Yvette (Hélne Vincent), su madre, toma cada vez más pastillas y luego sabrá que ella contrató en Suiza un servicio de muerte asistida.

DRAMA INTIMO
La eutanasia, prohibida en Francia, permite a una persona que sufre de una enfermedad incurable y sabe que va a morir, ser preparada para ese momento final.

Sobre estos elementos Stéphane Brizé construye un "friso" dramático íntimo y profundamente doloroso.
Cuando Alain regresa al hogar con la intención de rehacer su vida y encontrar un trabajo, se da cuenta que le resulta imposible y entra en un estado de cierto desasosiego, en el que no tiene muy claro qué le ocurre. En un salón de bowling encuentra a una mujer, tiene una relación sexual con ella y poco después intentan seguir juntos, pero los silencios y lo que cada uno intenta preservar, hacen imposible el diálogo y la pareja decide separarse.

DECIR ADIOS
No obstante la preocupación para Alain parece ser otra. Sabe que si su madre muere pierde el último referente sanguíneo que tenía. A la vez se da cuenta que heredará esa casa, ubicada en una pequeña ciudad de Francia, aunque no se sabe dónde.

Los silencios, algunas miradas y una muy triste escena de violencia entre el hijo y la madre, definen una situación que va camino a desbarrancarse, no obstante al final Alan decide acompañar a su madre a Suiza.

Stéphane Brizé consigue un drama conmovedor a través de las exquisitas actuaciones de Vincent Lindon y Hélne Vincent, dos actores que saben conectarse a partir de la sutileza y expresar una constante sensación de pérdida, que despierta un inusitado interés en el espectador.
Calificación: Buena