La amistad, un aliado de la salud

Tener amigos beneficia nuestra salud, ahuyenta la depresión, amortigua el estrés y ayuda a la supervivencia. Carecer de ellos es como fumar 15 cigarillos o tomar seis vasos de alcohol al día. La importancia de este tipo de lazos afectivos es avalada por numerosos estudios científicos.

Satisfacción, buen ánimo, mejor calidad de vida. Los beneficios de la amistad sobre nuestra salud son abrumadores. Las investigaciones realizadas en los últimos años, revisadas ahora con motivo del Día del Amigo, así lo demuestran.

"Cuanto mayor es el número de amigos, mejor es el estado de salud de una persona, mejor la calidad de vida y más fácil el pronóstico hospitalario en caso de revisión médica", asegura Fernando Rodríguez-Artalejo, profesor de medicina preventiva y salud pública de la Universidad Autónoma de Madrid.

Las relaciones ayudan a combatir "la enfermedad, la discapacidad y la muerte", afirma por su parte el doctor Angel Otero, pionero en la investigación en este campo en España junto con el citado Rodríguez-Artalejo y la profesora de la Universidad de Québec en Montreal (Canadá), Victoria Zunzunegui.

Otero apunta incluso otro dato interesante. Dice que se ha podido establecer un vínculo entre amistad y longevidad: "Mueren más tarde los que tienen más relaciones sociales, sean familiares o de amistad".

"Disponer de una red social extensa nos ayuda a ser independientes y autónomos", señala Otero. La figura del confidente, a su juicio, es necesaria y saludable. "Se ha visto que el contacto con los amigos favorece la salud mental y combate la depresión", explica el profesor que realza que "el sentimiento de utilidad", sobre todo en personas mayores, es un factor que protege de la mortalidad "siempre y cuando no experimenten demandas excesivas", advierte.

María Teresa Bazo, catedrática en Sociología en la Universidad del País Vasco, añade que "tener amigos equivale a satisfacción, a tener buen ánimo".

CONDUCTA Y TRABAJO

Algunos de los hallazgos científicos confirman el efecto benéfico de las amistades sobre la propia conducta y el trabajo. Por ejemplo, se descubrió que mantener una dieta sana y equilibrada es cinco veces más probable cuando se tiene un amigo que también come sano. Lo mismo pasa con el trabajo: es siete veces más probable mantenerlo cuando se tiene un "mejor amigo" en la oficina.

Y al llegar a la vejez, si una persona tiene un buen círculo de amistades hay un 60% más de probabilidad de que conserve la buena salud.

Por el contrario, "carecer de relaciones sociales tiene un efecto negativo para la salud, equivalente a fumar 15 cigarrillos o beber seis vasos de alcohol al día", señala un estudio llevado a cabo por médicos y psicólogos de las universidades estadounidenses de Brigham Young (Utah) y Carolina del Norte, publicado el año pasado.

El trabajo relevó los resultados de otras 148 investigaciones que habían ya evaluado los efectos de la amistad sobre un total de 309.000 personas de cuatro continentes, en todos los segmentos de edad posibles y durante un periodo medio de siete años y medio por estudio.

Para los autores, "no disponer de una red social real de apoyo es un factor de mortalidad más potente que sufrir obesidad o llevar una vida sedentaria y sin ejercicio físico".

EN NIÑOS

En tanto, un estudio de la Universidad de Concordia, en Canadá, demostró que mantener las amistades cerca tiene beneficios fisiológicos y psicológicos reales.

La investigación, publicada en la revista `Developmental Psychology' y llevada a cabo con la colaboración de expertos del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati y la Universidad de Nebraska, en Omaha, ratifica el efecto positivo que provocan las amistades en los sentimientos de autoestima y los niveles de cortisol, una hormona producida naturalmente por la glándula adrenal como respuesta directa al estrés.

"Tener un mejor amigo presente durante un evento desagradable tiene un impacto inmediato en el cuerpo y la mente de un niño", explica el coautor del estudio William M. Bukowski, profesor de psicología y director del Centro Concordia para el Estudio del Desarrollo Humano.

"Si un niño está solo cuando él o ella está en problemas con un maestro o discute con un compañero, observamos un incremento notable en los niveles de cortisol y una disminución de los niveles de autoestima", señaló.

Otro estudio, llevado adelante por investigadores de la Universidad Radboud Nijmegen en Holanda, y publicado en la revista `Child Development', descubrió que las amistades sirven como amortiguador contra los efectos negativos del rechazo de los compañeros.

HORMONAS

Las investigaciones muestran que a menos presencia de amigos, más cortisol y más prevalencia de estrés. El cortisol es uno de los causantes de la hiperglucemia, por lo que es enemigo de la insulina y también del sistema inmunitario. También se lo relaciona con casos de insuficiencia hepática y efectos antidiuréticos.

ACTIVIDAD CEREBRAL

Son muchos los estudios que trataron de hallar qué sustancias químicas o zonas cerebrales se activan con la amistad. Un equipo de la Universidad de Harvard, formado por Fenna Krienen y Randy Buckner, realizó en 2011 cuatro experimentos con estudiantes en los que se visualizaban fotos de conocidos y desconocidos, y descubrió una actividad intensa en el córtex prefrontal medio, especialmente cuando la imagen que se tenía delante era la de un amigo.

No sólo eso: los estímulos eran mucho mayores cuando los estudiantes recibían información de algún amigo aunque éstos tuvieran pocos gustos en común mientras que la respuesta cerebral era mucho menor ante desconocidos aunque éstos tuvieran más en común con el estudiante en cuestión.

Para el cerebro, la cercanía sentimental tenía más importancia que el hecho de compartir ideas.

GENETICA

Aunque creamos que los amigos los elegimos por afinidad de gustos o similitudes de carácter, un factor determinante puede ser la genética. Así lo señala un grupo de científicos de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos), cuyo trabajo fue publicado en la revista `Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), que demuestra que cada individuo tiende a forjar amistades con personas que comparten algunos de sus mismos marcadores genéticos.

Los investigadores, dirigidos por James Fowler, exploraron la interconexión de genes y relaciones humanas utilizando información de dos estudios independientes de salud estadounidenses.

Los autores analizaron marcadores genéticos específicos dentro de la red social de un individuo y descubrieron que cada persona tendía a entablar amistad con otras con las que compartía dos de los seis marcadores evaluados.

Los resultados persistieron incluso después de tener en cuenta la tendencia de habitual de buscar amigos en la misma área geográfica.

Así descubrieron que los individuos que portaban el marcador DRD2, asociado con el alcoholismo y otros rasgos, tendían a ser amigos de otros positivos en DRD2, mientras que quienes carecían del gen lo eran de los individuos negativos para este marcador.

Por otro lado, las personas que portaban un gen que se ha asociado con una personalidad abierta tendían a hacer amigos con otros que carecían de ese gen, lo que parece indicar que en la amistad se busca complementarnos.

CONOCERLO BIEN

Al parecer, el lazo de amistad no se vuelve más sólido cuando conocemos los gustos del otro, cuando compartimos intereses o preferencias, sino cuando conocemos lo que ellos detestan. Esta es la conclusión de un estudio desarrollado en la Universidad canadiense de Wilfrid Laurier.

El estudio reclutó a estudiantes universitarios que debían responder una serie de encuestas junto a alguien que consideraran su amigo. Todos debían contestar un cuestionario que incluía una lista de comportamientos con potencial de "gatillar" enojo, ya sean situaciones o actitudes de otros: la ingenuidad, la desconfianza, el escepticismo, timidez, la falta de honestidad y perfeccionismo excesivo, entre otras.

También se les consultaba si creían que su amigo era extravertido, tímido o alegre. Resultó que la mayoría podía opinar sobre estos últimos rasgos, pero no todos sabían qué cosas molestaban a sus amigos.

Para sorpresa de los investigadores, aquellos que conocían estos "gatillos" del malestar en sus amigos eran coincidentemente quienes tenían una mejor y más duradera relación de amistad.

"Eso es lo que marca la diferencia en una amistad", explica la psicóloga de la Universidad Wilfrid-Laurier, Chariti A. Friesen.

SABER AGRADECER

Para mantener una relación, sea ésta de amor o amistad, se requieren habilidades que pueden ser aprendidas.
Un estudio de la Universidad estadounidense de Florida State, por ejemplo, revela que expresar agradecimiento cuando una situación lo amerita fortalece la relación de amistad o pareja.

La investigación, que mediante encuestas analizó este factor en la vida diaria de las personas, concluyó que se genera una visión positiva en el otro, lo que lleva a la persona a querer "invertir más" en prolongar esa relación en el tiempo. Junto con ello, las personas sienten más confianza para hablar de los asuntos que les preocupan, lo que también incide en preservar por más tiempo una relación como la amistad.
Saber decir que no también es clave, según la psicóloga social Susan Newman, autora del libro `The Book of No'.

Otro estudio, de las universidades británicas de Southampton y Londres, que fue realizado a través de redes sociales como Facebook y Twitter, muestra que son los hobbys e intereses en común los que ayudan a generar y fortalecer los lazos de amistad, pero sólo mientras estas aficiones se cultivan.