Siete días de política

Con la economía en contra, la política "K" gira en el vacío

La presidenta hizo cambios en el gabinete que no van a cambiar nada. No mejorarán ni la seguridad, ni la defensa. Sirven, en cambio, para eliminar la candidatura de un diputado piantavotos.

El jueves pasado la presidenta Cristina Fernández criticó a quienes no la defienden y predican la paz en lugar de la lucha política a muerte. Todos lo miraron a Daniel Scioli que estaba a pocos metros de ella, pero si bien el bonaerense pudo haber sido el principal blanco de los reproches, cualquier otro gobernador "K" -esos que han recibido fondos abundantes del Tesoro Nacional- estaba en idéntica situación. El razonamiento presidencial era tan sencillo como correcto: yo sufro el desgaste, mientras los que quieren a sucederme toman distancia para no pagar costos.

Es llamativo que quien se aisló voluntariamente y se rodeó de jóvenes de "la Cámpora" sienta el síndrome de la soledad política. Es llamativo, pero no ilógico. Los mismos peronistas con poder territorial que fueron tratados como empleados, ahora esperan en silencio el desenlace de unas elecciones de las que el kirchnerismo tiene pocas chances de salir fortalecido. Ante la certidumbre de que se está llegando al final de un ciclo, esperan que los presidenciables -Scioli y Sergio Massa- jueguen sus fichas, mientras se mantienen al margen. No abren la boca cuando las denuncias de corrupción hieren a la presidenta y las medidas económicas que ensaya no resuelven ningún problema.

Porque el problema de fondo es el económico y lo generó el propio gobierno. El nivel de gasto delirante con fines electorales fue contraproducente. Sobran pesos y faltan dólares; hay mucha inflación y la pagan los asalariados; nadie hace el ajuste y todos desconfían de que termine produciéndose solo y con el triple de costo. La expectativa es tan mala que resulta paralizante. Así como en tiempo de los "superavits paralelos" se produjo un círculo virtuoso de crecimiento, con el "modelo" casi fundido sobrevino un círculo vicioso: más inflación, más atraso cambiario, menos competitividad, menos empleo, etcétera, etcétera.

Cuando la economía funciona como una locomotora, la política se simplifica. Cuando está estancada, los errores son pan de todos los día. La presidenta resolvió desplazar a Nilda Garré que había fracasado rotundamente en el área de seguridad para reemplazarla por Arturo Puricelli, que había fracasado rotundamente -y con escándalo- en el área de Defensa. Le secuestraron la fragata "Libertad", se le hundió un barco en el puerto y gastó fortunas en el alquiler de rompehielos.

Con esos antecedentes el enroque resultaría incomprensible. Pero es comprensible, en cambio, porque el futuro ministro de Seguridad será en realidad el vice, Sergio Berni, como ocurría con Garré. A lo que hay que agregar que su principal mérito radica en controlar a las fuerzas de seguridad en lugar de controlar el delito, por lo que la inseguridad seguirá como hasta ahora. Nada que haga la política bajo las actuales circunstancias, modificará esa situación. El problema excede largamente la capacidad presidencial de resolverlo.

Por otra parte el futuro ministro de Defensa será el presidente del bloque de diputados "K", Agustín Rossi. Apenas se conoció la novedad hubo coincidencia en que se trataba de la proverbial "patada para arriba". Llevarlo al gabinete para sacarlo de la candidatura en Santa Fe, donde ya salió tercero en la última elección y donde pensaba reincidir.

Otro ejemplo de las complicaciones políticas del kirchnerismo es la cadena de errores. No sólo comete errores gruesos como la reforma judicial que quedó frenada en la Justicia, sino también pueriles, pero igualmente nocivos. Para asordinar las denuncias de corrupción pretendió usar el fútbol por TV y terminó potenciando el escándalo. Intentó manchar a la diputada Elisa Carrió con una denuncia de corrupción a través de un medio oficialista y sólo consiguió poner en evidencia sus intenciones y la eficacia nula de sus operaciones mediáticas.

El aumento de la tensión que está en la base de esta cadena de errores se vincula con la definición de candidaturas. El gobierno no sólo tiene una capacidad limitada para lograr que la economía remonte antes de octubre, sino que también carece de candidatos atractivos.

En Buenos Aires hay opositores competitivos, pero no oficialistas. Los pronósticos sobre la participación de Sergio Massa (70% de imagen positiva) cambian todo los días, pero si participa, lo haría contra el gobierno. Una toma de posición que reflejaría el estado de ánimo de la dirigencia peronista. La misma dirigencia que se cuida de defender a la presidenta, aunque se enoje.