Lo que vendrá

CFK: ¿Chávez fue Perón?

A raíz del deceso de Hugo Chávez, Cristina y varios de los suyos, imaginando el después, apuntaron -al igual que ciertos analistas políticos de signo ideológico contrario- a establecer una suerte de parangón integral de la trayectoria de los líderes populares latinoamericanos con el fallecido, haciendo especial hincapié en la figura del fundador del justicialismo, el también militar Juan Domingo Perón. ¿Aciertos o errores históricos generadores de riegos proyectados al porvenir?

Es verdad que el argentino, desde los años cuarenta y con derivaciones que perviven hasta hoy, impregnó la marcha política local, en muy buena medida, en función de un impulso formidable a los sectores de menores recursos. Lo hizo no exclusivamente en términos materiales objetivos, sino también de dignificación y liberación de las mayorías, superando ciertos horizontes defectuosos, contradictorios y hasta groseros que, no obstante, él mismo se encargó de señalar a lo largo de su extensa trayectoria. El bolivariano, y más allá de la excepcionalidad que le regalaron los precios actuales del petróleo, ¿alguna vez se permitió aunque más no sea una mínima autocrítica? El Perón de los setenta sí lo hizo.

Algo de lo consignado en torno de la figura del venezolano, con la firma del director de "Le Monde Diplomatique", José Natanson, se publicó en la edición del jueves último en "Página 12", un medio híper K por cierto, en una expresión que exhibe no sólo los esfuerzos sociales de los bolivarianos, sino también sus pronunciados fracasos, por ejemplo en orden a las cuestiones económicas que hasta podrían opacar o poner en riesgo los mejores resultados.

"No logró -señala- romper la monodependencia a un país que sigue exportando básicamente un solo producto -el petróleo- a básicamente un solo destino, Estados Unidos, con los beneficios derivados de un precio que hoy supera la barrera de los cien dólares por barril".

Y agrega: "Venezuela ha registrado un crecimiento desparejo, acumula preocupantes tensiones macroeconómicas (alta inflación, déficit fiscal, un mercado cambiario caótico) y sigue descansando en un estructura productiva más parecida a la de Nigeria o Arabia Saudita".

Apunta también que merced a su democracia hiperplebiscitaria "es el único país latinoamericano -a excepción de Cuba- que no contempla límites al ejercicio permanente del poder por la misma persona". Mario Beristain, un exégeta tanto de CFK como del caribeño, no obstante, acaba de decir, muy suelto de cuerpo, que Caracas no solo rompió con el capitalismo (¿y la "boliburguesía"?) sino que "destruyó el espiral de desempleo, inflación y devaluaciones recurrentes". ¿Y por qué se decretó una fuerte modificación cambiaria, supuestamente desde La Habana, hace pocos días?

Nuestra Presidenta, que también coexiste con alta inflación y con un pronunciado cepo cambiario e informativo, tal como se da en el proyecto socialista del siglo XXI, durante la etapa inmediatamente anterior a su baño de masas caraqueño, a raíz de la despedida de su amigo, había dejado trascender que -hasta por razones electorales- no había que descontar una suerte de "plan de estabilización y desarrollo". ¿Pudo ser equivalente a la postergada "sintonía fina"?

No. Ella parece creer ahora que Moreno la ayudará a reinstalar los métodos de los años cincuenta, o previos. Como si Perón no hubiese reconocido determinados yerros en su accionar, en temas tales como la convocatoria al capital externo con la California, o con el repudio a la cuotificación del papel, algo dañoso para la prensa libre.

Es verdad que el bolivariano no alcanzó el cúmulo de años de su parcialmente admirado conductor argentino y nunca se sabrá si, con el tiempo, hubiese, o no, comprendido sus lecciones íntegras. Ella, que se define como justicialista y supuestamente continuadora de aquéllas enseñanzas, aún podría distinguir entre chavismo y peronismo. Hasta podría -con una veta latinoamericana cabal- ayudar al señor Maduro, tal como subrayó Santiago O"Donnel, procurando que enmiende las mentiras y relatos falsos del final del venezolano. ¿Eternidad en la Tierra? No.