"El fallo podría ser algo más salomónico"

Al fin de cuentas, la Corte neoyorquina le permitiría a la Argentina cerrar un frente de conflicto. El dilema es si el Gobierno acata o bien decide caer en default, explica Hernán Lacunza, ex gerente del BCRA. El Congreso debe cambiar una ley. Permanecerá la desconfianza de los mercados.

La Argentina en su laberinto. Así, parafraseando aquella novela de Gabriel García Márquez es como mejor se ilustra la situación que el Estado afronta ante el reclamo de los fondos buitres. La Cámara de Apelaciones resolverá en breve y, según Hernán Lacunza -ex gerente del Banco Central-, todo indica que el fallo será salomónico. Lo que para el país podría significar, igualmente, un triunfo moderado.

-¿Qué lectura hace del panorama de la deuda?

-Me parece que las novedades más importantes en este tema es que el resultado de la audiencia del pasado 27 de febrero fue objetivamente negativo para la Argentina, porque el Gobierno tenía cifradas sus expectativas en que el intermediario del pago, que es el Banco de Nueva York, no fuera alcanzado por el fallo. Si eso era así, por más que los bonistas ganaran la cuestión de fondo, no iban a poder embargar los fondos allí depositados. Con lo cual el fallo se volvía abstracto.

-¿Ahora cambia la situación?
-Bueno, esa expectativa argentina se debilitó bastante durante la audiencia cuando la preguntaron a los representantes del Banco de Nueva York quién le pagaba los honorarios a la entidad, y reconocieron que era la Argentina. Ahí se demostró que el Estado argentino es cliente del Banco de Nueva York. Esto, que era la mayor esperanza argentina, bajó su posibilidad.

-¿Contempla la posibilidad de que se produzca el default?

-A posteriori de ese miércoles negativo, la Cámara reabrió una ventana para Argentina, que parecía cerrada: la otra cuestión era cuál era la fórmula de pago que propone la Argentina. Es decir, cuánto propone pagar para llegar a un acuerdo. Esa pregunta ya la había realizado la Justicia a ambas partes en noviembre. Los fondos buitres habían contestado que ellos querían cobrar todo cash, y el juez Griesa (Thomas) les dio la razón. Y la Argentino dijo que no pagaría nada. Incluso se había expresado públicamente que a lo sumo se podría reabrir el canje para que entren los acreedores bajo las mismas condiciones que los que aceptaron anteriormente. Medio sorpresivamente, o no, al reabrir esa chance la Cámara la está dando una segunda oportunidad a la Argentina para hacer una oferta y evitar el default.

LA PROPUESTA

-¿Es la mejor salida que puede hallar la Argentina en este contexto?

-Sí, es una propuesta seria. En definitiva es una propuesta, y lo peor que se puede hacer es no ofrecer nada. Si uno adopta una posición intransigente, ya está demostrado que sale perdiendo. Eso fue lo que nos pasó en el fallo de la primera instancia con Griesa. Pero al abrirse esta chance, la Argentina ahora tiene 20 días para pensar su propuesta. Pero ojo que la propuesta no es sencilla sino que enfrenta un estrecho desfiladero.

-¿Cuáles son los condicionamientos?

-La oferta tiene un techo, que es que no puede ser mejor que lo ofrecido a quienes ingresaron en la operatoria del canje en 2005 y 2010. Pero tampoco puede ser demasiado mala, para que la Cámara no la considere ridícula. Por una serie de cuestiones técnicas -la Cámara se expidió afirmando que el Estado debe reconocer intereses hasta el día de hoy-, no es mucho el rango en el que se puede mover. Y la autoridad política, Cristina (Fernández) en el Congreso dijo que no se le iba a pagar un peso más que a los que ingresaron al canje. Creo que los fondos buitres no lo van a aceptar, pero lo que más importa es lo que opine la Cámara.

-¿Cuál es el escenario más probable?

-Que la Argentina ofrezca algo similar a lo que ya ofreció en los canjes, pero que el fallo de los jueces podría ser algo más salomónico. Es decir, ni todo lo que pretenden los fondos buitres, pero tampoco lo mismo que ofrece Argentina. Ahí el dilema, dado ese fallo, será si el Gobierno lo acataría aceptando pagarle más a los bonistas o lo rechaza.

-¿Para eso hay que modificar la legislación vigente?

-Tiene que reabrir el canje, pero esa modificación legislativa es una cuestión formal, porque con la mayoría que tiene el oficialismo en el Congreso no tendría problemas. El dilema es, en caso de que se produzca un fallo salomónico, si Argentina lo acepta o decide entrar en default.

ALTO RIESGO

-¿Un fallo por completo negativo implicará altos riesgos financieros para todo el sistema?

-Es cierto eso. Uno deduce esto porque sino la Cámara no le habría dado una segunda chance a la Argentina. En realidad esto ya se le preguntó a la Argentina y dijo que no. Pero se puede deducir que la Cámara se inclina por un arreglo, un fallo que beneficie a ambas partes. Sino, involucrar al Banco de Nueva York tiene alguna contraindicación para la situación financiera.

-¿Qué implicaría para el Estado lograr un acuerdo con los fondos buitres? ¿Los mercados nos verían con otros ojos?

-Desde ya, de llegar a una solución cooperativa, negociada, mejoraría la situación. El peor de los mundos es entrar en default, así que lo contrario es mucho mejor. Es solucionar un tema pendiente que no le hace ningún favor a nuestra reputación.

-¿Se podrían obtener tasas más amigables en caso de buscar financiamiento externo?

-No empeorarían las tasas, pero tampoco pasaríamos a ser un país modelo. Tenemos algunas cosas pendientes como las estadísticas del Indec, los juicios del Ciadi, la expropiación de YPF, la revisión del artículo cuarto del FMI... La comunidad financiera internacional no nos cree. Por eso tenemos que pagar tasas del 15% mientras que Paraguay paga el 4%. No es que vamos a cambiar rotundamente. Me contentaría con que no suban.

-¿Qué reflejan los 1.200 puntos de riesgo país que tiene Argentina?

-Reflejan la falta de confianza en la Argentina como deudor. El desendeudamiento tan presumido, que no es tal ya que nos estamos endeudando internamente con el Banco Central y con la Anses, no se sabe si es voluntario o compulsivo. No sé si nosotros no queremos entrar o nadie nos quiere prestar a una tasa razonable.