RAZON Y FE

El gran predicador

El mundo contemporáneo aún necesitaba de un Papa intelectual como él que supiera exponer sencillamente la verdad, a menudo desafiando el pensamiento dominante, y que ayudara a descubrir esa sublimidad.

A pocos días de la renuncia del papa Benedicto XVI, que se hará efectiva este jueves, se acentúa la congoja por su alejamiento. Mientras las miradas del mundo ya se concentran en quién será su sucesor, la perspectiva de que el Santo Padre quede "oculto al mundo" en un monasterio, como prometió, desencadena una nostalgia anticipada. Con él se irá la voz serena del profesor y el autor de bellísimas homilías. Se va el "gran predicador".

Con su cálida y afable personalidad, su prosa sencilla y cristalina, su lucidez a la hora de abordar los debates del mundo actual y su estilo docente, Benedicto XVI apuntó al convencimiento del intelecto y encontró sorpresivamente la simpatía de muchos fieles que descubrieron el placer de seguir cada día sus intervenciones. El papa de la "interioridad", el papa "pensador", como se dijo alguna vez, logró despertar en algunos la "fascinación de la religiosidad".

El escritor y teólogo estadounidense George Weigel cree que el Sumo Pontífice será recordado como evangelizador pero sobre todo como teólogo y profesor. En una entrevista concedida al sitio Catholic Voice, dijo que, "además de su Magisterio formal, deja un legado de luminosas predicaciones y catequesis. De hecho, creo que no sería injusto decir que fue uno de los grandes predicadores de nuestro tiempo".

El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez, afirma por su parte que el Santo Padre "nos ha entregado piezas magistrales, no solo en sus encíclicas, sino sobre todo en sus homilías que, al meditarlas, uno se da cuenta de que sin duda tienen la inspiración del Señor"".

En esto coincide el conocido vaticanista Sandro Magister, del diario italiano La Stampa, quien además es teólogo. Magister definió hace unos años a Benedicto XVI como un extraordinario autor de homilías.

Para el vaticanista, "las homilías son un signo distintivo de este pontificado. Quizás es el menos conocido y entendido, pero sin duda el más revelador. Son en buena medida de su puño y letra, en parte improvisadas. Son lo que más genuino sale de su mente".

El Papa es un autor prolífico, y son muchos los que destacan su gran claridad. Algo que el diario Globe and Mail consideró que no es tan usual en intelectuales alemanes. Incluso su predecesor, Juan Pablo II, tenía también un estilo denso, indicó.

El padre George Rutler, en la revista Crisis Magazine, recordó que incluso antes de convertirse en Papa, cualquier crítico formado podía detectar su mano en los documentos vaticanos cuando la prosa ampulosa de pronto se volvía clara.

Benedicto XVI ha escrito durante su pontificado tres encíclicas, dos sobre el amor y una sobre la esperanza, con un estilo dialogal. Ellas son Deus, Caritas est (Dios es amor), muy bien recibida incluso por sus antagonistas; Spe Salvi (Salvados en la esperanza), de una gran belleza; y Caritas in Veritate (Caridad, en la verdad). El periódico The Tablet, al comentar una de ellas, acertó al verlo como un Papa que piensa en voz alta, más que un autoritario. También escribió otros documentos y una biografía de Jesús de Nazaret en tres tomos.

Su manera de hablar y de pensar se reflejaban muy bien en sus catequesis. En ellas puso el foco en los apóstoles, las enseñanzas de San Pablo, los padres y doctores de la Iglesia, teólogos, fundadores de órdenes religiosas y reformadores de la Iglesia medieval, y la oración en el Antiguo y Nuevo Testamento. En ellas, como señaló Radio Vaticano, no ha dejado de extraer la herencia intelectual y espiritual de la Iglesia.

LA LITURGIA

El Globe and Mail cree que el sentido estilístico de Benedicto XVI se extendió de sus escritos a la liturgia. Al respecto, destaca que permitió el antiguo rito del siglo XVI como forma extraordinaria de la Santa Misa. Y observa que, aún sin volver a él por completo, "sus reformas diestramente retocaron la nueva Misa de los "70, restaurando su misterio y sublimidad".

El mundo contemporáneo aún necesitaba de un Papa intelectual como él que supiera exponer sencillamente la verdad, a menudo desafiando el pensamiento dominante, y que ayudara a descubrir esa sublimidad. Tal vez consuele pensar que él seguirá intercediendo por nosotros, a partir de ahora con una presencia contemplativa, como apuntó el cardenal Gianfranco Ravasi.