LAS CLAVES DE LA AGENDA COMERCIAL CON BRASIL, EL SOCIO QUE IMPULARA EL CRECIMIENTO ARGENTINO

"El real se devaluará un poco más en 2013"

La moneda se acomodará tras haberse apreciado en 2012, pronostica Jorge Rodríguez Aparicio, presidente de la Cámara de Comercio Argentino Brasileña. La economía podría trepar un 5%. La incertidumbre mella la política comercial que ensaya la Casa Rosada.

Los analistas coinciden en pronosticar que este año la economía argentina despegará impulsada por dos motores: el impacto positivo que produce el crecimiento de Brasil, y el precio internacional de la soja. Sostenido por estos factores externos es que se proyecta que el PBI supere el 3%, lejos igualmente de las tasas chinas a las que estuvo acostumbrado a crecer en épocas no tan lejanas.
Es sabido que la industria nacional, sobre todo aquellos sectores con perfil exportador -fundamentalmente el automotriz-, aguarda una mayor demanda del mercado brasileño. Sus números dependen de esto, pero también de la política que el Gobierno argentino diseñe para el corriente año. Se sabe, las trabas a las importaciones y la balanza comercial bilateral son un tema candente en la agenda presidencial.
Jorge Rodríguez Aparicio (segunda foto de la galería), presidente de la Cámara de Comercio argentino brasileña, analiza cómo será la relación en el 2013, teniendo en cuenta el proceso devaluatorio que sufrirán el peso y el real, y la necesidad de relajar las restricciones aduaneras impuestas por la Casa Rosada.
-¿Cómo prevé que se desarrollará la relación comercial con Brasil en 2013?
-Creo que todos tenemos muchas expectativas porque se producirá el cambio de embajador -fue designado Everton Vieira Vargas, quien podría asumir en marzo, reemplazando a Enio Cordeiro-. El embajador es un instrumento importante para las cosas que pueden ocurrir entre la Argentina y Brasil. De todas maneras se espera que repunte el crecimiento de Brasil en este año.
-¿Están dadas las condiciones?
-Se han tomado una serie de medidas muy importantes para reactivar la actividad económica. Esa es una gran diferencia con respecto al gobierno argentino. En Brasil para estimular el aumento de la producción se han implementado toda una serie de desgravaciones y exenciones de tipo impositivo. Inclusive a las pequeñas empresas se las ha eximido de pagar lo que nosotros llamamos cargas sociales. No tienen que pagar un 20% sobre la nómina salarial, nada más y nada menos. Es una diferencia importante.
-¿Qué sectores se han visto más beneficiados?
-Se eximió también del pago de impuestos a los productos industrializados para una serie de sectores, fundamentalmente bienes de consumo y exportaciones. Por ejemplo, autopartes, electrodomésticas, plásticos, textiles, calzado. Son medidas que en realidad se tomaron el año pasado y que todavía no han repercutido en el crecimiento. Aún no han tenido una concreción frente al esfuerzo que hace el Estado brasileño.

CRECIMIENTO
-¿Coincide con el pronóstico de crecimiento del 5%?
-Se proyecta un 5%. Brasil, a diferencia nuestra, hace gala de aquel dicho de que el que se quema con leche, ve una vaca y llora. La hiperinflación brasileña golpeó tanto a las clases más humildes, que culturalmente el pueblo y la economía han asumido que la inflación es un tremendo veneno, es un virus que infecta la sociedad. Cosa que no se ve así en la Argentina.
-¿Cómo es que han logrado plasmar ese cambio cultural luego de muchos años de convivir con la inflación alta?
-Acá en la Argentina hay mucha gente que cree que un poco de inflación nos viene bien. Cosa con la que yo también podría estar de acuerdo, pero obviamente tiene que ser sumamente controlado. La conclusión a la que llegaron en Brasil es que en última instancia se perjudica a los más necesitados. La inflación destruye el salario. El que cobra un importe fijo, ya sea un sueldo o la jubilación, ve reducida su capacidad de compra y su calidad de vida. Perón decía: los precios van por el ascensor y los sueldos van por la escalera. Acá tenemos experiencia en eso.
-¿Es lógico que Argentina proyecte su crecimiento respaldándose en la mejora brasileña?
-Sí, es un motor importante para la Argentina la demanda de productos que haya desde Brasil. Ahí depende también cómo vamos a responder nosotros. Qué medidas va a tomar el Gobierno para alentar las exportaciones a Brasil o cualquier otro país. ¿Se va a producir una devolución de impuestos en tiempo y forma como marca la ley? ¿O se continuará con la política que ensaya la AFIP? Los impuestos internos que pagan los productos que se exportan no se devuelven en el momento en que el producto sale del país. Hay toda una serie de medidas para controlar los reintegros, que dificultan fundamentalmente la presencia de la pequeña empresa. La gran empresa no tiene problemas. Lo que siempre hemos pedido en muchos temas es aumentar las exportaciones, que no dependen de Brasil sino de nosotros.
-Este año habría un mayor margen de dólares disponibles. ¿Considera que se relajarán las medidas restrictivas en el comercio exterior?
-Totalmente. Es una medida absolutamente contraproducente. Más allá de la crisis internacional, que viene de largo tiempo pero que no nos había perjudicado. Ahora lo está haciendo en uno de los sectores que Argentina debería explotar enormemente, como es el turismo. El turismo ha bajado y esto trae una repercusión en la producción de servicios vinculados al sector. Una de las peores medidas que se pueden tomar es decirle al turista extranjero que hay dificultades con el cambio de dólares. El turista quiere estar tranquilo y cómodo.

DEVALUACION
-¿Cómo se comportará el real a lo largo del año?
-Creo que el real se va a tener que devaluar un poco más. El real el año pasado ha tenido una revalorización, así que se devaluará un poco a medida de que vaya mejorando el aumento en la producción y la exportación.
-Parece que el peso argentino no le irá en zaga.
-El peso ha acelerado un poco la devaluación. Yo sería mucho más transparente porque lo peor que puede haber en la actividad económica es la incertidumbre. Es una variable que debe ser eliminada totalmente, fundamentalmente en los países que queremos crecer. La incertidumbre trae un costo tremendo, impide la planificación. Si en este momento alguien está pensando en colocar sus productos en Brasil, tiene que evaluar si las normas de comercio exterior argentinas van a continuar o no.
-En la última Conferencia Industrial de la UIA, con la presencia de Dilma Rousseff, se insistió en la necesidad de trabajar como bloque. ¿Qué opina?
-Es fundamental. Cualquiera puede ver el mapa y advertir lo importante de nuestra proximidad con Brasil. Fernando Henrique Cardoso siempre decía que la relación entre Argentina y Brasil no es una opción o una alternativa, es un destino. No hay forma de buscar una vinculación más estrecha. Brasil también fue en su momento un campeón del proteccionismo, tal vez un proteccionismo encubierto. A Brasil le pega muy fuerte cuando Argentina incumple los acuerdos, por ejemplo con la venta de trigo. Esto ha afectado enormemente a los molinos harineros. Durante años luchamos para que Brasil compre sólo trigo argentino, por eso el arancel extra Mercosur que grava la compra de trigo a otros países. Los molinos se quedaron sin materia prima porque Argentina interrumpió intempestivamente su venta a Brasil. No es lo mismo planificar la compra de trigo para todo un año, que salir a comprar para el mes que viene.
-¿Tan preocupante es para Brasil la competencia china?
-A Brasil le afecta mucho la venta de productos de consumo masivo por parte de China. Por eso han subido las tasas extra zona, llegando hasta un 30% en algunos productos. Buscan impedir la competencia de esos productos, que aún con esa tasa pueden llegar a ser competitivos. La presencia de China es muy importante.
-¿Es un arma de doble filo? Ambos países necesitan de China para que compre sus materias primas, pero sufren la competencia industrial.
-Ahí está la famosa globalización. Nos guste o no hay que negociar. Obviamente son muy mal vistas las medidas de tipo unilateral sin negociación. La Argentina se ha estado aislando por tomar medidas unilaterales, y estamos bastante mal considerados en todo el mundo. No respetamos las formalidades.