Un sacerdote amenazado por narcos retornará a Buenos Aires para recuperar a los adictos al paco

Las amenazas contra el sacerdote José María "Pepe" Di Paola fueron denunciadas por la Iglesia. El religioso conduce un proyecto para reinsertar en la sociedad a adolescentes y jóvenes consumidores de paco.

El sacerdote José María "Pepe" Di Paola, quien dejó la villa de Barracas amenazado por narcos, retornará desde Santiago del Estero a la provincia de Buenos Aires para continuar con su programa de prevención y recuperación de adictos al paco.

"La idea es seguir acompañando a quienes padecen adicciones y luchando contra este flagelo que mata a inocentes en pocos meses, tarea a la que me siento llamado dentro de la Iglesia. No ya en la villa 21-24, sino en el Gran Buenos Aires", dijo el sacerdote.

Di Paola se fue hace dos años a la localidad santiagueña de Campo Gallo, en la diócesis de Añatuya, tras ser amenazado de muerte por narcotraficantes a raíz de su lucha contra la droga en el asentamiento porteño.

Allí, en la parroquia Virgen de Caacupé, enclavada en plena villa, puso en marcha la comunidad terapéutica Hogar de Cristo, un proyecto para reinsertar en la sociedad a adolescentes y jóvenes consumidores de paco.

Ahora regresará al conurbano bonaerense para, explicó, "llevar esperanza y dar continuidad a esa misión inconclusa, por las circunstancias que todos conocen".

Pese a que el sacerdote porteño no precisó dónde seguirá su tarea, fuentes eclesiásticas consultados por la prensa dijeron que será "en el territorio pastoral de la diócesis de Lomas de Zamora".

Di Paola fue uno de los referentes eclesiásticos que levantó la voz frente a la iniciativa legislativa para legalizar el consumo "recreativo" de estupefacientes, sobre todo la marihuana, y para permitir el autocultivo, aunque aclaró que compartía la posición de no criminalizar al adicto.

"Lo que quizás es recreativo para un joven de clase media o alta se torna fatal en los ambientes pobres y marginales", alertó en pleno debate.

El 22 de abril de 2009 el cardenal Jorge Bergoglio denunció, aunque sin dar su nombre, que un sacerdote que trabajaba en ese momento en las villas porteñas "fue amenazado" tras suscribir un documento advirtiendo que la droga "está despenalizada de hecho", sin que las autoridades hagan nada por los adolescentes y jóvenes que tienen "veneno en sus manos".

"Estas amenazas no son 'chaucha y palito', porque no sabemos en qué pueden terminar", denunció entonces el primado argentino en una misa frente a la Plaza de Mayo, donde también dio a entender que la intimidación provenía de narcotraficantes, a quienes identificó como "poderosos mercaderes de las tinieblas".

La curia porteña confirmó después que el sacerdote amenazado era Di Paola, párroco en la villa 21-24 desde marzo de 1997.

Pese a que la denuncia fue confirmada en sede policial, el entonces ministro de Justicia, Aníbal Fernández, aseguró que episodios como ese son "casi un gaje del oficio" de quienes luchan contra los narcotraficantes.

En octubre de ese mismo año fuentes eclesiásticas revelaron que el sacerdote recibió una nueva amenaza a modo de ultimátum, por eso acordó una salida "no traumática" con Bergoglio, para continuar su trabajo en Santiago del Estero.