HAY DIFERENCIAS CRUCIALES ENTRE EL PROCESO ACTUAL Y LA ARGENTINA DEL PRIMER CENTENARIO

¿Ante otro milagro argentino?

Por Alejandro Poli Gonzalvo

Los análisis de historia comparada no buscan revelar nuevos datos empíricos sino establecer ciertas constantes que ayuden a una mejor comprensión de procesos históricos en dos o más sociedades o en distintos momentos de una misma sociedad. Aquí intentaremos hacer un análisis comparativo de las décadas 1903-1912 y 2003-2012, en tanto que comparten variables económicas similares y tuvieron elevados índices de crecimiento pero que, sin embargo, desembocaron en resultados finales totalmente opuestos.

Aplicando el principio de la navaja de Ockam, reducimos el número de indicadores necesarios para explicar ese comportamiento anómalo del país producido con un siglo de diferencia (lo cual permite descartar otras innegables diferencias entre las sociedades de ambos períodos).

UN PROCESO

A nadie escapa que el desarrollo económico no se produce o deteriora en una década aislada sino que forma parte de un proceso acumulativo. La posición alcanzada por Argentina en el ranking de PBI per cápita en 1912 y 2011 es consecuencia de políticas que exceden los períodos comparados. Aún así, se pueden hacer análisis comparativos muy útiles.

Una primera evidencia se desprende de analizar las variables económicas que evolucionaron de modo similar: en ambas décadas, el fuerte crecimiento del PBI estuvo asociado a términos de intercambio muy favorables, acompañados por un elevado crecimiento de la producción agrícola.

En la época del granero del mundo, la producción crecía asociada a dichos términos y a la incorporación constante de hectáreas de superficie sembrada. En la actualidad, en cambio, la producción agrícola comenzó a crecer de modo independiente de los bajos precios internacionales por las técnicas de siembra directa, desde un piso de 40 millones de toneladas en 1994 (la soja cotizaba en torno a u$s 200 la tn) a 70 millones de tn en 2003.

En este año, comenzó una fuerte alza de los precios de la soja, impulsando la producción hasta los 100 millones de tn alcanzados en el año 2011.

Una segunda evidencia demuestra, en sentido contrario a lo que se suele escuchar, que la dependencia de las exportaciones argentinas de un único mercado es similar en las décadas estudiadas. Hoy se podría afirmar con datos objetivos que la tantas veces denunciada dependencia del Reino Unido se repite con el binomio Brasil-China.

VERTIGINOSO

En cuanto a los resultados, en la Argentina del Centenario las obras públicas y privadas se desarrollaban vertiginosamente: la red ferroviaria pasó de 18.404 kilómetros en 1903 a 31.461 kilómetros en 1912, en 1911 se iniciaron las obras de Puerto Nuevo (Argentina construía su segundo puerto en dos décadas), entre 1911 y 1913 se construyó la línea A de subterráneos (primera de Sudamérica), se inauguraron el Congreso nacional (1906), la estación Constitución (1907), el teatro Colón (1908), la nueva Aduana (1910), entre innumerables obras públicas y privadas.

En la actualidad, el deterioro de los ferrocarriles y de la red vial, la caída de las reservas y la producción de gas y petróleo, el quebranto del sector eléctrico, son una muestra clara de resultados opuestos en materia de infraestructura.

En el campo de la educación, la comparación también es contundente. Hace un siglo atrás, el esfuerzo educativo era una política de Estado que combinaba fuertes inversiones en infraestructura (por ejemplo en 1909 se inauguran las sedes del Carlos Pellegrini y el Otto Krause; entre 1909 y 1910 se edifica el Colegio Nacional Mariano Moreno, se inicia el nuevo edificio del Colegio Nacional en 1911) con el fomento activo de la alfabetización de millones de inmigrantes.

En los años recientes, y a pesar de la bonanza económica, no se ha detenido el deterioro de la educación pública y los resultados obtenidos son cada día peores.

Finalmente, a principios de siglo XX los salarios reales argentinos eran el doble de los italianos, lo cual explica la inmigración masiva, mientras que hoy en día representan un tercio (en los dos períodos considerados se verifica un bajo nivel de desempleo, debiéndose descartar esta variable como diferencial). La suma de educación pública y salarios reales elevados sentaron las bases de la clase media argentina, hoy en franca declinación.

LA EXPLICACION

¿Qué factores explican resultados tan opuestos partiendo de escenarios económicos similares? Dos indicadores combinados son suficientes para responder este interrogante: el nivel de inversiones sobre el PBI y el grado de apertura económica.

El indicador de apertura económica ha mejorado sustancialmente en la última década, partiendo de niveles en torno al 20% del PBI, por efecto del incremento de las exportaciones (sumando la venta de autos en el mercado brasileño) y de las importaciones asociadas, derivadas del aumento de la producción agrícola y los altos precios internacionales. Por su parte, la tasa de inversión supera al 18,6% promedio de los años de la convertibilidad. Pero aún así, son muy inferiores a los indicadores del ciclo 1903-1912.

La respuesta no se encuentra en la economía sino en la política. La diferencia crucial radica en la calidad y en la estabilidad de las instituciones. Esta afirmación no constituye una novedad teórica pero es preciso reiterarla una y otra vez para equilibrar la opinión de quienes no reconocen las enseñanzas de la historia.

El fomento de las inversiones y el crecimiento de las exportaciones y las importaciones dependen de políticas explícitas alineadas con las oportunidades que brinda el contexto internacional. Mientras que los gobiernos anteriores a la Primera Guerra Mundial aseguraban reglas de juego a largo plazo, respetaban los contratos, resguardaban la independencia de la justicia y se insertaban en el comercio mundial activamente, la constante presente son abruptos cambios de rumbo en el marco jurídico, imprevisibles y arbitrarios, y el agobio de la iniciativa privada. El Estado de Derecho no importa.

Quienes defendemos posiciones institucionalistas sostenemos que en el largo plazo las naciones convergen hacia niveles de prosperidad determinados por la estabilidad y coherencia de su sistema institucional más que por la abundancia de sus recursos. La Argentina es dueña de ingentes recursos naturales pero si mantiene políticas que no incentivan las inversiones y cierran artificialmente la economía del país en un mundo interdependiente, el resultado es seguro: desperdiciaremos oportunidades históricas, incluso aquellas tan favorables como la actual.