El presidente de Estados Unidos afronta una difícil reelección en medio de una economía que se recupera con lentitud

Obama renueva sus promesas de cambio

Hace cuatro años llegó a la Casa Blanca con un mensaje de esperanza. Ahora, a la defensiva frente al alto desempleo y las promesas incumplidas, admite que lo hecho es insuficiente. Pero sigue siendo una fuente de inspiración para muchos.

Desde aquel recordado discurso del 2004 que levantó a la Convención Demócrata y tanto entusiasmó a la prensa liberal, que empezó a repetir su nombre, una desmesurada expectativa fue abriendo el camino a Barack Obama. En apenas cuatro años, el novel senador por Illinois, visto como una revelación, alcanzaría la presidencia como la gran esperanza de un Estados Unidos agobiado. Hoy, cuando su propia gestión lleva casi cuatro años y la economía no remonta, ese entusiasmo languidece y la frustración de una parte del electorado obliga a Obama a luchar por una trabajosa reelección.

Acaso el contraste más dramático entre aquella euforia y este desencanto pueda encontrarse en el deslucido protagonismo que tuvo Obama hace un mes en el primero de los tres debates con el republicano Mitt Romney, cuando se lo vio a la defensiva y hasta indiferente. Las críticas hicieron reaccionar después al presidente. Pero la ventaja que llevaba a su contrincante ya venía en declive.
Lejos quedó aquella ilusión contagiosa que despertaba ese joven negro de mirada altiva, que hablaba de acabar con las guerras, sanear los problemas sociales e incluso acabar con la forma en que se hacía política en Washington.
Hace cuatro años, su retórica apasionada, su apelación a la esperanza (hope) y al cambio posible (yes, we can), y sus promesas de reformas pretenciosas sugerían el comienzo de una nueva era. Era, después de todo, el primer candidato de raza negra con posibilidades de llegar a la presidencia. Y su éxito fue tomado como un símbolo.
Obama renueva hoy su promesa de restaurar el sueño americano. En ese sentido, su historia es inspiradora: un niño nacido en un remoto territorio (Honolulu, Hawai), que pasó su infancia en Indonesia, y una vez de regreso a Estados Unidos se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia, se doctoró en Derecho en Harvard, progresó con esfuerzo, trabajó como abogado de derechos civiles, y tras ingresar en la política escaló hasta presidente.
Identificado con políticas liberales, Obama todavía conserva el apoyo de la mitad del electorado y el respaldo de los grandes medios. Pero muchos dicen ahora que no ven el cambio prometido.

INSUFICIENTE

Barack Hussein Obama, hoy de 51 años, luce ahora algunos cabellos grises, admite que lo hecho hasta aquí es "insuficiente" y que necesita más tiempo para completar su tarea.
Poco queda de la lírica de la anterior campaña. "No me eligieron para que les dijera lo que quieren oír, sino para que les dijera la verdad"", dijo cuando aceptó su nominación. "Y la verdad es que tomará más que unos pocos años resolver problemas acumulados durante décadas".
En ese discurso también admitió que "la esperanza ha sido puesta a prueba", aunque lo atribuyó a factores ajenos a él mismo, como el "costo de la guerra, una de las peores crisis de la historia y el bloqueo político". Fue un reconocimiento a la desilusión de quienes lo votaron, que se expresa tanto fuera como dentro de su partido.
Entre los desencantados con Obama están aquellos que creyeron en su promesa de terminar con la vieja forma de hacer política en Washington, para verlo enseguida rodeado de viejos colaboradores económicos de Bill Clinton, hombres identificados con Wall Street, como señaló un analista español.
Pero a la cabeza del descontento figura la actual situación de la economía, el elemento que todos consideran decisivo en esta elección.
En realidad, la crisis financiera, la mayor desde la Gran Depresión de los años treinta, comenzó en los meses finales del mandato de George Bush. Pero la economía se mantiene en una lenta recuperación y, pese a la creación de puestos de trabajo, la tasa de desempleo es la más alta para un mandatario desde Franklin Roosevelt (1933-45).
La revista The Economist comparó los registros de crecimiento económico y desempleo de los últimos meses con el de todos los presidentes norteamericanos que se postulaban a la reelección desde la posguerra. El resultado: el reciente dato de crecimiento anual del 2% deja a Obama entre los presidentes que perdieron la elección. El último dato de desempleo (7,9%) lo sitúa incluso entre los peores.
La desilusión tiene que ver con las críticas de que no supo defender a la clase media y sin embargo mantuvo los beneficios fiscales para los más ricos que había implementado Bush (reflotó su idea de eliminarlos hace tres meses). También se relaciona con los controles que puso en 2010 al sector financiero, vistos como escasos por unos y excesivos por los otros.
Frente a la angustia de muchos ciudadanos y el gran número de ejecuciones hipotecarias, Obama -que rescató a la industria automotriz con el argumento de salvar empleos- promete ahora reactivar la economía con más gasto en educación y más empleos en el sector industrial.
Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, afirma que las políticas económicas de Obama contra la crisis ""fueron buenas y ayudaron a salvar unos dos millones de puestos de trabajo"". Pero su plan de estímulo, de 787.000 millones de dólares, lanzado poco después de su llegada a la Casa Blanca, ha sido incapaz de compensar la pérdida de gasto privado que supuso el colapso de la burbuja inmobiliaria y el recorte de los presupuestos estatales y locales.

OBAMACAID
El mayor éxito parlamentario que esgrime el presidente es su prometida reforma sanitaria, donde invirtió buena parte de su capital político y que extenderá desde el 2014 la cobertura a 32 millones de beneficiarios. Una reforma que resultó divisiva.
Esa reforma y el incremento del déficit fiscal -de 15,8 billones de dólares, que él había prometido recortar- han hecho crecer las críticas de los conservadores, quienes a mitad de mandato se hicieron con el dominio de la Cámara baja.
Algunos republicanos lo acusan de socialista. El hecho de que la reforma sanitaria signifique un refuerzo del rol del Estado y que el demócrata prevea aumentar el gasto pública agita el fantasma europeo. Obama advierte que en esta elección hay dos modelos de país en juego: algo que también se manifiesta en sus expresiones de apoyo al aborto y al derecho de los homosexuales a casarse.

FRENTE EXTERNO
En el frente externo, su política se ha caracterizado por restañar la imagen de Estados Unidos que dejó su predecesor. Cumplió con su promesa de ordenar el retiro de tropas de Irak y le puso fecha para 2014 al repliegue en Afganistán. También se recostó en el consenso y las sanciones, como en el caso de Irán, y ostenta como un triunfo haber terminado en 2011 con Osama Bin Laden.
Pero los ataques cada vez más frecuentes con aviones no tripulados suelen causar numerosas víctimas civiles. Y también extendió el llamado Plan Patriota, que tanto había criticado, y que permite implementar medidas extremas contra el terrorismo, como detenciones indefinidas e interrogatorios duros.
Entre las reformas no cumplidas figuran el cierre de la cárcel de Guantánamo y una reforma migratoria.
Obama aún tiene buenas posibilidades y el valor simbólico de ser el primer presidente negro de la historia todavía es una inspiración para muchos.
Es cierto que la elección se jugará sobre las propuestas para salir de la crisis. The Economist señaló hace poco que un aforismo en política indica que los gobernantes ganan cuando la economía es fuerte y pierden en los tiempos difíciles. En pocas horas se sabrá si Obama será una excepción.