España debe acordar ya el rescate

Mientras Estados Unidos apuesta a emitir dinero in eternum, los líderes de la eurozona exageran con la austeridad fiscal. Es imprescindible que el Banco Central Europeo comience un agresivo programa de compra de deuda de los países en problemas.

Por Germán Fermo *

Décadas atrás, Milton Friedman dijo: "La política monetaria es ineficaz en el largo plazo". Dentro de las tantas cosas brillantes sobre las que escribió Friedman, y a pesar de su convicción en la relevancia de la política monetaria como instrumento formidable de amortiguación de shocks económicos, también indicó claramente que la política monetaria no puede hacer magia.
 
No se puede cambiar al mundo simplemente con emitir dinero, de lo contrario, hacer política económica sería una disciplina muy sencilla: podríamos transformarnos de pobres a ricos simplemente con emitir, lo cual obviamente desafía el sentido común más básico.
 
En un lado opuesto del argumento, el brillante John Maynard Keynes con su concepto de reactivar demanda vía política fiscal activa, también entendía que aumentar el gasto in eternum tampoco hace magia y probablemente se llegue a un punto en que trae más problemas que soluciones.
 
Estos cinco años de crisis, nos han mostrado a dos bloques con enfoques extremos en el manejo de la tragedia, tan extremos que ambos han fallado al menos parcialmente en su objetivo final: la solución del problema.
 
RECETAS EN PUGNA
 
Por un lado, a Estados Unidos se lo ve empecinado casi exclusivamente en lucharle a esta crisis desde el lado monetario sin mirar la megaburbuja fiscal que tiene en frente y que sigue contemplándola sin una sola solución relevante. Recordemos que a inicios del 2013, los mercados volverán con razón a preocuparse por el precipicio fiscal de los Estados Unidos (fiscal cliff) tema que convenientemente quedó en el olvido en un mercado que prefirió concentrarse en el corto plazo en los impactos positivos de QEIII (programa de intervención de la Fed) y en el OMT (programa de intervención del BCE). 
 
Del otro lado del Atlántico, Europa se empecina en el ajuste sin utilizar a la herramienta monetaria como anestesia a la cirugía general que requiere Europa desde el lado fiscal. Su último plan de compra de bonos soberanos PIIGS será esterilizado poniendo ciertas dudas sobre qué tan contundente será en última instancia este accionar del BCE.
 
Si bien la tasa a diez años de España bajó desde su máximo del año en torno al 7,70% a los niveles actuales de 5,50/6%, esta tasa sigue siendo extremadamente alta para un país que enfrenta dos problemas. Primero, un desempleo al 25% es totalmente incompatible con tasas que superan en 400 puntos básicos a las correspondientes a Estados Unidos y Alemania. Segundo, España necesitará rolear cantidades importantes de su deuda en el 2013 lo cual será extremadamente ineficiente y costoso a las tasas actuales del 6%: el rol en este caso incrementaría su stock de deuda renovable en un 6% lo cual es insostenible. Es cierto que el OMT ayudó a darle estabilidad a la curva soberana de España pero ahora falta el próximo paso: bajar el nivel de la curva y para eso probablemente necesite de la intervención directa del BCE.
 
MERKEL EXAGERA
 
Cuando un país entró en un sendero inestable en la relación deuda/PBI, está muy bien recurrir al ajuste fiscal como herramienta de largo plazo porque, tal como decía el brillante Friedman, la política monetaria es ineficaz a largo plazo. Por lo que, a un problema real no se lo puede solucionar exclusivamente vía QEs in-eternum.
 
Sin embargo y a pesar del anunciado plan de intervención (OMT), Europa se sigue equivocando en exagerar la ortodoxia monetaria y fiscal para un período históricamente diferente y por lo tanto potencialmente explosivo que requiere soluciones económicas fuera del manual. 
 
Esta crisis es la peor que ha visto la humanidad porque encontró a un mundo muy globalizado y muy interdependiente y por lo tanto más vulnerable a los problemas del vecino. Si a esto le sumamos el brutal leverage con el que se encontró esta crisis al comienzo, tenemos un cóctel explosivo que adquirió su mayor tamaño con la quiebra de Lehman.
 
Los esfuerzos de España en particular y de la Unión Europea en general, han sido bienvenidos por el mercado y está muy bien que sea así en especial a la luz del nuevo plan de intervención por parte del BCE. España está haciendo esfuerzos sustanciales para honrar su deuda y su pertenencia al euro lo cual es una obvia y excelente decisión. Sin embargo, para que el ajuste fiscal no termine sucumbiendo ante la inclemencia macroeconómica de esta crisis es de sustancial importancia que por primera vez desde el inicio de la crisis el BCE le dé fluidez monetaria al sistema para que la cirugía general que está implementando España (y muy probablemente otras economías PIIGS en un futuro cercano) encuentren un amortiguador monetario de mediano plazo.
 
El BCE debe oxigenar a España, estabilizar su curva de yields y prepararla para la cirugía general que deberá enfrentar por la próxima década. Para ello y a la luz de las recientes bajas en la calificación crediticia de la deuda española, España debe ya mismo solicitar oficialmente un salvataje a la Unión Europea para que de esta forma se le de luz verde al BCE a los efectos de que intervenga en la curva de yields de España.
 
Lo que dijo Friedman es muy cierto: la política monetaria no te soluciona el largo plazo pero es enormemente efectiva en calmar el corto plazo y desde ahí darle espacio a la política fiscal para que encuentre su curso. Europa parecería moverse correctamente en esa dirección pero es preocupante todavía observar ciertas dudas a nivel de agresividad monetaria y ciertas demoras en este caso por parte de España para finalmente liberar al BCE en lo que sería un potencialmente agresivo programa de compra de su deuda. 
 
* Ph.D. in Economics (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.