Siete días de política

Los funcionarios no le hablan a la sociedad, sino a la Presidenta

El embargo de la fragata ‘Libertad’ ilustra cómo funciona el Gobierno: comete gruesos errores por imprevisión, le echa la culpa a cualquiera y denuncia conspiraciones inverosímiles.

Desde el comienzo de año el Gobierno ha cometido una cadena de errores que le produjeron un desgaste evidente. La mayoría de esas equivocaciones son consecuencia del ajuste fiscal y de la conflictividad que naturalmente genera, pero otras son atribuibles a impericia de gestión, lisa y llana.

Cada vez que un problema sube al tope de la agenda mediática la reacción oficial es la misma. O lo niega o lo explica con argumentos absurdos.

La rebelión de prefectos y gendarmes que concluyó la semana última llevó, por ejemplo, al jefe de Gabinete y al ministro de Economía a denunciar un difuso complot entre los ex jefes de esas fuerzas y algunos jueces para cobrar ingresos desproporcionados. La ministra de Seguridad Nilda Garré dio además ‘por superada la situación’, mientras las pantallas de televisión mostraban a los amotinados insultando al Gobierno.

Finalmente la protesta se disolvió varios días más tarde, pero la ministra debió echar a su hermano, autor del fatídico decreto que despertó la ira del personal. No sólo dio marcha atrás con el recorte salarial, sino que señaló al culpable de lo ocurrido poniéndolo en la calle. 

¿Dónde estaba, entonces, la conspiración de gendarmes y jueces? En el caso de la fragata ‘Libertad’ capturada por el gobierno de Ghana a pedido de los acreedores de bonos argentinos defaulteados, ocurrió otro tanto. Hubo un sordo malestar presidencial con los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores. 

El primero sacó un comunicado limitándose a señalar que el embargo era violatorio de normas internacionales, pero el canciller Héctor Timerman fue por más. Soltó un alegato de centro de estudiantes acusando a los "fondos buitre y a quienes intentan imponer un sistema global donde los pueblos vivan sometidos al capital especulativo".

Un lenguaje poco diplomático o por lo menos contradictorio con el propósito de negociar la liberación del buque escuela con el gobierno ghanés. ¿Por qué ese paso en falso? Un vocero oficioso explicó el tono del canciller. "Le habla a la Presidenta", dijo.

El error habitual consiste en suponer que cada vez que un funcionario enfrenta los micrófonos se dirige a la opinión pública. Eso pudo ocurrir antes. Aquí y ahora todos le hablan a la Presidenta. Le dicen lo que quiere oír. Por eso las falacias evidentes y los argumentos disparatados como que el culpable de todo es el señor Magnetto.

El que no lo hace, corre el riesgo de que nunca más le atiendan el teléfono. La contrapartida de esa práctica cortesana es el aislamiento presidencial, su rechazo a las críticas y la utilización de argumentos paradójicos que podrían ser confundidos con cinismo, como pedir que se respete la ley (de medios), mientras el propio Gobierno ni siquiera cumple con los fallos judiciales firmes o intenta digitar al juez que deberá resolver su pleito con el grupo Clarín.

Imputa al adversario los recursos a los que echa mano sin la menor vacilación, o el intento de desplazar a Leandro Despouy de la Auditoría General de la Nación con otra maniobra -esta vez en una comisión bicameral del Congreso- que logró un verdadero milagro: la unidad de toda la oposición, desde Macri hasta ‘Pino’ Solanas. Nadie se hizo responsable de este gambito, porque generó una fuerte reacción contraria, pero parece improbable que al presidente de la Comisión Mixta Revisora de cuentas, el ultra ‘K’ Fabián Ríos se le hubiese ocurrido por su cuenta una iniciativa de semejante volumen político.

Es conocida la aversión del Gobierno a los organismos de control, pero en el caso de la embestida contra Despouy quienes conocen el tema sostienen que el intento apuntaba a dotar a los abogados de ex funcionarios
que enfrentan a la Justicia de argumentos para que puedan pedir la nulidad de los informes de la AGN.

Otro dato elocuente fue la decisión del Banco Central de no publicar los pronósticos de consultoras privadas sobre la evolución económica. Ninguna intromisión de la realidad que pueda perturbar la atmósfera ‘K’ será permitida.

La realidad paralela en la cual la economía se pesifica sin problemas al estilo Capitanich/Mariotto, en la que la Presidenta funda un nuevo país y el pueblo marcha exultante hacia un futuro dichoso no admite pruebas en contrario ni prensa agorera. Si Chávez lo puede hacer, ¿por qué habría de serle negado al kirchnerismo?.