"El Espíritu Santo es la clave para leer el Concilio Vaticano"

El sacerdote Raniero Cantalamessa, predicador oficial del Vaticano, ofreció una clave de lectura para interpretar la histórica asamblea eclesial, al cumplirse 50 años de ese acontecimiento. Lo hizo durante una conferencia que tuvo lugar en la Universidad Católica Argentina.

"La insuficiente atención puesta en el papel del Espíritu Santo explica las dificultades que se han creado en la recepción del Concilio Vaticano II", afirmó el padre Raniero Cantalamessa, predicador oficial del Vaticano, en una conferencia que tuvo lugar en la Universidad Católica Argentina (UCA).

Cantalamessa ofreció una clave de lectura para interpretar la histórica asamblea eclesial, al cumplirse 50 años de ese acontecimiento, en una disertación oficial titulada El espíritu de renovación del Concilio, que fue seguida por unas 800 personas en el auditorio Juan Pablo II de la UCA. En el estrado estuvo acompañado por el cardenal Jorge Bergoglio, el nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig, el rabino Abraham Skorka, quien recibió una distinción (ver aparte) y el pastor Néstor Miguez.

El religioso, que es doctor en Teología, afirmó que "la acción del Espíritu Santo resuelve la paradoja" que parece sugerir la interpretación del Concilio dada por el magisterio papal como una "renovación en la continuidad", una idea que por otra parte señaló que tuvo "un precursor ilustre en el ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana del cardenal John H. Newman".

Cantalamessa recordó que "Jesús reservó al Paráclito un papel preponderante para conducir a los apóstoles y a la Iglesia a la verdad".

"San Ireneo lo había intuido en el siglo II cuando afirma que la Revelación es como un depósito precioso contenido en una vasija valiosa que, gracias al Espíritu de Dios, rejuvenece siempre y hace rejuvenecer a la vasija que lo contiene", refirió el religioso en una ponencia de gran riqueza y profundidad, cargada de citas de santos e incluso de poetas como T.S.Elliot.

"El Espíritu Santo -señaló- no dice palabras nuevas, no crea sacramentos ni instituciones nuevas, pero renueva, vivifica, constantemente las palabras, los sacramentos y las instituciones creadas por Jesús. No hace cosas nuevas, pero hace nuevas todas las cosas".

DIFICULTADES

Cantalamessa consideró que "la insuficiente atención al Espíritu Santo explica las dificultades que se han creado en la recepción del Concilio", dificultades a las que se refirió el papa Benedicto XVI en su ya famoso discurso de 2005 cuando describió la actual "lucha entre dos hermenéuticas: una de la discontinuidad, de la ruptura, que goza de la simpatía de los medios de comunicación y de una parte de la teología moderna, y otra de la reforma".


Según el predicador oficial del Vaticano, el Papa admite que "hubo una discontinuidad con el Concilio, pero dice que ésta no afecta los principios y verdades que están en la base de la fe cristiana, sino a algunas decisiones históricas, entre las que cita las relaciones entre la Iglesia y el mundo moderno, las que crearon los avances de la ciencia, la nueva relación con las religiones, o la tragedia de la Shoah, que incluía un replanteo de la actitud hacia el pueblo judío".

Cantalamessa dijo que concentrarse demasiado en la letra mata el espíritu de la vida. "Si incluso los preceptos evangélicos, sin la gracia del Espíritu Santo, habrían sido letra muerta, qué decir de los preceptos de la Iglesia, o del Concilio", preguntó.

En este sentido criticó la visión de los tradicionalistas, cuyo rechazo al Concilio en nombre de la Tradición muestra "una tradición donde el Espíritu Santo no juega ningún papel". Pero también cuestionó la visión del progresismo, que vio la ruptura como una conquista a exaltar y que habla de un "espíritu" del Concilio pero en un sentido diferente, entendido como una "valentía innovadora" que encontraría resistencias.

El predicador expresó que "solo ahora estamos en condiciones de valorar" el Concilio, y que sus frutos demuestran que "sí hubo un nuevo Pentecostés" cuyo "signo es la revitalización de la vida cristiana allí donde fue acogida", como en los movimientos eclesiales o en la renovación carismática.

Para concluir, dijo que "si parece exagerado hablar de un nuevo Pentecostés sólo basta ver los Hechos de los Apóstoles para comprobar que no faltaron dificultades y más grandes que ahora".