Crítica: un grupo de chicos de barrio protagonizan la encantadora comedia "Días de vinilo"

Unidos al ritmo de la música

Es una encantadora comedia, fresca, espontánea, con buen ritmo, excelentes actores y una atractiva música. Hay que darle la bienvenida como a sus cálidos personajes, fácilmente reconocibles, muy nuestros.

"Días de vinilo". Argentina, 2012. Dirección y guión: Gabriel Nesci. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Música: Guillermo Guareschi y Julio César Sierra. Actores: Gastón Pauls, Fernán Mirás, Ignacio Toselli y Rafael Spregelburd. Presenta: Buena Vista. Duración: 118 minutos. Calificación: Para todo público.

Los protagonistas de "Días de vinilo" son del mismo barrio y tienen la misma edad: son muy jóvenes. En un momento de su vida, la música los bautizó de la manera más inesperada, con su inesperada caída. Y no es una metáfora. Reunidos en la esquina reciben, sobre sus cabezas, una colección de discos de vinilo, patrimonio de una ruptura sentimental que terminó con el novio tirando todos los discos por un balcón, que cayeron como catarata sobre la barrita del barrio. Sí, efectivamente, los 78 y los 45 marcaron sus vidas. En ese momento los 70 parecían comenzar. El caso es que esos chicos ahora son adultos, parecen no haber crecido demasiado y siguen profesando amor por la música.
"Los locos por la viola" se convirtieron en locutor uno, siempre enamorado; guionista el otro, en busca de su verdad; el loco por Los Beatles es Marcelo, capaz combinar su marketing funerario con la composición romántica, como el personaje de Spregelburd.
Todos tratan de buscar lo mejor con sus aciertos y sus desastres personales, intentando convencer al actor admirado (la misión de Damián con Sbaraglia en un divertido papel), adormecer la muerte con una canción (Spregelburd) o estar una y otra vez detrás de mujeres soñada e irremediablemente imposibles (Luciano).
CON FRESCURA
El filme de Nesci es una encantadora comedia, fresca, espontánea, con buen ritmo, excelentes actores y una atractiva música. Los diálogos son fluidos, las situaciones se dan sin esfuerzo y hay una simbiosis interesante en el cuarteto. Que algunas secuencias no son suficientemente sólidas, que la marca televisión sobrevuela toda la comedia, sí. Es verdad pero esta comedia sin vueltas con un poco de nostalgia y mucho humor es una ráfaga de aire fresco en la cartelera cinematográfica porteña.
Y hay que darle la bienvenida como a sus cálidos personajes, fácilmente reconocibles, muy nuestros.
Calificación: Muy Buena