"Es muy evidente que se discrimina a Buenos Aires"

El nefasto sistema de coparticipación federal de impuestos. Recibe el 21,7% de las transferencias automáticas y el 30% de las discrecionales, dice el economista Federico Muñoz. Sin embargo, una reforma es políticamente inviable. "La provincia juega el partido con 9".

La pulseada sostenida entre el Gobierno de la Nación y el de la provincia de Buenos Aires por $ 3.000 millones que oxigenarían la economía bonaerense volvió a poner sobre la mesa un tema de largo debate: la necesidad de reorganizar el sistema de Coparticipación Federal.

La historia es conocida. El Tesoro Nacional dio luz verde para girar apenas $ 1.000 millones, y entonces el Ejecutivo provincial decidió abonar el medio aguinaldo en cuatro cuotas y suspender las obras públicas pautadas para el resto del año. Federico Muñoz, director de la consultora Muñoz & Asociados, analiza el sistema de distribución de ingresos impositivos, una ingeniería fiscal que castiga a Buenos Aires y cuya reforma resulta una empresa utópica.

-Dada la disparidad en el reparto de los ingresos de la Coparticipación Federal, ¿es un sistema injusto?

-El sistema en sí no es injusto, de alguna manera hay que resolver el problema de cómo se reparte entre los distritos subnacionales lo que es la recaudación nacional. Para eso hay que diseñar un régimen de coparticipación de impuestos. Cómo se ha llegado a este sistema que discrimina a la provincia de Buenos Aires, es largo.

LA REFORMA

-¿Por qué fracasó el rediseño del régimen cuando se reformó la Constitución en 1994?

-Cuando se hizo la reforma de la Constitución, el mandato es que tenía que diseñarse un nuevo régimen de Coparticipación Federal. El drama de una reforma del régimen de coparticipación es que la reparación es fáctica y políticamente imposible. Es muy evidente que se discrimina a Buenos Aires. Cualquier reforma racional o donde el reparto se rija por criterios objetivos, debiera pasar por el Congreso, y en particular por el Senado. Este nuevo régimen hipotético, con un criterio devolutivo, redistributivo o cualquier otro que sea más objetivo, haría ganadora a una sola provincia o a algunas pocas, pero básicamente habría una gran ganadora, Buenos Aires, que es la que más tributa. Y existirían muchas provincias perdedoras. La masa de dinero es una torta que se reparte. Creo que hubo una oportunidad preciosa para hacer algo más razonable en 2003.

-¿La circunstancias de la crisis permitían cambios profundos?

-A la salida de la crisis se podría haber dicho: lo que tenemos hoy de masa coparticipable se reparte así, como hasta ahora, pero lo que viene podemos llegar a repartirlo de una forma más razonable. Los incrementos de recaudación se podrían haber hecho, y también podría hacerse ahora. En aquel entonces la coyuntura histórica era más favorable para hacerlo. Eso es una hipótesis. Siempre existirá resistencia a cualquier nuevo régimen de coparticipación federal.

-¿Cómo es el mecanismo de reparto? ¿Qué es la distribución secundaria?

-La distribución primaria es cómo se reparten los impuestos coparticipables entre la Nación y el resto de las provincias. La distribución secundaria define cuánto va a cada una de las provincias, de acuerdo a lo que le toca ya establecido. El Senado va a bloquear cualquier reforma más o menos razonable del régimen de coparticipación.

-También hay un reparto automático y otro discrecional...

-Lo automático es básicamente lo que se reparte por coparticipación y algunas otras leyes especiales que estipulan cuánto le va de ciertos recursos a las distintas provincias. Lo discrecional son transferencias del Gobierno Federal, que deciden de acuerdo a las necesidades políticas u objetivas que ellos consideren.

-¿Cómo estaría ubicada Buenos Aires en este reparto discrecional?

-El último dato disponible es del 2010, y no estaba tan perjudicada. Estaba recibiendo el 30% de las transferencias discrecionales a provincia. Es decir, el 20% de las automáticas y el 30% de las discrecionales. Estas últimas corregían en parte esa discriminación.

-¿Por qué la Ciudad de Buenos Aires no está involucrada en la repartición secundaria?

-Porque la Ciudad recibe un 1,6% del total de la masa coparticipable, de manera directa. No está en la repartición secundaria por su status jurídico.

LA BRECHA

-Un informe de su consultora establece que si Buenos Aires hubiera recibido el 40% que le correspondería, tendría u$s 7.000 millones más. ¿Tan amplia es la brecha?

-El 40% ese es absolutamente irreal, es un ideal. Es lo que surgiría si uno arrancara de cero en un nuevo régimen de coparticipación, con criterios objetivos. El otro dato, lo que recibió alguna vez, los 28,5 puntos, estaríamos hablando de u$s 2.300 millones, que al cambio actual son $ 11.000 millones. Y todo el lío se armó por $ 3.000 millones. Cualquiera que conoce de la gestión económica y el federalismo fiscal, sabe que esto no es algo novedoso.

-¿El sistema se transforma en una herramienta de dominación política?

-Sí, claro. Eso es evidente.

-¿Alguna otra provincia tiene semejante dependencia de los dineros nacionales?

-Ninguna está tan endeudada como Buenos Aires. La provincia sale a jugar el partido con 9 jugadores, es demasiado determinante la asimetría en el reparto de los fondos como para remontar esa situación.

-Ustedes crearon una herramienta comparativa entre las provincias denominada ISAP. ¿El Estado nacional no cuenta con instrumentos así?

-Lo que hubo en algún momento fue el Producto Bruto Geográfico (PBG), pero eso no lo hace más, desde hace mucho tiempo. Es anterior al 2007. Para los hacedores de política económica saber a quién le está yendo mejor, si a Chaco, Mendoza o Buenos Aires, es demasiado importante.