Flexibilización Cuantitativa III

Los mercados se han acostumbrado a dos cosas: un permanente desacierto europeo y su correspondiente neutralización desde la Reserva Federal. Los problemas de deuda requieren para su solución no sólo austeridad sino crecimiento, lo preocupante es ver a Europa concentrada sólo en un lado del problema.

Por Germán Fermo (*)

La Reserva Federal estadounidense (Fed) anunció la posibilidad de una tercera ronda de Flexibilización Cuantitativa, lo cual significa nueva emisión de dólares contra la compra de bonos soberanos. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: porque Europa no lo está haciendo y toda la carga está recayendo sobre el Banco Central de Estados Unidos.

El mercado se acostumbró a esperar simultáneamente dos cosas: un permanente desacierto europeo y su correspondiente neutralizador desde la Fed. Cada error de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) ha sido neutralizado por un acierto equivalente de Ben Bernanke. Europa hace política monetaria como si el mundo estuviese transitando tiempos de normalidad, olvidándose de que en economía hay dos manuales: uno para tiempos normales y otro para tiempos de crisis. Lamentablemente a este último parece no haberlo leído nadie en Europa.

COMPRAR TIEMPO

Europa sigue sin comprender que el principal rol de un shock monetario no es el de solucionar un problema sino el de comprarle tiempo al paquete alternativo para que eventualmente lo solucione. Está muy bien que el énfasis europeo sea el fiscal, pero el error radica en que al ajuste se lo está dejando sólo sin un amortiguador monetario.

Europa es el gran free-rider monetario de esta crisis: en lugar de observar la primera ronda de Flexibilización Cuantitativa en Europa como debiera ser el caso, paradójicamente se verá la tercera ronda de Flexibilización Cuantitativa desde Estados Unidos conocida ya como QEIII (Quantitative Easing III).

En el actual contexto de bajo crecimiento en el G2, los dos bloques están adoptando enfoques radicalmente opuestos y con resultados evidentemente diferentes. Por un lado, Estados Unidos haciendo política monetaria históricamente expansiva y su economía real reaccionando lenta pero consistentemente. Europa, por su parte, incomprensiblemente sigue insistiendo en un ajuste fiscal el cual tendrá consecuencias contractivas en un bloque que probablemente ya esté en recesión. Europa se acordó de ser ortodoxa fiscalmente unos 50 años tarde: ser fiscalmente ortodoxo en un contexto recesivo es un grave error y generará el fracaso de cualquier plan que se intente delinear sólo en esos términos sin un socio monetario.

Es cierto que cuando un país está sobreendeudado lo correcto es achicarse pero también es cierto que si la austeridad se implementa en un contexto de inestabilidad explosiva, probablemente termine agravando el problema. Los problemas de deuda requieren para su solución no sólo austeridad sino crecimiento, lo preocupante es ver a Europa concentrada sólo en un lado del problema.

Europa debería implementar una combinación de política monetaria agresiva en el corto plazo para comprar tiempo y dejar que su política fiscal austera termine colocando a la Europa PIIGS en un sendero estable. A lo largo de estos cinco años, Europa ignoró por completo el impacto positivo que una política monetaria agresiva genera sobre los agentes económicos.

SUPERBERNANKE

Detrás de estos desatinos, observamos a Bernanke intentando nuevamente reflactar a la economía mundial comprendiendo que anclar expectativas en este contexto es crucial. Bernanke comprende perfectamente que estos no son tiempos para discutir sobre optimalidades, estos son tiempos de suma urgencia en donde el hacedor de política está eligiendo la menos peor de las medidas siendo todas en esencia malas.

Hace sólo días la Fed realizó un nuevo anuncio de política monetaria informando que el compromiso de mantener tasas en cero se extendía hasta "al menos fines del 2014". Sugirió además la posibilidad de una QEIII o sea, más emisión de dólares. Bernanke siempre ha necesitado de un socio monetario en Europa y al no aparecer sigue obligado a actuar sólo protegiendo a la economía norteamericana no sólo de sus propios problemas que son muchos, sino además de las incoherencias monetarias europeas.

Lo paradójico es que si se implementa un QEIII desde Estados Unidos, esos dólares entre otras cosas terminarán comprando deuda PIIGS, siéndole totalmente funcional a la inacción europea. La agresividad monetaria que el mercado le viene pidiendo al BCE terminará indirectamente siendo activada desde la Fed. No es la primera vez que esto ocurre, ya en la segunda mitad del 2010 con su QEII la Fed salvó a Europa y tranquilizó las curvas de bonos soberanos PIIGS. El colapso de los mercados en el 2011 coincidió con el fin de QEII.

INCOMPETENTES

El incomprensible manejo de la política monetaria en Europa no se nota tanto sólo porque hay un Bernanke del otro lado del Atlántico. Muchos se preguntan por qué Bernanke ha sido tan agresivo esta vez. En la mente de la Fed está probablemente la carga recesiva que hereda de Europa, un bloque que hasta hace muy poco había comenzado un incomprensible ciclo de suba de tasas en medio de su peor crisis de deuda.

Con el QEIII, Bernanke probablemente está intentando neutralizar los horrores monetarios del BCE. Bernanke sigue anticipando los impactos de una política monetaria europea absolutamente inconsistente y fuera de moda. Mientras Europa decide estilo 1920, Bernanke sigue reescribiendo la forma de hacer política monetaria luchándole sólo a la peor crisis financiera que ha vivido la humanidad.

La razón por la cual Europa sigue pagando muy baratos sus desaciertos es porque la Fed continúa neutralizando su obvia inconsistencia.

Europa sigue obstinada en implementar un plan fiscal ortodoxo que será en el mejor de los casos lento y recesivo, sabiendo que por cada uno de sus errores tiene por suerte un acierto forzado desde la Fed en mercados cómplices a este accionar y llenos de ilusión monetaria.

Surgen dos preguntas: si Bernanke hubiese seguido el mismo sendero de política monetaria que el BCE, ¿dónde estarían hoy los activos de riesgo y la economía real?; y, si el mundo entero hubiese aplicado la receta monetaria europea, ¿qué tan diferente sería la actualidad a la de 1930?

(*) Ph.D. in Economics (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.