Siete días de política

El ajuste lo hizo Macri y los demás se miran en ese espejo

Llegó la hora de bajar el gasto. Los dirigentes tratan de no pagar un costo político que es sin embargo inevitable. La Nación le pasó los subtes a la ciudad, pero también deberá ajustar

Cuando se enteró de su problema de tiroides la presidenta Cristina Fernández pensó en someterse a la cirugía en mayo o junio, pero, según trascendió, los médicos le aconsejaron no demorarla.

La idea de la postergación obedecía a una cuestión de “timing”: recibir una ola de simpatía personal cuando más cree que lo necesitará, es decir, después del impacto político inevitable que tendráel ajuste en el primer semestre con la ya anunciada quita de subsidios y la suba de las tarifas.
A esta dolorosa vuelta a la realidad se agregarán los recortes en materia de empleo público y otras podas indispensables para reducir el mayor déficit fiscal de la era K. En 2011 -año electoral- el rojo de las cuentas públicas trepó a los 7.800 millones de dólares.
Como es notorio la presidenta fue operada y se repone de manera satisfactoria, pero el ajuste no se arregla con similar facilidad. Se adelantó y el primero en pasar por esa prueba de fuego es Mauricio Macri al que la Casa Rosada le transfirió la papa caliente de los subterráneos sin el subsidio indispensable para pagar los jugosos salarios de los empleados del sector.
Cuando el gobierno anunció su intención de desprenderse del servicio, el jefe del gobierno porteño arrastró los pies todo lo que pudo. Pero el día en que admitió públicamente que tenía cáncer y sería operada, en un mensaje con un fuerte tono emotivo la presidenta le pidió el “esfuercito” de hacerse cargo de ese agujero negro. Lo puso entre la espada y la pared.
Después de consultar el vuelo de las aves y a Jaime Durán Barba, el ex presidente de Boca resolvió poner los 300 millones que no le giraráel Tesoro Nacional, porque comprendió que le saldría más barato que enfrentar el rechazo generalizado por no ayudar a la presidenta en una hora difícil.
De todas maneras Macri no deberámeter la mano en el bolsillo porque lo que realmente decidió fue pasarle el costo a los usuarios con una suba de más del 120% del pasaje. Esta “solución” del problema generó críticas por un lado y fuerte expectativa por otro. Hubo, asimismo, reacciones payasescas como la de los delegados gremiales que levantaron los molinetes para ganarse la simpatía de los usuarios que están al tanto de que el aumento que pagan irádirectamente a pagar sus salarios. Por estas playas ya nadie se priva de la demagogia, ni siquiera los trotskistas.
Por otra parte hay fuerte expectativa acerca de cuándo la Nación terminarásometiéndose al principio de realidad y sintonizará la tarifa del subte con la de trenes y colectivos, algo también difícil de evitar, lo admita o no el señor Schiavi.
¿Cuándo considerará oportuno seguir los pasos del jefe de gobierno porteño? La respuesta es sencilla: cuando compruebe, encuestas en mano, que el costo político es tolerable, algo que nadie puede adelantar por ahora.
En el espejo de Macri se mirarán también los gobernadores provinciales que cerraron 2011 con un déficit de 10 mil millones de pesos y empiezan mal el 2012. El hiperkirchnerista santacruceño Daniel Peralta tuvo que postergar un súper ajuste ortodoxo por choques violentos entre estatales y la policía y el difunto gobernador rionegrino Carlos Soria empezó su brevísima gestión liquidando contratados, legado que apenas tuvo tiempo de trasmitir a su sucesor. El socialista santafecino Antonio Bonfatti postergó el pago de haberes a empleados públicos y jubilados, mientras que el cordobés José Manuel de la Sota revisarácontratos de estatales (algo que harátambién la Nación). Por su parte el radical que gobierna la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre, perdió a un alto funcionario que debió ser operado de urgencia por un infarto mientras negociaba salarios con el sindicato de municipales. La situación como puede comprobarse no se presenta sencilla.
Pero el jefe de gobierno porteño tiene un desafío extra, porque la gestión del subterráneo es compleja. Representa además un “test” de competencia, ya que tendráque mejorar un servicio deficitario y deteriorado por la idea populista de congelar las tarifas por más de una década. No se trata de trazar bicisendas o hacer playas de arena frente al río. Tendráque vérselas además con sindicalistas pésimamente dispuestos por razones políticas que intentarán desgastarlo.
Se estima que la presidenta aprovechará su convalecencia para ver cómo evoluciona la situación y planear su estrategia para un año que se le presenta con dificultades no menores que las de Macri. Un año en el que deberácongelar el gasto público, en el que la soja rendirá fiscalmente un 50% que en 2011 y en el que el consumo y el crecimiento se resentirán.