Siete días de política

Mientras Cristina se consolida la oposición se desintegra

El súbito crecimiento de la presidenta en todos los sondeos desactivó la interna peronista por las candidaturas. Al mismo tiempo en la oposición el internismo comenzó a causar estragos.

En la escena política local se representa algo cada vez más parecido a una comedia de enredos. El curso de la acción cambia continuamente, los héroes pasan a ser villanos y viceversa en un abrir y cerrar de ojos y -lo que más importa- cada acto termina con alguna sorpresa. Hay una sola cosa, sin embargo, que no parece garantizada: el "happy ending".

Todos los sondeos ratifican que, tras la muerte del ex presidente, la presidenta Cristina Fernández se ha consolidado al tope de la intención de voto. El fenómeno tal vez sea efímero, pero frenó a la siempre inflamable interna peronista, alineando detras de la jefa de Estado a gobernadores, intendentes, caudillos provinciales y sindicalistas que postergaron para ocasión más propicia los proyectos personales.

Este inesperado paso de comedia ocurrió porque el aparato oficialista tiene hoy algo de lo que carecía cuando Néstor Kirchner estaba vivo: un candidato capaz de funcionar como una locomotora. Lo que los intendentes "rebeldes" decían a voz en cuello y gobernadores más prudentes daban a entender con gestos -esto es, busquemos un candidato ganador- parece hoy cosa del pasado remoto.

Un Kirchner en la boleta ya no significa un pasaporte seguro a la derrota. Si se evitan errores groseros y se controla la gestión, es decir, se pone orden en el gabinete y se comienza a negociar con los factores de poder como sucedió la semana última con Hugo Moyano, el resto del milagro pasará a depender del viento de cola de la economía.

Todo indica por lo sucedido en los últimos días que ese es el rumbo elegido por la presidenta. Puso fin a la inaudita polémica entre sus ministros por la inflación, usando como variable de ajuste a Aníbal Fernández. El jefe de gabinete había criticado Amado Boudou y terminó recogiendo el paño en público. Fin de la desgastante pelea por los medios. También recibió en Olivos al líder de la CGT y dejó de mandarle mensajes a través de la UIA. Habrá que ver cómo reacciona el camionero, pero si presiona ahora puede perder la pulseada.

Las circunstancias se presentan tan propicias para la presidenta que hasta las metidas de pata se corrigen solas. Los torpes manejos para aprobar el presupuesto podían haberla salpicado con sospechas de corrupción, pero ese escándalo quedó superado con otro episodio de vodevil: la bofetada de la diputada Camaño al diputado Kunkel. En la confusión, los enemigos jurados de Elisa Carrió -como la ex radical Margarita Stolbizer- ayudaron al kirchnerismo a poner punto final al episodio que, de prolongarse, hubiera pasado a la historia menuda como el de la "banelco progresista".

El incidente describe con bastante exactitud el estado de cosas entre los opositores tras la extinción del "peligro Néstor". Los peronistas disidentes entraron en pleno proceso de disolución, la izquierda arrió las banderas hasta que pase el mal momento y los radicales están sumergidos en una interna feroz entre el alfonsinismo y Julio Cobos.

Esa confrontación ganó estado público con la pelea por la conducción del bloque de diputados nacionales. El cobista Oscar Aguad terminó su mandato y reclamó la vicepresidencia de la Cámara en poder de Ricardo Alfonsín, al que quería ver en la presidencia del bloque UCR.

Los cobistas se regodeaban pensando en el triste papel que haría Alfonsín en el timón de un bloque de 40 personas, tarea que excede ampliamente sus capacidades políticas.

El conflicto en la Cámara baja se trasladó a la alta donde Cobos tiene cuentas pendientes con el presidente del bloque, Gerardo Morales. La embestida promete una batalla durísima el martes próximo cuando los senadores nacionales se reunan a puertas cerradas para medir fuerzas.

Pero el principal problema no es la pelea entre legisladores, sino que los radicales no tienen un candidato ganador. Los alfonsinistas quieren llevar al hijo del ex presidente para asegurarse una cantidad de votos que les permita conservar sus cargos públicos. No está en sus cálculos ganar y mucho menos que lo haga Cobos.

Saben, además, que Carrió no dejará de desenmascarar sus acuerdos con el kirchnerismo y de castigarlos ante la opinión pública. La líder de la Coalición Cívica está adueñándose del espacio opositor y cree que sin ella ningún candidato no peronista estará en condiciones de ganar. Por eso castiga a sus compañeros de ruta que "transan" con el kirchnerismo (UCR, socialismo, GEN) y no pierde oportunidad de diferenciarse de ellos.