Mirador politico

Tenía razón

Carrió tiene una conocida tendencia a profetizar desventuras, lo que le genera rechazo, pero también tiene la coherencia de mirar de frente a la realidad. Y en este caso acertó, porque lo que hicieron los Kirchner no fue sino dar otro paso en el largo proceso de deterioro institucional.

Elisa Carrió faltó a la asamblea legislativa en la que Cristina Kirchner anunció un nuevo DNU para echar manos de las reservas. Antes del faltazo se justificó afirmando: "Yo advierto en el horizonte una traba permanente al funcionamiento del Congreso bajo la excusa de que la oposición no deja gobernar, pero en realidad es el Gobierno el que no deja funcionar las instituciones".

Los hechos posteriores le dieron lamentablemente la razón. Lamentablemente, porque confirmaron un mal pronóstico. Carrió tiene una conocida tendencia a profetizar desventuras, lo que le genera rechazo, pero también tiene la coherencia de mirar de frente a la realidad. Y en este caso acertó, porque lo que hicieron los Kirchner no fue sino dar otro paso en el largo proceso de deterioro institucional, que ellos no iniciaron, pero al que han hecho aportes fundamentales.

Néstor Kirchner y su sucesora gobernaron y gobiernan en estado de emergencia, aunque la situación entre 2003 y 2010 varió de manera diametral, según sus propios discursos. Ya se sabe que las contradicciones no los arredran y que, además, creen en la existencia de por lo menos dos Argentinas. En la que ellos se desenvuelven, el estado de excepción y la mejora de la calidad institucional son perfectamente compatibles.

Mientras dispusieron en ambas cámaras del Congreso de una tropa disciplinada hasta el estalinismo, les hicieron votar sus proyectos a libro cerrado. Cuando perdieron las elecciones en junio, aprovecharon la mayoría residual hasta diciembre aprobando todo lo que necesitaban para gobernar hasta la reapertura del Congreso.

Con esa conducta no se violentó sólo el funcionamiento institucional, sino también el espíritu democrático.
Con estos antecedentes a la vista era previsible que insistieran en su estrategia. La emisión de un decreto de necesidad y urgencia similar al que la Justicia ya había rechazado era una posibilidad en la que el resto de la oposición prefirió no creer, porque está demasiado ilusionada con hacerse del poder a partir de 2011 y rechaza cualquier hipótesis catastrófica que arroje dudas sobre esa realidad que cree la única posible.

Sin embargo, la Casa Rosada emitió un nuevo decreto, porque no admite que se le limite el poder (que se le pongan palos en la rueda, dicho en dialecto kirchnerista) y, además, porque necesita el dinero. La situación fiscal se deterioró tanto o más que la representación oficialista en el Congreso, lo que conspira directamente contra la gobernabilidad. Néstor Kirchner construyó un poder casi omnímodo gracias a la "caja" y no lo va a resignar despreocupadamente ni va a cambiar de estrategia para poner contentos a los especialistas en derecho constitucional.

Se avecina, por lo tanto, una batalla por el dinero público que tendrá, entre otros escenarios, el Congreso. También el de la Justicia, donde ya han demostrado que están hartos del estilo "K". Y para empeorar el pronóstico, el enfrentamiento será simultáneo con un deterioro de las variables macro sobre las que al ex presidente le queda menos influencia que sobre el Poder Legislativo.