LA TABLA DE COMPLEJIDAD ANTICIPA QUE NACION PODRA ALCANZAR EL DESARROLLO Y CUAL FRACASARA

La economía, como los ladrillitos

Dos expertos de Harvard llaman a los países emergentes a revisar los modelos de crecimiento. La clave no es concentrarse simplemente en un sector. Hay que reforzar un amplio conjunto de industrias para que se potencien las capacidades de la sociedad, ese montón de ladrillitos para armar.

POR LAURENT BELSIE

Algunos países prosperan con la globalización, y otros no. Algunos logran grandes avances, otros parecen atascados. ¿Quién le gustaría ser en la competencia por el desarrollo: Chile o Singapur?

Los dos son países chicos, estables, que tuvieron un sólido crecimiento entre 1985 y 2005. Singapur es más próspero; Chile, más grande. Aunque la política y la cultura influirán en sus futuros, desde una perspectiva exclusivamente económica la clave es la especialización.

Desde Adam Smith los economistas señalan que si las empresas se concentran en lo que hacen mejor, entonces una red de firmas superará a la compañía que trate de hacer todo. Lo mismo vale para los países: los que tengan una compleja red de industrias especializadas superarán a los que cuenten con redes menos especializadas, menos diversas.

Pero la comprobación de esa teoría resulta casi imposible ya que medir la complejidad es, justamente, complejo. El mes pasado dos profesores de Harvard presentaron un método indirecto de cuantificarla.

MIS LADRILLOS

Pensemos en la economía de un país como si fuera un montón de ladrillos para armar o capacidades, escribieron en su nuevo estudio César Hidalgo y Ricardo Hausmann, de Harvard. Algunos países tienen una oferta enorme y variada de esos ladrillos; otros, cuentan con muy pocos. Desde esa perspectiva los productos son combinaciones específicas de esas capacidades.

Por lo tanto, una forma de medir la complejidad de un país -la diversidad de sus capacidades- es ver la cantidad de productos que exporta. Los países con una mayor variedad de ladrillos para armar tendrán lo que se precisa para hacer más productos.

Desde luego que es una medición muy cruda porque no todos los productos exigen la misma cantidad de capacidades. Tomando eso en cuenta el equipo de investigadores midió la ubicuidad de cada producto (v.g., la cantidad de países que lo exportan). Los productos que precisan de muchas capacidades sólo pueden producirse en los pocos países que tienen todas ellas. Así, se considera que un producto es más complejo mientras menos ubicuo sea (por la menor cantidad de países que lo exportan).

Al examinar las exportaciones nacionales como una red que conecta los países a los productos que exportan, los autores pudieron combinar la diversificación con la ubicuidad y calcular la complejidad de la economía de cada país. Lo cual nos lleva a Chile y Singapur.

Los dos exportan los mismos productos. Pero Chile vende bienes que hacen otros países (es decir, más bien ubicuos), y esos países tienen niveles más bien habituales de diversificación (es decir, un nivel corriente de capacidades). Singapur, en cambio, exporta productos mucho menos comunes que también venden los exportadores diversificados de productos no tan exportados.

Por lo tanto, Singapur, que parte del puesto 47 sobre 129 países en cantidad de productos exportados, asciende al número 10 si los autores calculan su complejidad, mientras que Chile, que parte del puesto 48 en cantidad de productos exportados, cae al 53.

Los autores sostienen que esas mediciones también sirven para anticipar el crecimiento futuro, lo que indica que los países suelen aproximarse a un nivel de ingresos que está dictado por la complejidad de su dotación de capacidades.

EL CASO CHINA

Por ejemplo, veamos a China. Está número diez en cuanto a cantidad de exportaciones pero cae al 51 en la tabla de complejidad. Lo que significa que le tomará algún tiempo superar a Estados Unidos, que es el número 6. Aun así, el potencial de crecimiento es elevado debido a la brecha de ingresos. "Aunque China está por debajo de esos países, su ingreso se encuentra muy atrás de su complejidad", explicó el profesor Hidalgo. En cambio, los ingresos norteamericanos están un poco por delante de la cifra de complejidad estadounidense.

Mayores preocupaciones le aguardan a los países productores de petróleo, como Arabia Saudita y Venezuela, cuyos ingresos son muy superiores a sus niveles relativamente bajos de complejidad, acota Hidalgo. Si bajan los precios del petróleo "esos países estarán en grandes dificultades porque no tienen otras industrias. Por lo demás, las capacidades que se requieren para producir petróleo son altamente específicas, así que no podrían reformarse para producir variedades de productos alternativos".

Esta visión de la complejidad también tiene connotaciones importantes para el desarrollo económico. Por ejemplo, cuando surge una nueva capacidad -por caso, un avance en la producción de acero o un nuevo estudiante de ingeniería química-, los países que tengan muchas capacidades complementarias las incorporarán más fácilmente. Los países más pobres con pocas capacidades tendrán más dificultades para encajar los nuevos ladrillos de construcción.

Así que los países pobres no pueden concentrarse simplemente en un sector para desarrollar, propone el estudio. Tienen que desarrollar un amplio conjunto de industrias en las que refuercen sus capacidades.
No es fácil porque cuesta coordinar el desarrollo. Un país pobre puede contar con playas hermosas pero si no tiene aeropuerto, los turistas no viajarán, agrega Hidalgo.

¿Pero quién construirá un aeropuerto si no hay un hotel? "La acumulación de capacidades es siempre como el huevo o la gallina", bromea. Al menos, si saben lo que es necesario para que florezca la economía, los países tendrán al menos una oportunidad de ganar la competencia.

(c) The Christian Sciencie Monitor