"COQUETOS CARNAVALES" ES UNA LOGRADA PROPUESTA INTEGRAL DE LUIS CANO

Un perfil de la incertidumbre


Ficha técnica:
"Coquetos carnavales" de Luis Cano, asesoramiento en dramaturgia Mauricio Kartun. Dirección: Luis Cano. Coreografía: Luis Biasotto. Iluminación: Eli Sirlin. Música: Tian Brass. Escenografía y vestuario: Gabriela A. Fernández. Actores: Pablo Caramelo, Gabriel Molinelli, Marcelo Mininno, José Luis Arias, Mauricio Minetti, Germán de Silva, Diego Starosta, Claudio Martínez Bel, Nacho Vavassori, Alejandro Catalán, Carlos Weber y Miguel Israelevich. Sarmiento (Avenida Sarmiento 2715).

Entre los temas que bordea la pieza que se dio a conocer de Luis Cano -fue escrita en 2000- trata el tema de las víctimas propiciatorias, lo que equivale a decir que el más débil, el que no logra resistir las consecuencias de aquello lo somete, o lo hostiga, a través de sus instituciones privadas y oficiales, es el que muere.

Sus protagonistas son doce hombres, que no se sabe bien en qué lugar se ubican, ni cuáles son sus profesiones. Sólo se los observa moverse, cuestionarse, golpearse, enfrentarse y aniquilarse en un espacio utópico, oscuro, que bien podría ser el sótano de una supuesta comunidad de mafiosos o de cualquier secta, que sólo nuclea hombres.

Estos de distintas edades, como en todo núcleo establecen sus alianzas, sus intrigas, sus venganzas y traiciones y ponen en práctica ciertas reglas que parecen desconocidas para el resto y que el secreto de cumplirlas o nó, sólo queda como un tesoro bien guardado entre sus oficiantes.

TIEMPO Y ESPACIO

El espectador nunca se entera de cuáles son los móviles de la odisea que los hace coincidir en un mismo lugar y tiempo.

"Coquetos carnavales" tiene algo de ritual carnavalesco, sólo que éste es un "circo" cuyos oficiantes tiene algo de "monjes negros", de aquellos personajes extraídos de viejas películas expresionistas, al estilo de "Nosferatu" de Murnau, o también de "El tercer hombre" de Carol Reed (que protagonizó Orson Welles). Sólo parece quedar en claro que se los utiliza por representar al género humano, víctimas propiciatorias de una alegoría que hace de la incertidumbre y la destrucción, el leit-motiv de sus existencias.

Luis Cano muestra en esta pieza que el poder es algo tan ambivalente y ambiguo, como la misma violencia que es capaz de provocar, cuyos frentes van cambiando, modificándose de acuerdo a las circunstancias.

CAJA OSCURA
 

La magnífica y bien pensada puesta en escena y dirección de Luis Cano apeló al espacio vacío, cuya caja oscura -con sectores cambiantes de iluminación, acertadamente diseñada por Eli Sirlin- contiene a un grupo de actores, que se desempeñan mediante bien calculados movimientos coreográficos. De este modo cada uno adquiere una personalidad distinta, de acuerdo a sus gestos o fisonomía que lo identifican, lo que permite observar una original masa en contínua disonancia rítmica, que pasa de lo festivo, a lo apocalíptico, con igual intensidad.

Lo meritorio de esta pieza de Cano es haber convertido su performance en una partitura de mudas melodías, en la que el espacio, la palabra y el cuerpo del actor, parecen entablar un contínuo y enriqueceder diálogo escénico.
Los efectos sonoros y rítmicos de Tian Brass subrayan algunos de los contenidos de esta original propuesta, en la que se destacan las actuaciones de Pablo Caramelo, los siameses que componen Claudio Martínez Bel y Diego Starosta y el disparatado líder de cabellos al viento, de Marcelo Mininno.

Juan Carlos Fontana