Los difíciles retos del presidente electo

Obama deberá confrontar las peores condiciones económicas desde la Gran Depresión de la década de 1930, determinar el curso de dos guerras largas y conducir a los demócratas, incluyendo a los más liberales, que esperan que las promesas de cambio se cumplan inmediatamente.

Obama surgió esencialmente de la nada, se sobrepuso a la estructura demócrata, acabó con las dudas sobre su experiencia y superó los cuestionamientos relacionados con su raza para ser elegido como el primer presidente negro de Estados Unidos después de una ardua contienda que duró casi dos años.

Como presidente electo enfrenta tres retos inmediatos: confrontar las peores condiciones económicas desde la Gran Depresión de la década de 1930, determinar el curso de dos guerras largas y conducir a los demócratas, incluyendo a los más liberales, que esperan que las promesas de cambio se cumplan inmediatamente. Eso no sucederá.

Luego de una campaña en la que el dinero no fue una preocupación, Obama debe encarar todas esas misiones sin demasiado presupuesto, en momentos en que Estados Unidos se encamina hacia una penosa, y quizá prolongada, recesión.

Ningún presidente recién elegido ha enfrentado tareas tan duras desde Franklin Delano Roosevelt, y ni siquiera él tenía dos guerras en su haber. Roosevelt tuvo cuatro meses para presentar programas para atacar la Gran Depresión antes de asumir el cargo en marzo de 1933.

Obama tiene dos meses y medio para conformar su gobierno, pues entra en función el 20 de enero.

Tendrá que dirigir el curso del país ante un panorama lúgubre: el desempleo es de 6,1% y se espera que aumente hasta 7,5% en el próximo año, los consumidores han recortado sus préstamos y sus gastos, las ejecuciones de las hipotecas son abrumadoras, los programas oficiales de salud y pensiones enfrentan enormes problemas financiero y 152.000 efectivos estadounidenses continúan en Irak a más de cinco años de la invasión, mientras que otros 32.000 permanecen el Afganistán en el sexto año de una guerra contra el terrorismo.

Ahora que los demócratas amplían su mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, Obama deberá resolver cómo liderar a un país que es más conservador que liberal, mientras que trata de satisfacer al ala izquierda de su partido. Le demandarán en breve que retire a las tropas de Irak, aunque él ha prometido que habrá una retirada escalonada.

En un principio, la forma en que Obama reaccione a estas situaciones establecerá el tono de su presidencia.

Al elegir a Obama como el presidente número 44, Estados Unidos dio un paso histórico para superar su legado de esclavitud y para aliviar las tensiones raciales sólo 40 años después de la violenta lucha por los Derechos Civiles de la gente negra.

En el plano político, la elección de Obama representó un rechazo mayoritario al estado de las cosas tras ocho años de George W. Bush y un gobierno republicano.

Obama, sin embargo, podría se responsabilizado por la situación económica que hereda de Bush. Y no tendrá mucho margen de maniobra para resolverla. Es sabido que los poderes de un presidente merman cuando la economía se hunda. Eso bien lo sabe George Bush padre, que lo sufrió en carne propia en 1992.

Una gran victoria no garantiza el éxito de una gestión.

El demócrata Lyndon B. Johnson logró el 61% de los votos en 1964. Impuso ambiciosos programas sociales en los dos primeros años, pero su gobierno se desplomó en los dos siguientes, al escalar la guerra de Vietnam. (AP)