EL TEATRO MAIPO CUMPLE HOY UN SIGLO BRINDANDO ESPECTACULOS QUE TIENEN UN NITIDO ORIGEN PORTEÑO

Un centenario con brillos y plumas

ConocidA como la "Catedral de la revista", la sala supo ser el estuche desde el que se lucieron las principales vedettes y de los actores cómicos que, haciendo intervenir al público, criticaron en son de solfa la política nacional.

Un 7 de mayo, el de 1908, precisamemnte, abrió sus puertas el teatro Maipo, si bien por ese entonces se llamó Scala. Sobre la calle Esmeralda al 400 se inauguraba así un espacio que se destinaría al café concert, a espectáculos variados y proyecciones cinematográficas bajo el lema "teatro aristocrático de Buenos Aires". El público de ese entonces pudo ver al dúo Gardel-Razzano interpretando "Mi noche triste". Nada menos. Pero esta faceta del teatro duró poco porque aquella primera idea de sus fundadores fue casual, y no tan casualmente, desplazada para dar lugar al género que sería la especialidad de la casa: el revisteril. Sucede que la francesa Madame Rasimi y su Ba-ta-clan de París habían despertado la curiosidad de los porteños con unas bailarinas que no se preocupaban por esconder las piernas y el torso. Así, inspirados por este aire parisino, al poco tiempo los artistas Roberto Cayol y Arturo De Bassi estrenaron "¿Quién dijo miedo?", una de las primeras revista tal como se las conoce hasta hoy: con escaleras, vestuario lujoso, monólogos políticos y claro, mujeres cada vez menos tímidas. Esto sucedió en 1924 y desde allí el escenario de la calle Esmeralda encontró su rumbo. Por añadidura, muchos hombres de todas las edades y procedencias, también así lo hicieron. Pero nohay que olvidar que en 1933 el Maipo fue el escenario elegido por Lola Membrives para estrenar "Bodas de sangre", de Federico García Lorca. En el vestíbulo de la sala una placa recuerda este acontecimiento. EL MAIPO MANDA Si bien se había caracterizado por su influencia francesa, la revista que comenzó a verse en el Maipo se hizo auténticamente porteña marcando una tendencia que encontró su esplendor durante los años 40. Pero antes, en 1928, el teatro sufriría el primero de sus incendios que lo llevó a cerrar sus puertas temporalmente. Igualmente, esto no impidió que por ese entonces sonaran los nombres de Carmen Lamas, Dora Galez, Gloria Guzmán y Tita Merello, que llegó a aparecer como "segunda triple" en el cuerpo de baile. Luego, bajo dirección de Carlos Olguín aparecerían dos pilares de la revista: Sofía Bozán y Pepe Arias. Ella, aunque no bailaba, no tenía pelos en la lengua y ganaba al público con su gracia auténticamente porteña al "decir" los tangos. El, con sus monólogos políticos llegaría a despertar incluso alguna ira del presidente Perón y de Evita. Sofía -la Negra- Bozán y Pepe Arias generaban una atracción especial y coincidieron con la mejor época del Maipo, con sus años dorados que fueron los 40. Junto a ellos, este tiempo también revelaría los nombres de Aberlardo Farías, Héctor Quintanilla, Perla Greco, Libertad Lamarque y Carmen Olmedo. EN EL SUBE Y BAJA En 1943, un incendio detuvo las actividades de la sala por un par de meses. Sin embargo, esa no fue razón para perder su sobrenombre de "Catedral de la revista" y regresó, bajo la dirección de Luis César Amadori, con bailarinas que un porteño de aquellos años no puede olvidar como Nélida Roca, las hermanas Pons y Nélida Lobato y las hermanas Rojo y también con figuras internacionales como el transexual Coccinelle. Humoristas de lengua filosa que perduraron tampoco faltaron hasta entrada la década de los 70, con Carlos Perciavalle, Tato Bores, Enrique Pinti y Antonio Gasalla, entre otros. Irónicamente, por esos mismos años el fin del género -y en consecuencia del teatro- comienza a anunciarse por discutidas cuestiones que quieren desplazar las lindas piernas, las plumas y la pedrería. Ya un ciclo terminó cuando en 1946 -mandaba Perón- se tuvo que reemplazar las caricaturas políticas. Luego, la televisión iría ganando terreno con contenidos que de a poco iban siendo más liberales, quitando a la revista su exclusividad. Así también, en los 70 vendría una crisis económica que, sumada a un esquema repetitivo sin recambio actoral, restó espectadores. La última revista se registró en 1982 y el año de 1994 significará un renacimiento para el teatro, con un espectácu